Suplementos | Tapatío Entre cuarentones y veinteañeros Con la be que no va Por: EL INFORMADOR 7 de febrero de 2009 - 07:16 hs Según los veinteañeros, nosotros los cuarentones somos una generación obsoleta. Nos echan en cara que cuando asistimos a la escuela no teníamos la tecnología con la que ellos cuentan. Eso, sin duda es absolutamente cierto. Pero no estoy tan seguro que tanto artilugio les haya significado adquirir mayores conocimientos que los que aprendimos nosotros en lo que -para ellos- es la “era cuaternaria”. La semana pasada, mientras hacía cola en el supermercado, escuchaba -sin querer- a dos veinteañeros platicar. Cito un fragmento de la conversación: le pregunta el primero “¿Cómo te fue en los parciales?”, “Mal, caón”, “¿Y eso?”. Le pregunta el segundo: “¿Tú crees? Me reprobaron en el examen porque escribí burro con la ‘be’ que no va”; el primero muestra un semblante adusto y la cara compungida. Es decir, fue incapaz de retener en la memoria con cuál “be” se escribe burro. No me queda más que reconocer que nosotros no teníamos computadoras, apenas si teníamos un cuaderno de doble raya y plumas fuente con las que iniciamos haciendo palotes hasta conseguir escribir en letra palmer, algo que ellos ni siquiera saben que existió. Al tiempo, tuvimos que dejar de usarla y aprender a escribir en scrip o letra de molde. No teníamos procesadores de palabras ni correctores de ortografía, solo teníamos la gramática de Marín y un diccionario, pero era suficiente para escribir un texto en cristiano. Tampoco tuvimos calculadoras con más funciones que las que dio el cine Diana en sus buenos tiempos; bastaba la aritmética de Rozán y unas tablas de logaritmos para resolver un complejo problema de matemáticas. No teníamos internet, pero contábamos con la Enciclopedia Barsa, la Salvat o el Tesoro de la Juventud, con eso y un lápiz, era suficiente para hacer un trabajo acerca de los próceres de la patria o la teoría de la relatividad. No teníamos messenger para pedirles a nuestros compañeros que nos pasaran la tarea, así que tuvimos que aprender fonemas, lexemas, morfemas y no sé cuántas cosas más. Ellos, en cambio, aprendieron con gran destreza a hacer grafittis en propiedad ajena. No existía el comando “copiar y pegar”, con trabajos tuvimos copias fotostáticas que eran uno de los inventos más revolucionarios del momento, dado que nos permitía sacar copias de los apuntes de los compañeros para estudiar para los parciales a los que, sin duda alguna, sobrevivimos. Prueba de ello es que estamos aquí. Así que nos podrán acusar de haber crecido con una tecnología similar a la de los Picapiedra, pero tenemos el orgullo sin mácula, porque al menos sabemos que “burro” no se escribe con “be” de veinteañero. ¡Ahí la vemos, mis cuadernos de doble raya! Ah, pero ¿vieron lo de Phelps? ¡Le salió lo veinteañero! Ricardo Santos Temas Tapatío Lee También Portada: Yordanka Olvera, la chica de la taza La Capilla de la Cruz Blanca: memoria y silencio en Tonalá UdeG y Tapatío definen al Campeón de Campeones... sin ascenso, pero con orgullo “Kopalli: El espíritu astral” despierta en el Foro LARVA Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones