México | TEMAS PARA REFLEXIONAR POR FLAVIO ROMERO DE VELASCO Trigo sin paja Que se pregunte al país más poderoso de la Tierra cuánto ha gastado en cerrar las puertas de la dorada California y el ardiente Texas a los mexicanos Por: EL INFORMADOR 1 de mayo de 2010 - 04:25 hs Los millones de personas que desde todos los rincones del mundo donde hay hambre, desempleo, opresión y violencia, cruzan clandestinamente las fronteras de los países prósperos, violan la ley, sin duda, pero ejercitan un derecho natural y moral que ninguna norma jurídica debe tratar de contener: el derecho a la vida, a la supervivencia, a escapar de la condición infernal a que gobiernos bárbaros y opresores condenan a sus pueblos. Si las consideraciones éticas tuvieran el menor efecto persuasivo, esas mujeres y hombres heroicos que cruzan el estrecho de Gibraltar, o los cayos de la Florida, o las barreras electrificadas de Tijuana, o los muelles de Marsella en busca de trabajo, deberían ser recibidos con los brazos abiertos. Pero como los argumentos que apelan a la solidaridad humana no conmueven a nadie, tal vez resulte más eficaz aceptar la inmigración aunque sea a regañadientes, porque bienvenida o malvenida, a la miseria y al hambre no se les detiene con barreras de intransigencia ni con mandatos de sometimiento. Que se pregunte al país más poderoso de la Tierra cuánto ha gastado en cerrar las puertas de la dorada California y el ardiente Texas a los mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, etc., y los costos de la Florida a los cubanos, haitianos o colombianos, y como todos entran a raudales burlando todas las prevenciones humanas y tecnológicas. Como se dice en el lenguaje coloquial de los mexicanos: el hambre es canija. La belleza que emana de la apariencia de lo estrictamente plástico no es sólo artística, pues además de deslumbrarnos, nos inquieta, ya que parece dar sentido y realidad a esas hermosas e incomprensibles palabras que las religiones suelen usar: gracia, alma, milagro, trascendencia, espíritu. Tanto en la vida como en la muerte, los afectos profundos son lo único que salva y trasciende. Por ellos sobrevivimos al olvido, ese naufragio que ni siquiera devuelve los cadáveres. No se sabe qué haga más daño, si no tener una religión o tener demasiada religión. Entre un ateo y un creyente dispuesto a matar en nombre de su Dios, prefiero mil veces al ateo. La relación con Dios es peligrosa, si no nos lleva a tener buena relación con los hombres, con todos los hombres, y con todas las criaturas. Es malo estar cerca de Dios, si su cercanía nos hace estar lejos del prójimo. Un grave problema de nuestra época consiste en que la mayoría de los hombres no quieren ser útiles, sino importantes. Temas Tertulia Temas para reflexionar Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones