“Paisajes de papel” de Laura García Rulfo

Y para demostrar que en el campo de la creación pictórica, nada es invención absoluta ni ruptura, sino una tradición incesante que se trasmite de generación en generación, sólo hay que ver la espléndida exposición que la pintora tapatía Laura García Rulfo, ha puesto a la consideración del público en el llamado Espacio del Arte, de Televisa Guadalajara; muestra integrada por una veintena de óleos de amplio y mediando formato, que llevan el nombre genérico de Paisajes de Papel.

Éstos, desde la primera impresión, me remitieron ante la presencia y la obra del maestro tapatío don Jorge Martínez; sobre todo a esa faceta pictórica donde explorara y proyectara al ámbito estético, objetos cotidianos, a través de su dibujo realista, tenso e impregnado de lirismo.

Así también esta expositora, dotada dibujante, tras sus encarnizados asedios a la figura humana, tras sus sorprendentes descripciones y hallazgos en ese terreno, deja ahora de lado la anatomía y toma el sendero de las formas e incentivos sugeridos por algo tan cotidiano, elemental, común y desechable como puede ser un fragmento de papel, realizando un concierto de variaciones sobre ese tema.
Un reto harto difícil para cualquier pintor, mas no para la García Rulfo, quien ha logrado a partir de ahí, mostrar no otro de sus acostumbrados tours de force, para poner de relieve su virtuosismo, sino una colección de obras pictóricas donde resalta, obviamente, la finura de su trazo y la vibración de su detonante colorido, pero que poseen al mismo tiempo un particular cariz emocional.

Hay en estos “paisajes”, un empeño a veces logrado, de acercarse y acercar al observador al objeto banal y cotidiano para apreciarlo desde otra perspectiva, de tratar de descifrar el mensaje que lleva oculto lo inanimado en su esencia y en su presencia multiforme; ya sea ésta, continua, desgarrada, lisa, arrugada, extendida, doblada, enrollada, etcétera.

Y fue así como, a partir de esas premisas y estos elementos ha proyectado, desde fondos neutros, las formas, texturas, tonalidades, volúmenes iluminados por vibraciones de luz de cada fragmento de papel u objeto que lo contiene, en composiciones que recuerdan clásicos bodegones o naturalezas muertas de los grandes maestros, pero recreando en cada caso imágenes que sorprenden visualmente por la cadencia de sus ritmos, por haberles impreso nueva presencia y resignificación, porque estar inmersas en atmósferas silenciosas de sugerente serenidad, y sobre todo, por ser capaces de confirmar cómo una pintora sensible puede transfigurar un trozo de materia deleznable, en una imagen bella, que seduce y conduce a la imaginación por vericuetos inesperados, tal puede apreciarse aquí en algunos de las mejores “paisajes” de Laura García Rulfo.