Jueves, 09 de Octubre 2025
Suplementos | En la Ciudad de México se vivía casi alegremente la guerra contra los franceses en 1862

El Palo de Ciego: Don José Espronceda, un elegido de los liberales

n los cafés y tabernas se organizaban guerrillas y batallones en donde improvisados coroneles de utilería reclutaban regimientos de entusiastas contertulios perfumados que se enlistaban motivados por la euforia de los copetines y las encendidas arengas patrióticas.

Por: EL INFORMADOR

Por: Augusto Orea Marín

Tercera parte

Tengo que decirlo, para quien lo desconozca, que José de Espronceda es considerado como “uno de los más grandes poetas del siglo y el más sublime de todos los románticos”. Esto según su más autorizado biógrafo, Don José Cascales Muñoz. El Diablo Mundo, ese “centón de líricas y aún éticas intuiciones” comienza así:

Voguemos, voguemos
La barca empujad,
Que rompa las nubes,
Que rompa las nieblas,
Los aires, las llamas
Las densas tinieblas
Las olas del mar

De Espronceda murió en 1842 de garrotillo a la edad de 34 años, siendo fundador del Partido Republicano Español. No en balde fue seleccionado por nuestros liberales de El Palo.
Creo, sin temor a exagerar, que en el aspecto de publicidad El Palo de Ciego alcanzó verdadera genialidad, en cuanto recurrió para hacer publicidad al puro ingenio de sus colaboradores y no a la invención de mentiras escandalosas como se acostumbra ahora.
Juzguen ustedes si no es genial la manera de hacer publicidad a un estudio fotográfico. Cito:

“Nuestro querido Lanceta (uno de los colaboradores más violentos), no queriendo privar a las edades venideras de su arrogante figura, resolvió retratarse. Para cuyo efecto pasó al establecimiento situado en la calle de Capuchinas número 1, y quedó tan satisfecho de la exactitud de su efigie, que ha creído tener el deber de recomendar al público el referido establecimiento a todos los que no quieran morir el día que los entierren”.

En la Ciudad de México se vivía casi alegremente la guerra contra los franceses en 1862. En los cafés y tabernas se organizaban guerrillas y batallones en donde improvisados coroneles de utilería reclutaban regimientos de entusiastas contertulios perfumados que se enlistaban motivados por la euforia de los copetines y las encendidas arengas patrióticas. Los contingentes, casi siempre compuestos por jóvenes señoritos, se disolvían en cuanto terminaba el desfile, en donde estrenaban y presumían sus abigarrados uniformes, ante las mamás y novias que se desmayaban ante el heroico sacrificio de aquellos valientes voluntarios dispuestos a morir por la Patria. El problema era que nunca estos batallones podían conseguir las armas necesarias para combatir.
En verdad, fue famoso el “Batallón de Zuavos de Tenochtitlán”, pero no crean, señores, que por sus hazañas guerreras, que jamás cumplieron ninguna. El Palo publica respecto a eso lo siguiente. Cito:

“Secundamos la ecitativa (sic) que el ‘Constitucional’ hizo a los jóvenes que componen el ‘Batallón de Zuavos Tenochtitlán’, para que no usen el muy ridículo traje que han adoptado, propio más bien de un baile de carnaval que para los entusiastas defensores de la libertad e independencia de México”.

El uniforme en cuestión consistía en pantalón bombacho amarillo, media bota negra, casaca roja con dos bandas entrelazadas blancas y gorro frigio azul. Como ustedes verán, esos valientes eran un perfecto blanco para los fusileros franceses ya que la idea del camuflaje aún no aparecía. Sin embargo, ese heroico batallón no tenía armas, y para camuflar su falsa posición publicaron en El Palo el siguiente anuncio entre grandes admiraciones:

“Fusiles, fusiles. En el Batallón Zuavos de Tenochtitlán en su cuartel de ex convento de la Encarnación se pagan al contado por el coronel R. Echenique encargado del detal”.

Este urgente reclamo sucedía mientras los indígenas juchitecos y zacapoaxtlas, a machetazo limpio hacían correr a los zuavos franceses. He de aclarar que el heroico Batallón nunca peleó por falta de armas y, que su más arriesgada actuación fue la de servir de chambelanes en el baile que organizaron los liberales con asistencia del Señor Juárez para celebrar la Batalla del 5 de Mayo.

Próximo número:
Amenazan con el larguísimo poema de Espronceda en el número 18.
Sólo como dato curioso, les diré que este periódico que tronaba contra los franceses, eran ellos sus principales anunciantes.

Tapatío

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