Domingo, 16 de Junio 2024
Suplementos | Por Cristóbal Durán

Egeria, la mujer de tierras santas

Viajeros en la Historia

Por: EL INFORMADOR


Daremos hoy noticia de otra extraordinaria mujer, de esas que se atreven a hacer lo que nadie en su época hubiera emprendido. Es uno de esos casos extraños que nos hacen pensar que aun cuando las reglas y las normas de disciplina y comportamiento son rígidas y con sanciones severas para quien no las cumpla, hay personas que trasgreden la regla y precisamente por eso terminan siendo un referente, sobresalen del resto de los individuos.    Egeria es el nombre de la mujer viajera de la que hoy vamos a compartir algunas impresiones. Poco se sabe de su vida, incluso, aunque vivió hacia la segunda mitad del siglo IV, fue apenas hasta 1884 que el mundo moderno supo de ella cuando fue encontrado un diario de viaje y otros documentos que hablan de su periplo.
Se cree que fue originaria de Galicia, Hispania, en los tiempos en que ésta era provincia romana. Al parecer, era familiar de Aelia Flacilla, primera esposa del emperador romano de origen hispano, Teodosio el Grande, impulsor del cristianismo. Incluso, existe la teoría de que fue hermana de Gala, mujer de Prisciliano de Ávila, primer obispo hereje ejecutado por la Iglesia Católica.
El caso es que nuestra viajera, Egeria, un buen día decidió salir de su pueblo (hacia el año 393 dC) para visitar los lugares de que tanto se hablaba en las santas escrituras. Tenía las posibilidades económicas para hacerlo pero también poseía gran cultura, una profunda religiosidad y una enorme curiosidad que no conocía límites, como ella misma lo expresó. Fue abadesa de un convento y poseía  conocimientos de griego, literatura y geografía.
En este diario, conocido ahora como Itinerarium ad loca sancta, describe con detalle la manera en que se viajaba en aquellos lejanos años en que las largas y múltiples calzadas (cursus publicus) construidas por los romanos, conectaban varias ciudades de Europa, especialmente con Roma. Era una red como de 80 mil kilómetros de caminos por las que se desplazaban las legiones romanas, y al mismo tiempo eran aprovechadas por los viajeros y comerciantes. “Todos los caminos llevan a Roma”, dice el viejo proverbio, basado en este desarrollo carretero romano.
La primera región que visitó fue la de Jerusalén, Belén, Galilea y sus amplios alrededores; visitó el monte Sinaí y se decidió ir hasta Mesopotamia y Siria para luego regresar por Constantinopla. Su fervor religioso le hizo aceptar con asombrosa facilidad e ingenuidad que tal o cual pasaje bíblico tuvo lugar en este o aquel lugar, bajo este árbol o junto aquel pozo. Pero más allá de ello, aquel pequeño mundo imperial lo recorrió como recorrer las calles de su pueblo, su pasión por la historia de Jesús y los apóstoles le impresionó de sobre manera y quiso estar en esos lugares aprovechando que los cristianos habían dejado de ser perseguidos, muy al contrario, se habían convertido en perseguidores y en la religión oficial del imperio.
Al parecer, Egeria contó con una especie de “pasaporte” que le permitió viajar por el imperio además de contar con protección militar al transitar por lugares peligrosos. Cuenta que pedía posada en monasterios, mansiones u otros espacios; los viajes eran difíciles, largos y muy costosos. En una de las cartas escritas a sus hermanas les dice: “…a partir de este punto despachamos a los soldados que nos habían brindado protección en nombre de la autoridad romana… ahora estoy en la vía pública de Egipto, que atraviesa la ciudad de Arabia, y que va desde la Tebaida hasta Pelusio…” Llegó a tener cierta fama como mujer viajera, y cuenta también que muchas personas se aprestaban a escoltarla y servirle de guía.
Los documentos (códice de 37 folios) encontrados en 1884, en Arezzo, Etruria, dieron luz a la vida de esta mujer, que en un principio se creyó que era una tal Silvina de Aquitania; pero en 1903, Mario Ferotín descubrió que se trataba de Egeria, la monja española que ahora se considera la primera mujer viajera de la historia, y la primera persona en escribir un libro de viaje… a tierras santas.

Cristóbal Durán
ollin5@hotmail.com

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