GUADALAJARA, JALISCO (11/SEP/2016).- Guillermo Prieto fue un poeta y periodista que abogó por la libertad de expresión en un México dictatorial. También fue un precursor del nacionalismo, coherente con sus ideas de no traicionar a la patria, dice Emilio Arellano, autor de “Guillermo Prieto. Crónicas tardías del siglo XIX en México” (Planeta), en donde habla de un hombre a quien califica de héroe.“Lo primero que conoces de él es su frase “los valientes no asesinan”, con la que salvó a Benito Juárez. La historia oficial te dice mucho de Juárez, muchas maravillas, y omite a todos los demás que contribuyeron la nación mexicana como la conocemos ahora”, explica el escritor en entrevista.El autor de otros títulos relacionados con personajes importantes para el país, como Adolfo López Mateos e Ignacio Ramírez “El Nigromante”, cuenta que escribir sobre Prieto fue un paso natural luego de estudiar el siglo XIX en México. “Te das cuenta que hay dos personajes que fueron clave: Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto, quienes fundaron un diario, allí es donde nace según Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco la identidad nacional, porque tocaban temas sociales, la miseria del pueblo cuando la economía estaba destruida, ellos a través de sus denuncias sociales empezaron a hacer el despertar nacional que se consagró como un esfuerzo nacional en la Constitución de 1857”.Emilio asevera que Prieto es el precursor del nacionalismo, un hombre que fue cuatro veces ministro de la Secretaría de Hacienda, fundó el colegio de Ingenieros, hizo las cartografías de la República mexicana, poeta, escritor, y uno de los responsables de la crónica de la guerra de México con Estados Unidos llamada que firmaron anónimamente los intelectuales de esa época como “El judío Errante”. “Fueron hombres que estuvieron, haciendo y construyendo la patria, es nuestra responsabilidad construir esta autopsia, la vida y obra de Guillermo Prieto. Hicimos una investigación de dos años con datos con todos los autores más escuchados del Siglo XIX, que estaban vetados por el juarismo o el porfirismo, resulta muy interesante leerlos y que nos hablan pestes del benemérito”.Benito Juárez, idealizadoEmilio Arellano menciona que la figura de Guillermo Prieto no tuvo tanto peso en la historia oficial del siglo XIX porque el gobierno de Juárez prohibió que se hablara de él, ya que Prieto lo había desaprobado. “Juárez cometió dos errores garrafales que hizo que su popularidad se fuera a los suelos, uno es el tratado Martín Ocampo en donde entregaba Nuevo León, Sonora y Baja California a Estados Unidos con tal de que le ayudaran a sacar a los franceses y la tontería del tratado de la Soledad, donde autorizaba el ingreso para que inspeccionaran que estábamos en ruina. Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto el dijeron que el error más grande era ese, le mandaron una carta. Ya evolucionó mucho el país, no podemos construir una mejor nación basados en mentiras”.El escritor detalla que a Guillermo Prieto se le tenía como traidor, fue un traidor porque abandonó a Juárez al final de la guerra de intervención francesa, cuando prolongó su presidencia por mandato. “Guillermo Prieto y los liberales le declararon la rebeldía, por eso sus nombres fueron borrados para que brillara la figura de Juárez, pero los que eran valiosos eran los demás, no él. Gracias a Prieto y a Ramírez en las garantías individuales plasmaron la libertad de prensa y expresión, la igualdad del hombre y la mujer, Guillermo Prieto fue un precursor de la asistencia social, porque decía que el gobierno debe preocuparse de los huérfanos, para que estos no tuvieran que cometer delitos”.Arellano puntualiza que el libro no es biográfico, sino que hace un énfasis histórico pero sustentado en archivos oficiales y a la vez con un lenguaje sencillo y accesible para todos. “Nos gusta lo ameno, se trata de que lo entienda todo el mundo, presentar dignamente a Guillermo Prieto a esta generación como un ser humano que luchó por las virtudes de este país”.Faltan héroes pero sí hay intelectualesEmilio Arellano considera que actualmente faltan hombres que puedan considerarse héroes en el país. Él, al ser descendiente de ilustres como Ignacio Ramírez y Adolfo López Mateos, siente una gran responsabilidad para que sus valores trasciendan. “A mí me forjaron bajo su ideología, de que no eran íconos, sino seres humanos que podían equivocarse pero no podían traicionar a la patria. Sí existen grandes intelectuales contemporáneos, muchos ya murieron, por ejemplo Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, pero entre los que sobreviven que son íconos son Bertha Hernández, Patricia Galeana, María de los Ángeles González”.Sobre la actitud de muchos mexicanos esto tiempos de llamar chairos -como peyorativo- a todos aquellos que cuestionan acciones del poder, Arellano dice que aunque no conoce bien a qué se refieren con el término, desde siempre ha habido críticas para los que luchan por algo mejor o para los que gobiernan. “A los conservadores le decían aristócratas, para descalificar a los defensores de los pobres les dicen comunistas y anarquistas, a los de las derechas progresistas”.EL INFORMADOR / ILSE MARTÍNEZ