Viernes, 20 de Junio 2025
Suplementos | Carlos González Martínez

Ciudad: Una hora por el planeta

Oscuridad para reflexionar

Por: EL INFORMADOR

Se enteraron primero por un movimiento en cadena originado en Facebook. Luego descubrieron su inmensa campaña alrededor del mundo. Verónica, Pablo y Bety fueron parte de la ”La hora del planeta” y el sábado 28 de marzo pasado, apagaron todas las luces de su casa por 60 minutos en compañía de sus amigos de la universidad. Ese fin de semana fue distinto al de los demás… no hubo un iPod, ni un estéreo para amenizar la charla; tampoco una luminaria eléctrica que definiera sus figuras a decir de Bety: “Nos reunimos en casa de ‘Vero’ y un amigo que sabe tocar la guitarra cantó rolas de Mecano, Gianluca Grigniani y hasta Franco DeVita (ríe)… pusimos velas y la charla giró en torno a nuestro futuro, nuestros hijos, el petróleo, el dinero… yo hasta tenía ganas de llorar, el mundo está loco y lo que era una hora bohemia se convirtió en una de reflexión y unión”.

El movimiento busca hacer conciencia del daño ambiental tras el calentamiento global. Se creó en 2007 en la ciudad de Sidney, Australia, por iniciativa de la organización World Wildlife Fund. Ese año alrededor de 2.2 millones de personas y empresas apagaron sus luces durante 60 minutos. Actualmente suman 950 ciudades y miles de empresas y organizaciones adheridas al movimiento en todo el mundo. El trío de tapatíos, sus amigos y miles más fueron parte de las mil millones de personas que apagaron sus luces en 2009, en punto de las 20:30 horas. Pablo, contextualizado en el tema, aclara que la idea de esta acción es apagar sólo las luces “no escenciales”: las decorativas. “Esas de empresas o gobiernos, como la de la Minerva”.

 Y así fue. En Guadalajara la fuente-glorieta emblemática se oscureció junto con Palacio Municipal, Los Arcos, la Rotonda de los Jalicienses Ilustres, el Instituto Cultural Cabañas y 35 edificios más.

La acción no fue ociosa. México emite el dos por ciento de gases causantes del calentamiento global; ocupa el lugar 14 en la emisión de bióxido de carbono a la atmósfera, con 512 millones de toneladas1. “Y tenemos que cambiar”, asegura Bety, “creo que ahora los jóvenes estamos más preparados, más sensibles a nuestro mundo… ya mis hijos aprenderán que en su casa tienen que seprar la basura, ahorrar agua y luz, y ellos heredarán estos hábitos a sus hijos”. Pablo le da un giro al discurso habitual. “Creo que estamos muy mal, pero también, yo que estudio historia, digo que nunca antes, como en ninguna etapa del ser humano, el hombre se había preocupado por cuidar a su planeta y hacer algo por él no soy ecologista, soy alguien que quiere vivir saludable y bien”.  

En la oscuridad de ese sábado no se dejaron a un lado las risas, los tragos y la charla de siempre. Sólo que ese día se habló del futuro, de lo que viene, de lo que se desea… el calor de la electricidad no fue necesario para solidificar la amistad.

Tapatío

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