Suplementos | Querido Niño Dios, dos puntos, uno arriba del otro Entre cuarentones y veinteañeros Cuando nos portábamos bien para la Navidad Por: EL INFORMADOR 16 de diciembre de 2008 - 10:59 hs Aunque ustedes no lo crean, hubo un tiempo en que los ahora cuarentones andábamos por la vida con la fe que tienen los que todavía pueden contar sus años con los dedos de las manos, éramos almas que todavía no habíamos tenido tiempo de pecar, por supuesto que eso nos duró hasta que la infancia repentinamente se nos cayó por la borda. En aquella época -que por supuesto es prehistoria para los veinteañeros-, por estas fechas redactábamos nuestra carta de Navidad, sonaba -si no me falla la memoria-, más o menos así: Querido Niño Dios, dos puntos, uno arriba del otro. Este año en mi casa me he portado un poco regular, pero ya se va a quitar lo regular y va a cambiar a muy bien, en el colegio me he portado bien, pero para el otro año va a ser muuuy bien. Por lo tanto, quisiera que me trajeras: una avalancha, un espirógrafo Lilí-Ledy, un tirapapas, un Capitán Boy, una fábrica de horripicosas, una caja de calcetines Cibolain de lana, y si no los tienes, entonces una autopista Scalextric o un peteca como el que anuncia Pelé y por último, un barril de changuitos, ¡Ah! Y el robot de Perdidos en el Espacio. A cambio de estas cosas, te voy a prometer portarme muy bien. Te quiere y te adora… Y poníamos nuestra rúbrica con la misma seguridad con la que hoy, firmamos un crédito hipotecario. Ellas pedían: un horno mágico Lilí-Ledy, una peluca Mi Alegría, unos patines Jifra, un Twister, un yoyo “Duncan” y por supuesto año con año, la muñeca Lagrimitas que anunciaban en la tele con aquella pegajosa cancioncita que rezaba: “Llora y llora y mueve sus manitas, solo se contenta llevándola a pasear, a comer, a bañarse”… algo que a la fecha, a todas las mujeres les sigue funcionando. Acto seguido, metíamos la carta dentro del sobre más elegante que pudiéramos encontrar y la poníamos en la chimenea, días después, descubríamos con gran emoción que la carta ya no estaba, asumíamos que había llegado a su destino y entonces, sólo quedaba esperar la llegada de la Noche Buena. La mañana del 25 de diciembre corríamos con un entusiasmo desmedido a despertar a nuestros padres que duraban, lo que a nosotros nos parecía una eternidad, en llegar hasta al árbol de Navidad; procedía abrir cada uno de los regalos y volvernos locos de felicidad con lo que hubiera debajo del papel y los moños. Entonces salíamos a las calles a presumirlos y a jugar con los amigos de la cuadra. ¡Que tiempos aquellos! En contraparte, habrá que ver lo que piden los veinteañeros esta Navidad, pero de eso… hablaremos la próxima semana. Ricardo santos Temas Tapatío Lee También Museo JAPI: Color, juego y abstracción La vida en México comienza en el mar Las Chivas de Gabriel Milito se estrenan con empate ante Tapatío en duelo amistoso Portada: Yordanka Olvera, la chica de la taza Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones