Suplementos | José Luis Meza Inda Juan Soriano y la Casa de la Cultura Jalisciense Se le ha llamado Galería Juan Soriano Por: EL INFORMADOR 6 de marzo de 2009 - 21:36 hs GUADALAJARA, JALISCO.- Lo que fue, jamás será, afirman quienes saben; y en efecto, aquella antigua Casa de la Cultura Jalisciense que abriera sus puertas hace 50 años y que los viejos recordamos como un efervescente foco de actividades literarias, teatrales, cinematográficas, científicas y desde luego pictóricas y escultóricas, merced a sus siempre tres activas salas de exposiciones: la “Gerardo Suárez”, la “Doctor Atl”, y la “J. C. Orozco”, donde se albergaron y pudimos admirar reiteradas muestras de alta calidad, no sólo de autores locales, sino de nivel nacional y de diferentes partes del mundo, gracias a la colaboración de Embajadas e institutos extranjeros, difícilmente volverá a alcanzar aquellos esplendores. Todo aquello fue sin duda, como es natural, reflejos de una época de bonanza en la cual las manifestaciones artísticas y culturales alcanzaron aquí su edad dorada. Sin embargo ahora, pese a que vivimos opacos y poco propicios tiempos en cuanto a pensamientos y sentimientos, y de verdaderas vacas flacas en cuanto a número y presencia de cultivadores del arte con preparación, creatividad, imaginación y sensibilidad, se han tratado de revivir añejos laureles; que la CCJ deje de ser el muerto elefante blanco que fue durante estos últimos años, para ello se han reabierto sus puertas a algunas manifestaciones del espíritu, tal como, lo reitero, pretendieron y lograron hacerlo durante felices décadas sus fundadores y directores. De lo perdido lo que se encuentre es bueno; así que habrá que agradecer la labor de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado, por haber destinado una parte del dinero público que recibieron para su administración, a remozar lo más rescatable y visible de dicho inmueble, ubicado frente al Agua Azul, y que fuera diseñado por el Arquitecto Julio de la Peña, poniendo énfasis en un espacio al que ahora han llamado “Galería Juan Soriano”, en memoria y homenaje de ese artista jalisciense; lugar amplio, limpio y digno que se destinará, esperamos hasta donde sea posible, a la exhibición de autores y obras, ojalá que atinadamente seleccionadas por la Dirección de Artes Visuales de la mencionada Secretaría, al frente de la cual se encuentra el experimentado promotor Francisco Barreda, a fin de que dicha galería, constituya en verdad un punto de revitalización o de partida de manifestaciones estéticas dignas de ocupar esos ámbitos. Por lo pronto, para no errar y justificar el bautizo de la apertura, se echó mano a un valor seguro, permanente, sólido y de amplia aceptación en el medio del arte (y hasta de la alta sociedad) de nuestra ciudad, como es la obra del propio Soriano, quien durante las décadas de madurez de su vida, desde mediados de los ochentas en adelante, regresó a ésta, su tierra natal de la que había salido muy joven, renegando por su cerrazón y conservadurismo. Y es que en realidad, no fue sino hasta que hubo probado su elevada calidad artística y consolidado sus éxitos, tanto en la Capital de la República como sobre todo en el extranjero, cuando aceptó, en varias ocasiones, regresar para poner a la consideración de sus paisanos, magníficas muestras retrospectivas de su obra, tanto en el Instituto Cultural Cabañas, (donde por cierto, en 1990 volvió a padecer los embates de una irremediable mojigatería); como en el Museo del Estado; exposiciones a las cuales pondría un inolvidable remate con aquella magna, de esculturas, que fuera instalada en el año de 2005 en el Museo de Arte de Zapopan, poco tiempo antes de su fallecimiento. Hoy, a tres años de su óbito, sus herederos conjuntaron la presente muestra, que aunque menguada en cuando a número de piezas, de ninguna manera desmerece a todas las anteriores, pues ofrece una selecta visión panorámica, una síntesis histórica de la capacidad, ambición y evolución constante del quehacer creativo de don Juan; ilustra sus diversas etapas que van, desde sus incipientes pinturas académicas de los años cuarentas, como paisajes y retratos, (entre ellos los célebres de Pita Amor, de Luis G. Basurto y de algunos familiares) hasta lo elaborado al filo de su muerte, que le alcanzó realizando delicadas, sugerentes y coloridas serigrafías, pasando desde luego, como se muestra aquí, por otras épocas de experimentaciones, transformaciones, transfiguraciones y simbolismos, que aunque nunca abandonaron esencialmente los motivos de la naturaleza, de la figura humana y de las formas realistas, si fueron abordadas y orquestadas de una manera u otra, con desbordada imaginación, sensible lirismo, ritmo eficaz, riqueza de texturas y espléndido colorido. Mas a todos estos ejemplos de riqueza y capacidad pictórica, dibujística y gráfica, no pudieron faltar obviamente en esta exposición algunos paradigmas de su avasalladora labor como modelador de figuras escultóricas que luego fueron vaciadas al bronce; destacando por supuesto, los inconfundibles especímenes de su fantástica y estilizada fauna alada, que constituyen, como lo pudimos observar ya en aquella inolvidable exposición del MAZ, una verdadera aventura de búsquedas y hallazgos plásticos, de exaltada belleza y de elegancia formal, frutos sin duda de un espíritu creador que vivió en constante fermentación, nunca estancado, y que tuvo la facultad de poder concretar en figuras y formas pictóricas o tridimensionales, sus invenciones, recuerdos, afectos y sentimientos más delicados y profundos. Temas Tapatío Lee También La Capilla de la Cruz Blanca: memoria y silencio en Tonalá UdeG y Tapatío definen al Campeón de Campeones... sin ascenso, pero con orgullo “Kopalli: El espíritu astral” despierta en el Foro LARVA ¿Los pulpos son extraterrestres?¿O no? Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones