Suplementos | texto: yair lópez Arte sonoro El paisaje acústico Por: EL INFORMADOR 7 de febrero de 2009 - 07:39 hs “Denomino soundscape -paisaje sonoro- al entorno acústico, y con ese término me refiero al campo sonoro total, cualquiera que sea el lugar donde nos encontremos”. Con las palabras anteriores, Murray Schafer, músico, compositor, escritor y catedrático nacido en Canadá en 1933, denomina el soundscape. Este término acuñado por él mismo, que pertenece a una de las ramas de las artes sonoras, tiene que ver con la contemplación y preservación de la ecología acústica -los sonidos del mundo-. Generalmente podemos encontrar en él un catálogo de fotografías de distintas partes del mundo, así como video. Murray Schafer se preocupó por preservar los sonidos del mundo. Fundó el proyecto The world soundscape project (WSP) a finales de los años sesenta y principios de los setenta en la Universidad Simon Fraser en conjunto con sus amigos Bruce Davis, Peter House, Barry Traux y Howard Broomfield. De esta aventura sonora se obtuvieron conciertos, documentos sonoros y libros. The tuning of the world es el libro más conocido de Schafer. El término acuñado por el compositor canadiense es una palabra que se deriva de landscape, palabra que proviene del inglés y su traducción es paisaje. Podemos imaginar cómo serían, por ejemplo, los paisajes sonoros de las obras de Juan Rulfo: tonos grises, desérticos y que se alejan en la mayoría de las ocasiones de toda civilización. Cuando escuchamos paisaje efectivamente nos imaginamos esas experiencias que tenemos visualmente increíbles de la selva, el mar, la montaña, el campo, en su mayoría fuera de la ciudad. Nunca imaginamos el paisaje de nuestro cuarto, de la cocina, del baño, del cuarto de azotea. Schafer hace una anotación con referencia a cómo utiliza la palabra paisaje y nos dice que no está limitada a los lugares exteriores. Entonces podemos tener nuestro paisaje sonoro de la oficina o de un parque. En noviembre de 2008, en la Ciudad de México, tuve una plática con Israel Martínez, artista sonoro –http://www.israelm.com- y Manrico Montero, director de la disquera Mandorla –http://www.mandorla.com.mx-, quien además es productor de música ambient y precursor del drum and bass en nuestro país. En esta plática se hablaron de muchas cosas interesantes acerca de las artes sonoras, la música electrónica experimental, festivales, fechas y nombres que después voy a compartir por este medio, pero hoy voy a citar algo que dijo Manrico y me hizo reflexionar: “Hacer paisaje sonoro no es solo comprar una grabadora y salir a la calle a grabar”. En nuestra ciudad se han dado muestras de paisaje sonoro en el Museo de Arte de Zapopan (MAZ), donde participaron los artistas antes mencionados -Martínez y Montero-. Es interesante el trabajo de Manrico acerca de los paisajes sonoros que tiene de la Ciudad de México, registros de 10 años antes y 10 años después. Eso fue algo que me llevó a indagar más en el discurso de Schafer. Encontré una publicación en el portal de Radio Educación –http://www.radioeducacion.edu.mx- titulada Hacia una educación sonora. 100 ejercicios de audición y producción sonora. Este documento está firmado por Murray Schafer y se puede descargar de la página de Radio Educación. En él, efectivamente encontramos ejercicios para mejorar la audición, experiencias e información acerca del paisaje sonoro. El diseño de un paisaje sonoro no parte de tener una grabadora y capturar sonido. Veamos lo que dice Schafer: “Para mí, el diseño del paisaje sonoro no se hace desde arriba o afuera, sino desde adentro, y se logra a través de la estimulación de grupos cada vez más numerosos de personas que aprendan a escuchar los sonidos que les rodean con una mayor atención crítica”. Después plantea dos preguntas: “¿Cuáles son los sonidos que quisiéramos conservar?” y “¿Cómo habría que proceder para que las características esenciales de nuestro entorno puedan ser preservadas y embellecidas?”. Efectivamente, Schafer le declaró la guerra a la contaminación auditiva. Algunos autores dicen que es imposible huir de el ruido y otros, como John Cage, compositor nacido en Estados Unidos, se dio cuenta que el silencio no existe en el momento que entró en una cámara anecoica -sitio diseñado especialmente para absorber el sonido- en la Universidad de Harvard, en donde quería vivir la experiencia del silencio total. Estando dentro, Cage notó que había dos sonidos: uno era alto -agudo- y otro bajo -grave-. El primer sonido corresponde al sistema nervioso y el segundo a los latidos del corazón. Con este planteamiento quiero resolver la primera pregunta que hizo Schafer (“¿Cuáles son los sonidos que quisiéramos conservar?”). Indiscutiblemente esto depende de cada persona. En referencia a sonidos que son agradables para el oído o aquellos que lo atormentan, tenemos un espectro muy amplio de sonido y depende de cada persona qué sonidos queremos conservar. Sin embargo, es muy útil hacernos la pregunta antes de iniciar a capturarlos. La segunda pregunta nos habla de características que pueden ser preservadas y embellecidas, qué podemos hacer para eliminar la contaminación sonora y preservar dentro de un paisaje sonoro los sonidos que nos parecen agradables. El paisaje sonoro se encuentra siempre en transformación y movimiento, y esto depende de distintos factores: clima, horario, cultura, ciudad, población. El primer paisaje sonoro mexicano que escuché fue Michoacán, un paisaje sonoro. Este proyecto está firmado por Jorge Reyes, quien ha sido conocido por su trabajo con la banda de rock psicodélico Chac Mol y su trabajo como solista haciendo música de inspiración prehispánica, para lo cual ha utilizado instrumentos antiquísimos originales y la tecnología para el desarrollo de su obra. En el cine En el Cineforo de la Universidad de Guadalajara se encontró en cartelera la Muestra Internacional de Cine en su edición número 50, que inició el 2 de enero y concluyó el 6 de febrero. Un ejercicio que viene en el libro de Schafer es hacer un diario sonoro, en el cual debemos anotar el primer sonido que escuchemos en el día, el sonido más molesto, el más agradable, uno que nunca hubiéramos escuchado, entre muchos otros. En las películas de la Muestra Internacional encontré muchos sonidos para mi diario y un soundscape increíble en la cinta La ciudad de Sylvia, película dirigida por José Luis Guerín, de España, proyectada los días 20 y 21 de enero. En ella encontré un refugio en el sonido. Me hizo recordar a Carlos Reygadas con Luz silenciosa. Esta película española se puede tachar de lenta o demasiado lenta. Sin embargo, me llamó la atención que el primer diálogo se da entre el minuto 40 ó 50 y no es muy extenso. No obstante, el trabajo del sonidista es contar todos los acontecimientos con el sonido, los sonidos demasiado crudos, los cambios que se dan en el espacio. Mientras veía la película pude definir que efectivamente era un soundscape, pero al tener la imagen de por medio fue una sensación un poco extraña. No siendo un espacio para hablar de cine, me gustaría extender la recomendación para que usted tenga la última palabra. A mí me gustó, disfrute además del soundscape, la historia y la película en general. yair.lopez@gmail.com “El diseño del paisaje sonoro no se hace desde arriba o afuera, sino desde adentro, y se logra a través de la estimulación de grupos cada vez más numerosos de personas que aprendan a escuchar los sonidos que les rodean con una mayor atención crítica”, Murray Schafer Temas Tapatío Lee También Museo JAPI: Color, juego y abstracción La vida en México comienza en el mar Las Chivas de Gabriel Milito se estrenan con empate ante Tapatío en duelo amistoso Portada: Yordanka Olvera, la chica de la taza Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones