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Entre las piernas

Al dente

Por: EL INFORMADOR

Escena de la obra ''El gesticulador'', bajo la dirección de Beto Ruiz. E. BARRERA  /

Escena de la obra ''El gesticulador'', bajo la dirección de Beto Ruiz. E. BARRERA /

GUADALAJARA, JALISCO (28/AGO/2010).-  Ha pasado quizá una década desde la última vez que vi en escena El gesticulador, de Rodolfo Usigli, aunque no fue entonces cuando tuve mi primer encuentro con la obra de este dramaturgo; éste se remonta a mi años mozos (ja, ja, ja), cuando estaba en sexto de primaria o primero de secundaria y por azares del destino me encontré en mi casa un libro que incluía esta obra y La mujer no hace milagros, del mismo autor.

Poco después de haberlo leído, lo presté y aprendí la más importante de las lecciones de vida: “nunca prestes un libro, porque es poco probable que te lo regresen”. Jamás lo volví a ver, pero tengo la certeza de que en aquella ocasión en que me topé con la puesta en escena en el Foro de Arte y Cultura, recordé y añoré mi primer encuentro con este dramaturgo.

Desde hace varios meses, la obra ha vuelto a mi oídos y mis palabras con todo este asunto de la Compañía Estatal de Teatro que, reitero, no es ni compañía ni estatal, sino un proyecto subvencionado por el Gobierno del Estado para ofertar una breve temporada de una obra.
El hecho es que finalmente me fui a ver El gesticulador, bajo la dirección de Beto Ruiz. Unos días antes de “apersonarme” en el Foro de Arte y Cultura, alguien (Mayra) ya me había contado de la escenografía: “un petate al que le dan vueltas”. Definitivamente no entendí.

Me enteré también, por Norma, que los espectadores ocupaban el mismo espacio que los actores, y entonces me emocioné, porque de verdad me encanta cuando podemos ver todo como si estuviéramos dentro de la obra. Además, me hizo pensar en Un día cualquiera, obra de Darío Fo y Franca Rame que hace 10 años presentó en ese mismo espacio Beto Ruiz, con el grupo Teatroteatro, y Jessica Romo como actriz principal.

En aquél trabajo escénico, el director subió a la gente al foro y llevó a la actriz al límite del escenario, utilizando incluso las butacas del teatro como una suerte de artilugio escenográfico que después de un rato ya no lucía tan raro como al principio.

Con aquella puesta en escena, Ruiz accedió a la Muestra Nacional de Teatro que tuvo lugar en esta ciudad hace nueve años y en el caso de esta obra, nadie (de los capitalinos -odio esta palabra, por cierto-) tuvo nada qué decir en su contra.

El asunto es que me acordé de Un día cualquiera y me sentí más entusiasmada por tener finalmente la oportunidad de ir a echarle un ojo a El gesticulador. Sobra decir -supongo- que me gustó mucho el espacio escénico, el encuentro inmediato con la familia Rubio, César y Elena, acompañados por sus hijos Miguel y Julia; parados ahí, en una esquina del inmenso petate.

En otro rincón, entre una fila de 14 sillas y otra, con gradas detrás, estaban los instrumentos musicales. Estuve segura que por lo menos la música me gustaría, al desarrollarse en vivo con Nathalie Braux y Héctor Aguilar.

En términos generales me gustó el montaje de Beto Ruiz.

Si bien la obra per se es una fuerte crítica a la clase política de México, aparentemente la misma de antes y ahora, a menos que consideremos a Usigli un visionario; el director pone su sello al transformar a estos personajes en payasos, creo que hasta el momento son los únicos payasos que he disfrutado ver en escena.

Durante el transcurso de la obra hubo momentos en los que hasta me dieron ganas de aplaudir, pero me contuve. Percibí la misma disposición en el resto del público.

Entre los elementos que más llamaron mi atención, además de los payasos, la música, la iluminación de Rosa María Brito; la escenografía, del propio Ruiz, y el vestuario de Andrés David; debo mencionar a los títeres que acompañaban a Salinas (Fernando Axkaná), que me remitieron al señor Smith, de Matrix. Quizá vi mal y ésa no era la intención de Beto Ruiz, pero sinceramente ¡qué importa!

Como siempre, me gustó el trabajo de Jesús Hernández interpretando a César Rubio; Lupita Ortiz, en el papel de Elena, no me convenció del todo, aunque de vez en cuando percibí fuerza en su personaje.

Me gustó Julia con Paloma Domínguez, pero no disfrute su canto; a Andrés David, como Miguel, le reconozco algunos momentos en su actuación, pero me dio la impresión de que le faltó pasión para defender su interés por mantenerse apegado a la verdad y no a las apariencias.

De Fernando Axkaná me encantó su trabajo con Bolton, el gringo que llega a casa de los Rubio y contribuye a desencadenar el meollo del asunto; me pareció convincente su acento, aunque después me perdió un poco con Salinas. Pero eso sí, en conjunto, los “politicteres de Matrix” me gustaron bastante.

Chacho Araujo me pareció fantástico en sus dos versiones, una pequeña intervención como Emeterio Rocha; y otra un poco más extensa como el General Navarro, un malo muy malo, que en algún momento -por el porte- me hizo pensar en Karl Ruprecht Kroenen, uno de los personajes de Hellboy.

Ricardo Niño, Olaff Herrera y Christian Zatarain llamaron mi atención.

Quizá doy la impresión de que poco me gustó El gesticulador, sin embargo debo decir que es todo lo contrario; me parece que el montaje se desarrolla con muy buen ritmo, no hay lagunas en ningún momento, ni siquiera ante los inminentes giros del petate; la escenografía y el vestuario me parecen perfectos; y por otra parte, aplaudo el detalle de que el techo se venga abajo cuando se enciende la tensión en la escena.

Me agradó, sí. Estoy convencida de que ésta vez que vi la obra de Rodolfo Usigli me gustó más. La propuesta escénica es bastante interesante, puedo decir con toda franqueza que me seduce esa forma en que Beto Ruiz ve al teatro, pero ante todo, la forma en que conceptualiza los trabajos que elige para llevar a escena.

Vaya pues mi sincero reconocimiento a los actores, creativos y realizadores de El gesticulador, un trabajo que finalmente -después de tanto batallar- logró cocinarse y quedó al dente.

Sólo restan cuatro funciones de esta puesta en escena, hoy y mañana a las 17:00 y 20:00 horas.

lexeemia@gmail.com

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