Suplementos | Por: Erika Marcela Zepeda Montañez Las letras en el ciberespacio Literatura Por: EL INFORMADOR 18 de abril de 2009 - 05:20 hs Hace ya algunos años (por motivos escolares) me di a la tarea de buscar en la red la obra de un autor determinado. Después de una búsqueda infructuosa en los libreros de mi casa (y de evaluar las posibilidades de hacer una visita relámpago a la biblioteca más cercana en medio del aguacero que ese día azotaba la ciudad), me resigné finalmente, y me senté frente a la computadora para buscar la “vida y obra” de este personaje. Cualquiera que verdaderamente ame los libros puede entender este conflicto “¿internet?, eso es sólo para mandar correos electrónicos, ver fotos de lugares lejanos y toparse con publicidad. Pero nunca para realizar una investigación seria”, hoy puedo confesarles lo equivocada que estaba. Aunque todos sabemos que existen millones de páginas con mínima o nula calidad existen otros tantos espacios de gran utilidad para los amantes de la literatura, así como de otras materias de estudio como la historia, la filosofía, la antropología, etcétera. Algunos ejemplos: las bibliotecas virtuales (Biblioteca Cervantes), diccionarios en línea (Real Academia Española) y propuestas de investigación o divulgación (Proyecto Gutenberg, Proyecto Cervantes 2001). Páginas con información respaldada por academias e instituciones formales, de las que los investigadores o estudiantes pueden echar mano sin remordimientos. Pero el ciberespacio guarda otros caminos para el lenguaje. Internet no sólo ofrece nuevas formas de flirteo, también ha creado nuevos escritores y lectores, muy diferentes a los que la historia del libro había conocido. En primer lugar, el escritor -ya sea novel o consagrado- puede brincarse los trámites y tiempos de espera editoriales para publicar sencillamente en la red. De esta forma, se convierte en corrector de su propia obra; además de productor, editor, distribuidor y hasta publicista. Por otro lado, el lector/navegante, tiene la posibilidad de hacer llegar su opinión directamente al creador (a través de correo electrónico) y, en algunos casos, participar en la formación del texto (es famoso el experimento del novelista norteamericano John Updike que escribió el primer párrafo de su novela Murder makes the Magazine continuada por los visitantes de su página). Los puristas pudieran considerar que de esta forma, cualquiera puede escribir (factor que afectará que irremediablemente la calidad de las obras). Analicemos. Todos los visitantes regulares de una librería se han dado cuenta de la multitud de autores que pueden dar a conocer su personal novela de amor, las cartas que hace cuarenta años su abuelo mandó desde Veracruz, una técnica secreta para elaborar figuritas de papel maché reciclado y... ya no quiero recordar más ejemplos. Los puristas pudieran volver a la carga argumentando que también en la red encontramos multitud de “literatura” (poemas cursis guardados desde la época de la secundaria hasta cuentos que esconden panfletos religiosos o políticos), pero también ahí nos podemos topar con los clásicos cervantinos o gongorinos. Como pasa con otros medios de comunicación -radio, revistas, televisión- el usuario es el único que puede tomar la decisión, todo es cuestión de cambiar de página o hacer click. Temas Tapatío Lee También Museo JAPI: Color, juego y abstracción La vida en México comienza en el mar Las Chivas de Gabriel Milito se estrenan con empate ante Tapatío en duelo amistoso Portada: Yordanka Olvera, la chica de la taza Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones