Suplementos | Por: Juan Palomar Diario de un Espectador jpalomar@informador.com.mx Por: EL INFORMADOR 2 de octubre de 2010 - 01:35 hs GUADALAJARA, JALISCO (02/OCT/2010).- Octubre sale a escena. El fresco de las mañanas, más vivo, denota la estación. La llamarada escoge estos días para hacer sus juegos pirotécnicos. El anaranjado de sus flores súbitas hace el exacto contraste con el intenso azul del cielo, su color complementario. Discretas confirmaciones anuales de la teoría del color que Josef Albers llevara a sus extremos de refinamiento. La hortaliza progresa, cosechando infantiles asombros. ** Regresando de México, la carretera discurre por las últimas tierras altas de la sierra mexiquense. Desde el desfiladero, se abre una perspectiva pasmosa: la límpida extensión de la laguna de Cuitzeo refulge con una sutil gama de azules purísimos, entreverados con el verde profundo de las islas, que parecen derivar muy despacio sobre la bruma de la hora. Un paisaje que se antoja surgido de una intemporal, intacta, milagrosa duración milenaria. Visiones que entregan, al paso, la clave de una geografía y un talante sin duda nutricios, fundacionales. Nunca sabremos el exacto peso específico que para el espíritu significan estos dones: pero en ellos se encierra una parte preciosa de la comprensión del mundo que logramos, trabajosamente, alcanzar. Nubes a ras del suelo de colores imposibles: la floración estalla lentamente. Dos niños aprenden sin saberlo algo de la suave, misteriosa, hondura de su país. Y mientras, cantan. ** El Museo Tamayo sigue sus arreglos. La mitad está cerrada por renovación. El gran cubo de hierro de Fernando González Gortázar continúa su incesante oxidación frente a la entrada. Más allá, un performance de Tino Seghal recibe al paseante desprevenido que camina rumbo al Museo de Antropología. Una canción mexicana se queda flotando en el aire. En el Tamayo hay dos exposiciones. Una de ellas se llama La marquesa salió a las cinco… y es de la autoría del tapatío Jorge Méndez Blake. Forma parte de la serie de “lecturas” que el museo propone a partir de los acervos de la colección de Tamayo. Méndez Blake organizó una instalación que evoca una biblioteca que dialoga con las piezas por él seleccionadas. Para ello, proyectó y construyó una serie de libreros de buena factura y certero diseño, que de alguna manera recuerdan los muebles que proyectara Donald Judd, en los que la depuración y la economía de recursos lograban transfigurar lo utilitario y conferirle otra dimensión. Hay un pequeño Mark Rothko que vale por sí solo el viaje. En una torre-librero, mero arriba, inaccesibles, se encuentran algunos libros de la colección personal del pintor oaxaqueño: tal vez una metáfora de la irreductible soledad de cada universo personal. Dispersos, algunos ejemplares de obras que aluden a las piezas expuestas y plantean diversas conexiones y confluencias, pueden ser leídos por el curioso que así lo quiera, sentado en unas bonitas sillas cincuenteras provenientes de la colección de Claudia Fernández. ** El entusiasta galerista valenciano Luis Adelantado, viejo conocido de cuando en Guadalajara hubo una feria de arte contemporáneo, montó una potente galería no lejos de Polanco. Tiene algunos espacios excepcionales para mostrar obra de gran y pequeño formato. Particularmente interesante es un sótano levemente piranesiano que alguna vez albergara unas modestas termas. El visitante puede apreciar el work in progress de una exposición que se llama Pater/Padre: es el trabajo conjunto, opuesto y complementario de Marcos Castro y su papá, Alberto Castro Leñero. Un descubrimiento: la obra del muy joven artista mexicano Alfredo Mendoza. ** Otra galería interesante, en la Colonia Roma: Labor, regenteada por Pamela Echeverría. Instalada en lo que fuera un casino de barrio, alberga un bonito cuarto, bien iluminado, en donde está montada una muestra de Pablo Vargas Lugo llamada Historis Odius. Tal denominación proviene del nombre científico de una misteriosa mariposa que posee unos pasmosos poderes para camuflarse de acuerdo a los colores y texturas de los entornos que va atravesando. Esto, a pesar de ser ciega. El visitante se enfrenta, al llegar, con un telón negro en el que hay un elaborado agujero (la pieza se llama “Ombligo”): si se asoma por él, descubre una gran mariposa hecha de banderas –uno de los temas recurrentes en el artista. ** Sobre Veracruz, en un local nondescript, está la galería Gaga. Pertenece al joven e inquieto chihuahuense Fernando Mesta Orendain. Actualmente se puede ver una colección de diez piezas del artista Josef Strau. La muestra se llama algo así como La experiencia del “¿por qué todo esto me pasa a mí?”. Diez lámparas alineadas contra la pared acompañando a diez pinturas casi inmateriales, más algunos otros objetos cotidianos e insólitos en su dislocada familiaridad. La consideración de las diez obras remite a la extrañeza esencial que la realidad encierra a cada paso, como una carga de profundidad que detona conexiones y reflexiones inesperadas y fértiles. ** La galería de la Universidad Metropolitana presenta una exposición colectiva. Recibe al visitante un siniestro y contundente mural de Carlos Aguirre que retrata al sesgo el terrible mundo del narco. ** Kurimanzutto estrenó galería hace algunos meses. Las instalaciones son pertinentes e impecables, y la arquitectura es de una brillante discreción. Pasando la gran sala, en la parte de atrás, hay un corredor con un pequeño jardín que se quisiera más grande. La actual exposición, Naturaleza muerta, está a cargo de Jonathan Hernández y Pablo Sigg. Hernández presenta, fiel a su trayectoria, una serie de recortes de prensa, principalmente fotografías, acomodados en cuadros: scrap-books abiertos e intrigantes. Cada uno de ellos organiza una serie: filas, desastres aéreos, naufragios, gente que se lamenta… Acordándose de otros scrap-books, este espectador oscilaba entre la ingenua diversión que proporcionan las sucesiones de imágenes y el inteligente juego de espejos que entre una obra y las demás se establecía. Como con un huesote, ícono instantáneo, pintado con los colores nacionales. Dispositivos y designios. ** Las barricadas misteriosas. Días oyendo sin cesar esta hipnótica composición de Couperin, exacta evocación –y descripción– del misterio y la maravilla del mundo. Temas Tapatío Diario de un espectador Lee También El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Año de “ballenas flacas” El maestro de la brevedad: a 107 años del nacimiento de Juan José Arreola La vida del jazz tapatío Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones