Suplementos | El relajo aportado por la Generación del Galimatías De memoria Muy rara vez aparece en la cultura de una ciudad un grupo como el que se empezó a gestar a principios de la década de los ochenta en Guadalajara Por: EL INFORMADOR 28 de septiembre de 2008 - 06:10 hs Muy rara vez aparece en la cultura de una ciudad un grupo como el que se empezó a gestar a principios de la década de los ochenta en Guadalajara, integrado por jóvenes con intereses diversos que abarcaban el periodismo, la caricatura, la música, el diseño y los medios de comunicación pero cuyas pretensiones no parecían ir más allá de la mera diversión. Estas finísimas personas confluyeron en el ITESO, específicamente en la carrera que por entonces era refugio habitual para quienes tenían cierta inclinación artística no asumida del todo: Ciencias de la Comunicación. Manuel Falcón abrió el fuego irreverente en los pasillos con el Murosema, un periódico mural donde aparecían caricaturizados los profesores de la carrera. Después la fiesta continuó con nuevos cómplices en un periódico escolar de paródico nombre: Unonoesninguno, al cual se sumaron nombres que han destacado en diversas actividades posteriores: Jis, Trino, Paco Navarrete, Alejandro Rizo, Jabaz, Toño Márquez, Enrique Blanc, Josel y el Ché Bañuelos, quienes habrían de formar parte fundamental de la generación. La publicación causó tal controversia que pronto tuvo que dejar de distribuirse. Pero el acabose vino con otra modesta revista que provocó al mismo tiempo furor y escozor y que les dio renombre más allá de las fronteras tapatías. La alineación se reforzó con varios nombres que nos dan hoy el pretexto perfecto para llamarlos La Generación del Galimatías. En la revista publicaron monos, cartones y textos, además de los ya mencionados, algunos otros autores que, por diversas razones e intereses, se dedicaron más adelante a otras cosas: el famoso cineasta Guillermo del Toro, el compositor de música de concierto Carlos Sánchez (conocido entonces como Esegé), el pintor y rocanrolero José Fors, el multifacético artista hoy desaparecido Julio Haro, otro pintor muy reconocido que entonces firmaba como Betini y que hoy conocemos como Roberto Rébora, la escritora de cuentos infantiles, también ya fallecida, Susana San Román, el pintor y diseñador gráfico Porfirio Torres Postof, el fotógrafo Luis Caballo y varios más. El humor que siempre manejó el grupo estaba marcado por la irreverencia, la provocación, la chacota, la parodia, los temas sexuales, religiosos y políticos. Humor muy sano, por lo que puede verse. El humor gráfico era uno de los distintivos más reconocibles de la generación, pero no todos sus integrantes tenían facultades para la moneada. Sin embargo sería injusto considerar como menores a quienes no dibujaban ya que ellos participaban con solvencia, desparpajo y con la misma dosis de humor irreverente desde su propia trinchera: la escritura. Navarrete, Haro, Márquez, Meche Cárdenas, Juan José Doñán, Luis Usabiaga escribieron para diferentes proyectos del grupo. La radio fue otro de los sitios donde se desarrolló de manera brillante el diversificado talento humorístico de la generación, a través, sobre todo, de Radio Universidad de Guadalajara en programas como Gárgaras, El Festín de los Marranos -emisión nocturna hilarante y desquiciada de varias horas de duración, donde Navarrete, Trino, Julio Haro y el Ché Bañuelos lo mismo parodiaban al rector en turno -nada menos que ¡Raúl Padilla!- que hacían sketches sobre Batman y Robin, ponían música nueva, escribían radionovelas o improvisaban sobre cualquier tema de actualidad, siempre con sarcasmo y jiribilla-. Años después La Pitaya ye-yé, con Trino, Usabiaga y Octavio Limón llevó la locura a terrenos insospechados en horario de mediodía con personajes como El Tío Guayabito o El Matacursis, y se volvió un referente que hasta la fecha tiene nostálgicos fanáticos. Por su parte Toñimex, Meche Cárdenas y otros cómplices han seguido el camino de las ondas hertzianas en emisoras comerciales a través de programas como Tripas de Gato, Chiras Pelas y Radio Bomba. Otras publicaciones periódicas también dieron cabida a los moneros: En Guadalajara Varia, publicación dirigida por Avelino Sordo, como su nombre lo sugiere, se dedicaba a diversos temas culturales –literatura, artes visuales, música- y fue una de las primeras que incluyó de manera constante a los jóvenes moneros desde principios de la década de los ochenta. Del Distrito Federal, La Regla Rota y La Pus Moderna, la segunda sucesora de la primera, revistas de aire contracultural dirigidas por Rogelio Villarreal y Mongo Sánchez Lira donde las irreverencias de Jis, Trino y compañía cabían perfectamente. Gracias a ellas encontraron un sector que pronto les dio su reconocimiento fuera de Guadalajara; El Chahuistle fue otra revista capitalina que les abrió sus puertas. Por supuesto los suplementos de varias publicaciones abrieron sus puertas a la generación, lo cual tuvo sus consecuencias: la llegada a públicos más amplios, el enfrentamiento con ciertos elementos de censura, la necesaria disciplina para entregar el trabajo cada semana y, quizás lo más importante, la posibilidad de recibir una retribución económica por el trabajo. La Cultura en Occidente, La Mamá del Abulón, Tu Hermana la Gordota, El Ojo de Pancha, son sólo algunos títulos memorables donde la lista de autores aumentó con la participación de Gerardo Lammers Ger, Erándini, Juan Romo, Alejandro Colunga y Eduardo Ávila, entre otros. Como una consecuencia natural de las publicaciones en periódicos, han surgido a lo largo de los años muchos libros donde se recopila el trabajo de Jis, Trino, Falcón y Jabaz. Aunque algunos han sido concebidos explícitamente desde el principio como libros, la mayoría reúne de forma temática cartones, tiras e historietas que han sido publicadas antes. Los Manuscritos del Fongus, los varios volúmenes de El Santos Contra la Tetona Mendoza, El Sexenio Opaco, Historias del Rey Chiquito, Historias Paralelas, Sepa la Bola, son solo algunos de los muchos libros publicados. Por si fuera poco la música y el teatro también fueron pistas de despegue creativo; en lo primero con grupos de rock como Plasmodia, Opus Nite y, por supuesto, El Personal que llevó el relajo hasta el extremo con canciones que aludían sutilmente –y no tanto- al sexo y que retaban a la mojigatería de la ciudad. En cuanto al teatro fue Julio Haro, el mismo compositor de las letras de El Personal, quien encabezó obras jocosas como Apocalipsis Wow, Mamá soy Edipo y algunas más. La citada carrera de comunicación cumple 40 años de vida y con ese pretexto se inauguró en días pasados una exposición titulada muy ad hoc Finísimas Personas, la Generación del Galimatías, donde se relata más ampliamente lo que he escrito hasta aquí: la cronología de una generación que se inició hace 30 años y que, vista en retrospectiva, nos muestra su importancia al haber contribuido a hacer de Guadalajara una ciudad más vivible, menos mojigata, en suma, más relajienta. Nunca pensé que algún día sería “co-curador” de alguna exposición –cualquier cosa que eso signifique-, pero por invitación de Gutierre Aceves participé con ese cargo en la muy divertida y edificante tarea de armar ésta junto con un equipo muy capaz y creativo integrado por Jabaz, Erandi Medina, María Laura Flores, Emma Urbina, Rubén Páez y el propio Gutierre. La exposición está abierta en la Casa ITESO Clavigero, José Guadalupe Zuno 2083. por: alfredo sánchez Temas Tapatío Lee También El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Año de “ballenas flacas” El maestro de la brevedad: a 107 años del nacimiento de Juan José Arreola La vida del jazz tapatío Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones