Escritas con la misma tinta

GUADALAJARA, JALISCO (04/MAR/2012).- Luisa debe reunirse con su hermana en Japón después de casi diez años de no verla, pero en realidad no desea ir. Sus abuelos prácticamente la obligan a subirse al avión que la llevará con quien ahora se ha convertido en una de las Mangaka (dibujante de cómics) más famosas del país del sol naciente. Lo que podría ser un sueño para muchos jóvenes, se vuelve una pesadilla para la joven, complicando aún más su enredada vida.

En realidad Luisa daría lo que fuera por ser una adolescente normal. La chica padece síndrome de Asperger, una condición que dificulta a quienes lo padecen la interacción social. Ella actúa de forma totalmente lógica, además de ser incapaz de mentir u ocultar lo que piensa respecto a lo que se le pregunta. En añadidura, odia el anime y todo lo relacionado con el trabajo de su hermana.

Por otro lado, Murasaki está ansiosa por ver a su hermanita. Aún se siente culpable por haberse ido a Japón con su padre tras el trágico asesinato de su madre, dejando a su hermana a cargo de sus abuelos . La familia, o lo que queda de ella, todavía tiene profundas heridas que sanar. Desafortunadamente, eso no será sencillo para ninguna de las dos, ni siquiera del otro lado del mundo. Puede que ellas estén deseosas de dejar el pasado atrás, pero sombras que ni siquiera se imaginan vienen tras ellas.

La narrativa en primera persona y en forma de diarios de “Tinta Violeta” es tan fluida que el libro se va en un suspiro, la intriga que maneja hace que sea difícil de soltar.Esa es una de las ventajas de la novela, incluso las cosas más extraordinarias tienen sentido en el universo que la escritora crea.


EL INFORMADOR / Edna Montes