Suplementos | Por: Juan Palomar Diario de un espectador jpalomar@informador.com.mx Por: EL INFORMADOR 27 de noviembre de 2010 - 01:26 hs GUADALAJARA, JALISCO (27/NOV/2010).- Atmosféricas. “Hay que saber no encender una lámpara en una habitación cuando se está apagando el día. El mundo cambia, la habitación también. Nosotros también”. Un largo rato sigue resonando esta frase de Roger Munier. Atrás de la ventana el jardín prosigue sus operaciones rumbo a la noche. De este lado del muro, los objetos adquieren una nueva gravitación y las sombras acentúan el tenue resplandor que parece emanar de las cosas mismas. Remotos y tan inmediatos ecos de la enseñanza paterna ante los cortes de electricidad, más frecuentes entonces: permanecer quieto y en paz, decía, agradecer la pausa, pensar en medio de la penumbra. Un largo rato pasaba entonces, puntuado por el brillo intermitente de la brasa del cigarro. ** Del libro de las imágenes indelebles. Un paisaje todo en grises al que enmarca un óculo oblongo de trazo simple y refinado. La casa mira el valle cubierto de nubes. Éste es uno de sus ojos vigilantes y calmos. Por él desfila el tránsito de los días, la hilera de las estaciones, las apariciones y ocultamientos de los volcanes, el frágil arribo de los pasajeros habitantes. La casa se gana así, a cada vez, su dominio sobre esa región del mundo: no sólo durar, no basta estar allí, es preciso cambiar una parte de su materia y su alma por el paso de una nueva jornada. Es así que las construcciones de los hombres enraízan en el lugar de su destino y en la memoria de quien las considera. El paisaje sigue cambiando. Los potreros mudan su talante, la arboleda del río crece y levanta un perfil más vigoroso, los cerros, mansos, se acercan en la tarde. El salitre implacable, el musgo paciente y las sombras continúan su trabajo en la fachada iluminada. ** Región. Juan José Arreola habla de Zapotlán: Tierra donde hay una laguna soñada que se disipa en la aurora. Una laguna infantil, como un recuerdo que aparece y se pierde llevándose los juncos y sus verdes riberas. Blanco espejo del cielo, lo atraviesan las nubes, y la garza viajera sueña su blanco sueño sobre el cristal del agua. ** El paseo de los gigantes. Por estos días se inicia una vistosa intervención en las calles de Guadalajara, por parte de la compañía francesa Royal de Luxe. Es conocida la trayectoria de esta agrupación originaria de Nantes –la ciudad de Julio Verne– y dedicada a la producción de grandes espectáculos que irrumpen en la ciudad y proponen una narrativa urbana distinta y extraordinaria con sus enormes personajes y sus variados recursos escenográficos. Será interesante observar la reacción de los tapatíos, a los que esta novedad depara trastornos y dilaciones en sus recorridos, y en cambio les ofrece la invitación a la sorpresa, a la fantasía, a lo desacostumbrado. A cosas que hacen falta. ** Einstein: “La experiencia más bella y más profunda que pueda tener el hombre es el sentido de lo misterioso. Él constituye el fundamento de la religión y de todo afán profundo en arte y ciencia. Quien no lo haya experimentado me parece, si no muerto, al menos ciego… El percibir que, tras lo que podemos experimentar, se oculta algo que es inalcanzable a nuestro espíritu –algo cuya belleza y sublimidad nos alcanza sólo indirectamente y a modo de pálido reflejo– es religiosidad”. ** R.E.M.: un recorrido, las últimas semanas, por la obra de la banda de Atenas, Georgia, que este año alcanza los tres decenios en circulación. Es notable la consistencia, dentro de un abanico expresivo muy amplio, de su trabajo. Queda la impresión de que en los primeros discos puede adivinarse el desarrollo de ulteriores entregas, de que en las últimas piezas se pueden oír trasuntos de los iniciales impulsos. No es esta una limitación, sino al contrario: la memoria y la intuición, de parte de quien oye, hacen su trabajo y van completando una de las experimentaciones más interesantes que pueden darse en el rock de los últimos tiempos. La deriva de R.E.M., que los llevó de los territorios marginales del indie rock y su escucha a través de estaciones universitarias de los primeros años ochenta hasta el mainstream, prueba que se puede aspirar a hacer música sin concesiones y ampliar al mismo tiempo su vigencia frente al gran público. Trasladar esta experiencia a otros terrenos y disciplinas puede ser aleccionador. R.E.M.: Rapid Eye Movement. Movimientos oculares rápidos: los que se desarrollan en la fase del sueño en donde son más abundantes, precisamente, los sueños. ** Leyendo a Rulfo. Una sola frase dicha como al desgaire, un encabalgamiento de palabras que convocan otros fantasmas, el consabido acercamiento al sesgo del coyote: es, otra vez, la misma experiencia irrepetible. Palabras oídas hace muchos años bajo un zaguán del Sur; palabras leídas recién ahora. Lectura arrasadora en su amargura, reconfortante en su sabiduría larga, en su lucidez desoladora, en su belleza esencial: “Afuera seguía oyéndose cómo avanzaba la noche. El chapoteo del río contra el tronco de los camichines. El griterío ya muy lejano de los niños. Por el pequeño cielo de la puerta se asomaban las estrellas. (…) Ustedes saben, uno es arriero. Por puro gusto. Por platicar con uno mismo, mientras se anda por los caminos”. jpalomar@informador.com.mx por: Juan Palomar Atmosféricas. “Hay que saber no encender una lámpara en una habitación cuando se está apagando el día. El mundo cambia, la habitación también. Nosotros también”. Un largo rato sigue resonando esta frase de Roger Munier. Atrás de la ventana el jardín prosigue sus operaciones rumbo a la noche. De este lado del muro, los objetos adquieren una nueva gravitación y las sombras acentúan el tenue resplandor que parece emanar de las cosas mismas. Remotos y tan inmediatos ecos de la enseñanza paterna ante los cortes de electricidad, más frecuentes entonces: permanecer quieto y en paz, decía, agradecer la pausa, pensar en medio de la penumbra. Un largo rato pasaba entonces, puntuado por el brillo intermitente de la brasa del cigarro. ** Del libro de las imágenes indelebles. Un paisaje todo en grises al que enmarca un óculo oblongo de trazo simple y refinado. La casa mira el valle cubierto de nubes. Éste es uno de sus ojos vigilantes y calmos. Por él desfila el tránsito de los días, la hilera de las estaciones, las apariciones y ocultamientos de los volcanes, el frágil arribo de los pasajeros habitantes. La casa se gana así, a cada vez, su dominio sobre esa región del mundo: no sólo durar, no basta estar allí, es preciso cambiar una parte de su materia y su alma por el paso de una nueva jornada. Es así que las construcciones de los hombres enraízan en el lugar de su destino y en la memoria de quien las considera. El paisaje sigue cambiando. Los potreros mudan su talante, la arboleda del río crece y levanta un perfil más vigoroso, los cerros, mansos, se acercan en la tarde. El salitre implacable, el musgo paciente y las sombras continúan su trabajo en la fachada iluminada. ** Región. Juan José Arreola habla de Zapotlán: Tierra donde hay una laguna soñada que se disipa en la aurora. Una laguna infantil, como un recuerdo que aparece y se pierde llevándose los juncos y sus verdes riberas. Blanco espejo del cielo, lo atraviesan las nubes, y la garza viajera sueña su blanco sueño sobre el cristal del agua. ** El paseo de los gigantes. Por estos días se inicia una vistosa intervención en las calles de Guadalajara, por parte de la compañía francesa Royal de Luxe. Es conocida la trayectoria de esta agrupación originaria de Nantes –la ciudad de Julio Verne– y dedicada a la producción de grandes espectáculos que irrumpen en la ciudad y proponen una narrativa urbana distinta y extraordinaria con sus enormes personajes y sus variados recursos escenográficos. Será interesante observar la reacción de los tapatíos, a los que esta novedad depara trastornos y dilaciones en sus recorridos, y en cambio les ofrece la invitación a la sorpresa, a la fantasía, a lo desacostumbrado. A cosas que hacen falta. ** Einstein: “La experiencia más bella y más profunda que pueda tener el hombre es el sentido de lo misterioso. Él constituye el fundamento de la religión y de todo afán profundo en arte y ciencia. Quien no lo haya experimentado me parece, si no muerto, al menos ciego… El percibir que, tras lo que podemos experimentar, se oculta algo que es inalcanzable a nuestro espíritu –algo cuya belleza y sublimidad nos alcanza sólo indirectamente y a modo de pálido reflejo– es religiosidad”. ** R.E.M.: un recorrido, las últimas semanas, por la obra de la banda de Atenas, Georgia, que este año alcanza los tres decenios en circulación. Es notable la consistencia, dentro de un abanico expresivo muy amplio, de su trabajo. Queda la impresión de que en los primeros discos puede adivinarse el desarrollo de ulteriores entregas, de que en las últimas piezas se pueden oír trasuntos de los iniciales impulsos. No es esta una limitación, sino al contrario: la memoria y la intuición, de parte de quien oye, hacen su trabajo y van completando una de las experimentaciones más interesantes que pueden darse en el rock de los últimos tiempos. La deriva de R.E.M., que los llevó de los territorios marginales del indie rock y su escucha a través de estaciones universitarias de los primeros años ochenta hasta el mainstream, prueba que se puede aspirar a hacer música sin concesiones y ampliar al mismo tiempo su vigencia frente al gran público. Trasladar esta experiencia a otros terrenos y disciplinas puede ser aleccionador. R.E.M.: Rapid Eye Movement. Movimientos oculares rápidos: los que se desarrollan en la fase del sueño en donde son más abundantes, precisamente, los sueños. ** Leyendo a Rulfo. Una sola frase dicha como al desgaire, un encabalgamiento de palabras que convocan otros fantasmas, el consabido acercamiento al sesgo del coyote: es, otra vez, la misma experiencia irrepetible. Palabras oídas hace muchos años bajo un zaguán del Sur; palabras leídas recién ahora. Lectura arrasadora en su amargura, reconfortante en su sabiduría larga, en su lucidez desoladora, en su belleza esencial: “Afuera seguía oyéndose cómo avanzaba la noche. El chapoteo del río contra el tronco de los camichines. El griterío ya muy lejano de los niños. Por el pequeño cielo de la puerta se asomaban las estrellas. (…) Ustedes saben, uno es arriero. Por puro gusto. Por platicar con uno mismo, mientras se anda por los caminos”. Temas Tapatío Diario de un espectador Lee También El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Año de “ballenas flacas” El maestro de la brevedad: a 107 años del nacimiento de Juan José Arreola La vida del jazz tapatío Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones