Jueves, 16 de Mayo 2024
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Ambrosio Ulloa: arquitecto tapatío, fundador de la Escuela Libre de Ingenieros

texto y foto: josé langarica

Por: EL INFORMADOR

Cuando el gobernador Luis C. Curiel ordenó la clausura de la escuela de ingenieros en 1896 argumentando el escaso “número de alumnos que a sus clases concurría” junto a los costos se venían de mantener a la escuela, cuyo “éxito en los exámenes no correspondía a los esfuerzos y gastos que hacía el Gobierno para sostenerla”, y diciendo que valía más pensionar a algunos jóvenes “para que siguieran sus estudios en la capital de la República”, Ambrosio Ulloa, quien además de abogado era ingeniero de la institución, desconfiaba de esos argumentos, los cuales le parecían más excusas para justificar móviles personales tras la decisión. Fue entonces que la Sociedad de Ingenieros de Jalisco decidió aventurarse con sus propios recursos a ceder la enseñanza de la ingeniería mediante clases gratuitas.

Este fue el origen de la Escuela Libre de Ingenieros, pública y gratuita, en enero de 1902. Su espíritu es interesante, y sostiene que la instrucción profesional “no debía ser dirigida ni sostenida por el Gobierno”, sino por la misma sociedad (perspectiva intrigante en tiempos donde tantos esfuerzos requieren del apoyo decidido de esa misma comunidad).“La sociedad ha correspondido (...) dignamente al llamado”, escribió Ulloa luego. “Y es tanto más notable el éxito, cuanto que es la primera vez que se contribuye para sostener esta clase de enseñanza”.

“Realmente es un personaje con quien yo me vengo encontrando hace 15 ó 17 años aproximadamente que empecé a incursionar sobre el estudio histórico de la ingeniería en Jalisco en el siglo XIX”, comenta el doctor Federico de la Torre, historiador de la Universidad de Guadalajara. “Y bueno, como un fantasma se me aparecía por todos lados, escribiendo cosas: sobre impuestos, sobre el tipo de vivienda que se recomendaba a Guadalajara, libros de texto, como parte de la dirección editorial del boletín de la Escuela Libre de Ingenieros de Jalisco que fue publicado de 1880 al 87; después, como director del boletín de la Escuela de Ingenieros de Guadalajara; en fin, donde quiera me lo encuentro opinando sobre la libertad de educación o tópicos de lo más diverso”.

El pasado mes de noviembre, la Dirección de Investigaciones Estéticas de la Secretaría de Cultura de Jalisco (SCJ) dio a conocer el número 18 de la colección Monografías de Arquitectos del Siglo XX, dedicado justamente a Ambrosio Ulloa”, volumen alimentado por los estudios del doctor De la Torre y de Rebeca Vanesa García Corzo.

“Yo creo que la monografía es de interés para arquitectos, para ingenieros, para historiadores, para científicos y para todos puede dar ese libro; de hecho la monografía está dedicada a Ambrosio Ulloa, pero si se observa en la portada interior se dice que es Ambrosio Ulloa, forjador de la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara. Es decir, no solamente se trata de la obra arquitectónica de él, sino que ahora se pretendió más buscar los orígenes de esa arquitectura que se va a desplegar a lo largo del siglo XX, y que para ello va a ser muy importante que halla, primero, un forjador, como fue el caso de Ulloa, y por el otro lado una escuela que fundó él, y que fue libre, que fue gratuita, y de donde egresara una gran parte de los arquitectos que pertenecen a la Escuela de Arquitectura Tapatía, pero no solamente ellos, también hubo ingenieros”.

Allí se pueden encontrar fotos del inmueble donde abriera sus puertas la Escuela Libre, y que aún existe, en teoría, en la calle de Galeana.
“Nos hemos encontrado que desgraciadamente este es un galerón, ya, que nada más conserva dentro las escaleras originales”, expresa Mónica Bolaño, de la Secretaría de Cultura de Jalisco. “Fue la casa que construyó Ulloa para su familia, pero que a su vez también fue el edificio que albergó a la Escuela Libre de 1912 hasta 1914 aproximadamente”, abunda a su vez De la Torre.

La presentación se llevó a cabo en la Casa ITESO Clavigero. Ahí, Carlos Petersen Farah comentó que el ejemplar, editado por tanto por la SCJ como por Universidad de Guadalajara y el ITESO, propuso tres ejes de lectura importantes, donde el primero estaría relacionado con el papel del Estado en la educación, ya que Ulloa concibió a la Escuela Libre de Ingenieros sostenida en las competencias de sus académicos, creada con capital privado, y no tanto por el papel del Estado en ella. El segundo lugar contempla la deuda de instituciones como el ITESO y la UdeG, entre tantas otras, con el esfuerzo de Ulloa, teniendo en cuenta cómo fue este el semillero para la fundación de las respectivas escuelas de ambas escuelas.

“Recorrer sus páginas -explica- representa una incesante secuencia de sorpresas de las que lo más llamativo es la versatilidad del personaje, pues el trabajo de Ulloa debe interesar a los ingenieros civiles, cartógrafos, topógrafos, abogados, notarios, educadores, políticos, liberales y demócratas, ya que él
desarrolló estos oficios y convicciones ideológicas combinando labores y alternando actividades según las circunstancias”.

El geógrafo Cabrales Barajas destaca por su cuenta la labor de la Secretaría de Cultura en esta colección: “Los 18 libros publicados están permitiendo reivindicar la labor de los constructores materiales de la ciudad, lo cual es un insumo para afianzar la memoria colectiva, al tiempo que se abre la posibilidad de alimentar industrias culturales que conviertan al patrimonio en una fuente de riqueza y no sólo en un demandante de inversión”, asegura.

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