Suplementos | por: guadalupe ángeles Letras Entrevista a Heriberto Yépez Por: EL INFORMADOR 20 de diciembre de 2008 - 12:08 hs Con el pretexto de la aparición de su novela Al otro lado, publicada por Editorial Planeta, y aprovechando que estaba tomando un curso sobre novela que impartía este autor en la ciudad de Oaxaca, le pedí a Heriberto Yépez me diera unos minutos para hablar y de ello surgió esta conversación que tal vez les resulte tan interesante a los lectores como me resultó a mí, la dejo a su consideración: Antes de entrar al laberinto que hay que cruzar para llegar Al otro lado, ¿quién es Heriberto Yépez, un filósofo, escritor, psicoterapeuta?, ¿qué más, quién es H.Y.? Periodista, te voy a decir para mí qué es más importante en cómo yo me veo a mí mismo como persona y como escritor también: Ex empleado de la maquiladora, ex mesero de la avenida Revolución en Tijuana, ex mesero de turistas, ex agente de viajes, ex residente de una colonia sin servicios públicos por 20 años, para mí eso es lo que me define; yo soy lector porque hasta poquito antes de los 20 años conocí los servicios públicos, entonces yo me hice un lector porque yo no veía televisión, creo que mucha de mi mente no fue estructurada por la televisión, entonces, un accidente social, un accidente biográfico, pero que sin ese accidente pues no me explico cómo soy yo, ni mejor ni peor, sino, sí creo que soy de otra manera que mucha gente. ¿Nadie te acercó a los libros? Sí, en mi familia había lectores ocasionales, mi hermana y mi hermano mayor eran lectores ocasionales. Los primeros libros que leí como a los 13, 14 años fueron: La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, Confieso que he vivido de Pablo Neruda y Ficciones de Jorge Luis Borges, son libros que ellos compraron y ahí estaban en la casa y empecé a leerlos a esa edad y a partir de esos tres libros que por muchos años fueron para mí muy importantes en mi vida, no nada más como lector, sino en mi vida, en cómo yo me sentía, qué pensaba, qué quería de la existencia, esos libros a mi me hicieron ver que había algo más que el lugar en el que yo vivía, que era algo muy importante, porque el lugar en el que yo vivía, te imaginarás, era un lugar sin muchas posibilidades, era un lugar miserable, pobre, sin muchas expectativas de vida y a través de los libros yo entendí que había otro mundo, que había otra realidad, y aparte entendí que estos seres llamados escritores, que eran seres que se metían en muchos lugares, y viajaban y tenían una vida apasionante. A mí la literatura me sacó, si no yo hubiera sido un amargado, un resentido social más, uno más de tantos millones de mexicanos resentidos contra el mundo, con cierta razón ¿no?, por falta de oportunidades. Claro. A mí la literatura me salvó del resentimiento, porque a través de la literatura vi que había algo más. Después de estos tres modelos, empiezas a escribir entonces. Sí, empiezo a escribir. Estos tres libros fueron los tres libros literarios, ya antes de eso, yo tenía un hermano que compraba libros de ufología y fueron mis primeras lecturas no literarias, muchos libros sobre ovnis y yo decidí escribir después de leer el diario secreto de mi hermana. ¿Leías el diario secreto de tu hermana? Yo leía diariamente el diario de mi hermana, ella lo escondía en la sala de mi casa, debajo del sofá. Yo y mi hermano, como la casa no era muy grande, no había un cuarto para nosotros, dormíamos en el sofá, en la sala. Éramos muy felices. Un día descubrí que mi hermana metía algo debajo del sofá donde yo dormía y en las noches… …cuando ella dormía tú lo leías… …yo lo leía y aparte, pues era un diario… que por eso lo escondía ella, por eso no lo escondía en su recámara, porque… …allá lo iban a ir a buscar… …allá lo iban a ir a buscar. Y sí, tenía unos contenidos fuertes. Eróticos. Ella estaba en su despertar sexual. Bueno. Entonces, gracias a mi hermana y a todo eso de ese diario erótico, y no nada más erótico, un diario pues de una joven que quería vivir; y yo entendí que la escritura tenía eso como… Ese elemento perturbador, ¿no? Sí, exactamente, eso que les pido en el taller, eso como no normal, eso prohibido, ese entusiasmo de vivir, es como “hay algo que sucedió”, todo eso ¿no? Eso se lo aprendí a mi hermana. Qué maravilla. Y cuando se enteró casi te mata ¿no? Nunca se ha enterado. Entonces si quieres no lo pongo. Como tú quieras, yo lo he dicho dos o tres veces. Pero tú, de tu gusto no le dirás jamás. No, pues yo creo que ahora nos reiríamos los dos, pero, no, nunca he planeado decírselo. Bueno, vamos a pensarlo. ¿Cómo es que hay una canción que está hecha con algo de tu literatura? Cuéntame. Lo que pasa es que en Tijuana la literatura y la música han evolucionado juntas siempre. Tijuana es una ciudad musical en este país, de ahí viene Santana, Bátiz, etcétera. Sí. Y la literatura tijuanense, que no es tan literaria, se acercó a la música, muchos escritores, como Luis Humberto Crosswhite, han escrito sobre música, se identifican con la música y en mi caso particular pues, los del grupo Nortec, este colectivo, somos muy amigos, somos amigos personales muy fuertes, entonces hemos hecho cosas y una de las cosas que hemos hecho pues es que, componen una canción que tiene letra, no letra, elementos verbales míos, es una pieza electrónica, entonces no tiene letra, pero tiene palabras, tiene sonidos, esos son míos. Y luego, lo que a mí me da más gusto, que un libro mío que se llama Tijuanologías, uno de ellos, Pepe Mog, “Fusible”, se llama su proyecto musical, leyó este libro sobre Tijuana, me dice que le encantó, que le gustó mucho y en base a este libro a él se le ocurrieron dos piezas electrónicas. Para mí fue un momento de mucha felicidad, de verdad. Si mis libros no tienen ninguna posteridad, que eso nadie lo puede saber ahorita; ya se hicieron música, lo verbal ya se hizo música, no es una letra mía, él me dijo, y lo dice en el álbum, que está inspirado en el libro. Para mí eso me dio mucho gusto, ¿a quién no le iba a dar gusto? Claro que sí. Tienes una novela que se llama A.B.U.R.T.O., pero no es el nombre, son unas siglas, ¿qué quieren decir las siglas? Eso siempre me lo preguntan, y nunca lo voy a contestar. Bueno, supongo que está en el libro la respuesta, tengo que leer el libro. Sí. O.K., de acuerdo. Son las iniciales de un enunciado. ¿En inglés o en español? En Español. Porque como escribes en inglés y en español. Bueno. Hace 20 años empezaste a escribir. Tu novela Al otro lado es un verdadero laberinto. Hay una escena muy fuerte, hay varias, ¿no te dolió escribir un libro que en algunos momentos es muy cruel consigo mismo? Ah, claro. Yo cuando escribo a veces lloro. A veces bailo. Pero literalmente me pongo a bailar. ¿Para relajarte o porque estás muy feliz? Porque estoy muy feliz. Yo tengo una inmediatez hacia el éxtasis. Me pongo muy emocionado. Soy una persona muy tímida, muy seria, porque siempre he sido muy solo, apartado, pero, por eso mismo, me empieza a crecer el entusiasmo y me pongo locochón. Para mí los libros (por eso escribo tantos) son un proceso super emocionante. Me gusta, no escribo así –y pone cara de flojera--, no, escribo, me pongo a gritar, a cantar, lloro, me río, yo me río con los libros, muchísimo, “ah, no puede ser, qué buena idea!”, son muy corporales, por eso escribo. Yo he trabajado en muchas cosas, como te decía hace rato, y para mí el trabajo ha sido muchas veces, hasta doloroso; he trabajado en la maquila y es frustrante, no ves el futuro, se siente bien gacho trabajar en un lugar así, ganando tan poco, y cuando empecé a cobrar por escribir, dije, nunca más quiero volver a trabajar en nada tan miserable, yo quiero vivir de esto, y todavía no vivo de escribir, pero un día yo quiero vivir solamente de escribir, es mi meta, y no por una cuestión de estatus, es por una cuestión de… ¿Felicidad? De felicidad, de cómo lograr la felicidad total; para mi existir tiene una meta y para mí la meta es tener un día perfecto, nunca lo he tenido. ¿Nunca lo has tenido? Aquí, probable lector, sucedió una de esas casualidades que le dan sentido a la idea de que hay cosas que escapan a nuestro control, ya que, antes de que pudiera contestar la pregunta Heriberto Yépez, debí cambiarle las pilas a la grabadora, pero hoy abro su blog ( http://www.hyepez.blogspot.com/) y me encuentro el siguiente párrafo, el cual, creo, contesta a la perfección: Hoy produje una utopía en mi cabeza Hoy produje una utopía en mi cabeza. No pienso compartirla, por cierto, porque quiero que se mantenga pura. Sólo te digo esto, estimado lector(a), para que también tú compongas una utopía privada, clandestina, y no permitas que las palabras o los idiotas la manchen con sus opiniones, posturas o jetas apestosas. Hoy produje una utopía y era aún mejor que cualquiera de todas las músicas. Una utopía bellísima. Denme un balazo, nada me importa ya, he llegado al mejor momento de mi vida, tuve una visión esplendorosa y no es mía porque esa utopía no puede jamás ser propiedad de nadie. No soy un místico, lo sé, pero no me importa aceptar que es el estado más alto de la conciencia lo único que ahora me importa. Me valen un comino los amigos, los reconocimientos, los libros, las familias, los horarios, los estipendios, las muestras de cariño, los empleos, nada de eso me parece fundamentalmente importante, sé que habito una ciudad y una cultura entera que agoniza, no tengo ilusión alguna, mi vida está tan vacía como completa, sólo quiero ser libre, entender la libertad irrenunciable, el cosmos cantando, el espacio ancho, la carne intensificando su nudo con todo esto, lo que viene para todos nosotros, lo que ya está hecho cada vez que damos cada uno de nuestros pasos. Para mí los libros (por eso escribo tantos) son un proceso super emocionante. Me gusta, no escribo así –y pone cara de flojera--, no, escribo, me pongo a gritar, a cantar, lloro, me río, yo me río con los libros, muchísimo, “ah, no puede ser, qué buena idea!”, son muy corporales, por eso escribo. 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