Jueves, 23 de Octubre 2025
México | LA SOPA POR IVABELLE ARROYO

Testigos de palo

En todo Tamaulipas pasó algo similar: el nuevo Gobierno de Egidio Torres Cantú ha construido un mando único con jefes policiacos municipales de extracción militar

Por: EL INFORMADOR

Ivabelle Arroyo.  /

Ivabelle Arroyo. /

El alcalde espera en su oficina tamborileando en el escritorio. Pasan las horas y el nuevo jefe de la Policía no llega. Los regidores entran con inquietudes y él no sabe qué mirada entregarles. Los periodistas le ponen el micrófono enfrente y su voz se escucha en cadena nacional balbuceando argumentos circulares porque no tiene ni la más remota idea de lo que pasa o tiene que fingir demencia porque entiende perfectamente que lo que está sucediendo es que ahí no manda él. No tiene jefe policiaco porque le mandaron uno desde el Centro de la República, con el aval del Gobierno del Estado y él ni lo ha visto ni sabe a qué hora llega.

Se trata del nuevo presidente municipal de Matamoros, en Tamaulipas, y de su nuevo director de seguridad, un ex general asignado por los gobiernos estatal y federal, ratificado en una suerte de formalización vergonzosa por el cabildo. El susodicho ex general, con todos los méritos que tenga, no ha tenido la cortesía de ir a presentarse y a trabajar.

En todo Tamaulipas pasó algo similar: el nuevo Gobierno de Egidio Torres Cantú ha construido un mando único con jefes policiacos municipales de extracción militar que responderán al Gobierno del Estado y/o al federal (eso no está claro). No se puede censurar de entrada la medida: en Tamaulipas está la primera línea del frente en esta llamada guerra contra el narcotráfico, mataron al candidato del PRI el año pasado y la cuota de muertos que ha puesto no es menor. Su índice de homicidios (9.8 por cada 100 mil habitantes) muestra una peligrosísima tendencia a la alza. Pero imponer desde lejos a los jefes policiacos ya mostró su primera dificultad con un asunto menor: ¿Qué hace el alcalde si no llega el jefe policiaco? Ahora imagínense en un problema gordo. Porque a ver, ojo, aquí se está hablando de la Policía de cercanía, la del municipio, la que tendrá un jefe pagado por la ciudad, pero que responderá de facto a otras autoridades. Imagínense las escenas: ¿Lo dijo el alcalde o lo dijo el jefe de Policía? ¿A quién hay que obedecer? ¿El alcalde debe someterse a los dictados de la Dirección de Seguridad en ciertos casos? Por eso se niegan muchos presidentes municipales, como Aristóteles Sandoval en Guadalajara, a participar en un modelo de mando único policial: porque mal planteado los convierte en testigos de palo.

Todos los expertos coinciden en que el modelo de mando único puede resolver muchos de los problemas provocados por las miles de células policiacas en el país, pero hay que tener cuidado con lo que uno pide, no vaya a ser que se cumpla y mal. Romper el orden constitucional y desordenar la forma del Estado mexicano puede provocar más problemas de los que tratan de arreglar. Que quede claro, así como lo están haciendo ahí no es mando único policial, es la disolución de la autoridad municipal.

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