Viernes, 17 de Mayo 2024
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Entre las piernas

Deshojar la margarita

Por: EL INFORMADOR

Modesta y Fabián (Mario Iván Cervantes y Humberto Armas) en una escena de La fe de los cerdos. A. HINOJOSA  /

Modesta y Fabián (Mario Iván Cervantes y Humberto Armas) en una escena de La fe de los cerdos. A. HINOJOSA /

GUADALAJARA, JALISCO (02/JUL/2011).- Cuando esto escribo he pasado varios días deshojando la margarita entre un “me gusta, no me gusta” de La fe de los cerdos. Esto será leído cuando ya haya transcurrido una semana, quizá entonces los pétalos se habrán acabado y quedará en mi mano sólo uno… ¿cuál será?

Creo que el hecho de estar pensando aún en la obra significa que está bien: suelo tirar a la basura lo que no me gusta a los tres minutos de haberlo visto… en cambio, lo que me llama la atención, lo guardo durante más tiempo.

En estos días que han pasado, al menos tengo algo claro: me parece un exceso los desnudos que aparecen en la obra –lo digo temiendo parecer ante los otros un poco mojigata… pero qué importa, lo digo y ya–. Y es que si bien he estado analizando algunos de ellos, creo que el último personaje que sale enseñando sus partesillas al mundo es demasiado y, en mi opinión, completamente inútil y sin sentido.

Sin embargo, y como dato curioso, en un rápido chapuzón por Youtube me he encontrado con extractos de la obra, llevada a escena por otras agrupaciones, en las que es justamente el último personaje (¿o el primero?) el que se desnuda y no los otros tres. Quisiera tener en mis manos ahora el libro de Hugo Abraham Wirth para ver cuáles fueron las acotaciones que él hizo en el texto, pero pues no… ni lo tengo, ni lo he encontrado en internet, ni nada.

No consigo llegar al meollo del asunto, tal vez tendría que preguntarle al Mosco (alias Luis Manuel Aguilar… ¿o es al revés?), pero no lo haré. Simplemente sostengo mi opinión: me parece “too much” y punto.

Pero con todos esos desnudos o sin ellos, La fe de los cerdos permanece en mi cabeza. Me causa una sorpresa extraña el pensar que efectivamente hay muchas familias en México como la que se muestra en la obra. Me recuerda a una película que, aunque no tiene nada qué ver con el tema, me provoca exactamente la misma sensación: Vestigios (o Huellas, o Imprint, dirigida por Takashi Miike). Es el incesto pues, lo que me ha traído medio mareada.

A fin de sintetizar y no irme por las ramas –como suelo hacerlo–, fijaré con claridad algunos “me gusta, no me gusta” del espectáculo que ví.

“Me gusta”: entrar a la sala del teatro y ser guiada por uno de los personajes hacia la sala alternativa del recinto teatral.

“No me gusta”: todo el ruido que hacen los personajes al estar yendo de arriba a abajo en los andamios que forman parte de la escenografía… simplemente no le encuentro sentido a tanto brinco.

“Me gusta”: no haber visto a Humberto Armas, ni a Mario Iván Cervantes… es decir, dejé de ver a los actores y solamente me encontré con sus personajes: Fabián y Modesta, respectivamente.

“No me gusta”: el inútil (en mi opinión) monólogo que se echó Bernie (Olaff Herrera) moviendo la cabeza de un cerdo de un lado para otro.

“Me gusta”: ¡el puerquito!

“No me gusta”: los fragmentos en los que se escucha la voz de una mujer, como si se tratase de una conductora de radio.

No… no lo sé. Creo que tendré que seguir deshojando la margarita hasta encontrar si realmente me gusta o no esta obra que se presenta en el Teatro Experimental de Jalisco, a las 20:30 horas, los viernes y sábados, y a las 19:00, los domingos.

Ah, y ya para terminar… ¡Hoy es mi cumpleaños!

lexeemia@gmail.com

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