Miércoles, 15 de Mayo 2024
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La apertura de Federalismo

La ciudad se moderniza, sacrificando la estética urbana por la vialidad

Por: EL INFORMADOR

En 1940, circulaban en Guadalajara alrededor de 10 mil automóviles; para 1950 eran ya 25 mil. Siendo imposible seguir con las reglas del siglo XVI en pleno siglo XX, surgió la necesidad de nuevos remedios para nuevos males. Para el flujo vehicular norte-sur, se abrió en 1974, con la bandera de la modernidad, la avenida Federalismo. Se desahogó bastante el tráfico al tiempo que cambió la fisonomía urbana y se perdieron remates visuales importantes. Hoy, esta avenida luce híbrida y desangelada, ya que la mayoría de las construcciones que la delimitan, así como el mobiliario urbano y los usos del suelo, evolucionan con escaso criterio estético y funcional.
Esta avenida de 50 metros de ancho se conformaba por tres calles angostas y caminables: Escobedo, Moro y Mezquitán. En los años cincuenta, el gobierno pensó resolver la vialidad norte-sur, abriendo las calles 8 de Julio-Mariano Bárcena, pero se congeló el proyecto por resultar demasiado costoso y por su falta de continuidad hacia el norte. En 1974, el tráfico empeora y la Junta General de Planeación y Urbanización del Estado decide unir los dos extremos del anillo periférico. Después de estudios multidisciplinarios, se creó Federalismo, como fuerte símbolo de progreso urbano, incluyendo seis carriles de circulación, dos de estacionamiento, un camellón de ocho metros de ancho y el primer sistema de transporte colectivo subterráneo.
Calculando un flujo de tres mil coches por hora en cada sentido, se planteó una alta jerarquía de preferencia al peatón, dejando ocho metros de banqueta a cada lado. Por decreto, se demolieron un total de mil 150 fincas y negocios, indemnizando a sus propietarios. Se reestructuraron instalaciones de luz y drenaje, se transplantaron más de mil fresnos y se colocaron en las banquetas 700 macetones estilo “cenicero”.
La avenida se abrió de Washington a Circunvalación División del Norte, con una longitud de 5.3 kilómetros, (hoy llega hasta Periférico Norte). Aquellas óptimas condiciones de rehabilitación urbana y peatonal se quedaron en proyecto. Aunque se elaboró un Reglamento de Zonificación, Construcción e Imagen Visual para Federalismo, a aplicarse por la Dirección de Obras Públicas Municipales, no se cumplió ni en usos del suelo, ni en alturas de edificios, ni en servidumbres, voladizos o anuncios.
Muchas fincas siguen “rasuradas”, abandonadas al igual que varios predios, con puestos adosados o transformadas en estacionamientos. Esto, unido a la irregularidad de las obras “modernas” (de todos estilos, formas, tamaños y materiales), no ha logrado más que restarle personalidad a la avenida. Su gran ayuda visual es la amplitud, el arbolado en algunas banquetas y los tramos de camellones con palmas y flores, como donde se localiza el Templo del Refugio, a la altura del barrio de la Capilla de Jesús, uno de los pocos elementos arquitectónicos que dan una variación estética interesante y sirven de referencia a lo largo de la avenida.
Las construcciones que custodian la avenida son principalmente talleres de servicio, consultorios, bodegas, tiendas de ropa, de productos de plástico, mueblerías, restaurantes. La constante, al igual que en el resto de la ciudad, es la basura acumulada y el graffiti en bardas y fachadas. Es obvio que el proyecto tuvo como prioridad al automóvil, no al peatón. La imagen urbana se transformó drásticamente, contribuyendo al detrimento de la vida de barrio. Si bien es cierto que desahogó en gran medida la vialidad, dejó heridas sin cicatrizar. Las zonas habitacionales de antaño se partieron en dos, fragmentando unidad y convivencia. Si uno va en automóvil al centro por cualquier calle poniente-oriente y atraviesa la avenida, se siente inmediatamente el cambio. La dinámica urbana es distinta.
Hoy en día, a casi 35 años de su apertura, Federalismo carece de un respaldo visual armónico. Es un río de motores donde el trayecto no se goza. Son pocos los ejemplos de arquitectura digna de admirar. La mayoría de los edificios fueron construidos sobre terrenos que quedaron cortados debido a las demoliciones, por eso su aspecto es tan extraño: de frente son anchos, pero de perfil son sumamente delgados en proporción. Va la pregunta inevitable: ¿Cuándo alcanzaremos la madurez urbana suficiente para planear a futuro de manera integral y darle seguimiento al plan, en vez de dar soluciones parciales con criterios incompletos?
Por lo pronto, en esta avenida, se me ocurren dos alternativas: una es seguir manejando el automóvil, acelerando, mirando al frente, semáforo tras semáforo y resignarse en la pasividad mientras la ciudad se vuelve vehicular. La otra alternativa es mucho mejor: aprovechar los anchos camellones para utilizar la bicicleta, de la cual cada vez hay más usuarios, e incluso solicitar al ayuntamiento, ahora que ondea la bandera ciclista, la implementación de uno de los carriles para ciclovía. ¿Será posible?

por: laura zohn 

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