Sábado, 04 de Mayo 2024
México | SERPIENTES Y ESCALERAS POR SALVADOR GARCÍA SOTO

Palabra de López Obrador

El optimismo de los ebrardistas ante una eventual declinación de López Obrador era mayor porque el tabasqueño había aceptado también debatir en octubre próximo en pos de la candidatura presidencial

Por: EL INFORMADOR

Salvador García Soto.  /

Salvador García Soto. /

“Si la gente dice que debe ser Marcelo, hay que acatar el resultado y apoyar, como también si la gente dice que sea otro, pues entonces se tiene que actuar de la misma manera”, dijo el viernes pasado, en su natal Tabasco, Andrés Manuel López Obrador. En el Palacio del Ayuntamiento hubo festejo ante esas palabras: “¿Ya ven?”, decían contentos colaboradores del jefe de Gobierno, “ya aceptó lo que propuso Ebrard”.

El optimismo de los ebrardistas ante una eventual declinación de López Obrador era mayor porque el tabasqueño había aceptado también debatir en octubre próximo en pos de la candidatura presidencial. “Ya conseguimos el debate, lo siguiente es que él respete el acuerdo y permita que quien esté mejor posicionado sea el candidato”, añadían en la euforia los cercanos de Marcelo.

Lo que no supieron leer en el Palacio del Ayuntamiento es que las palabras de López Obrador no siempre expresan lo que realmente está pensando el hábil político tabasqueño. Igual que en el preámbulo de 2006 decía hasta el cansancio “que me den por muerto”, cuando ya estaba prácticamente en campaña. Hoy Andrés Manuel afirma que debe apoyarse a quien “diga la gente”, desde el supuesto de que él va adelante en las preferencias e intenciones del voto de casi todas las encuestas.

Los últimos resultados de la encuesta de presidenciables de Consulta Mitofsky arrojaron que López Obrador tiene 21% de intención de voto en población abierta contra 18% de Marcelo Ebrard, pero cuando le preguntan a los militantes del PRD la ventaja del originario de Macuspana se agranda y es casi de dos a uno sobre el jefe de Gobierno del D.F. Es decir, para López Obrador, en su visión muy personal de la sucesión presidencial, no hay duda alguna de que él será el candidato, a partir de que está convencido de que será él “a quien elija la gente”.

Y aquí viene otra diferencia semántica y de fondo entre López Obrador y Marcelo Ebrard. Mientras la propuesta del gobernante capitalino es clara en que el candidato se defina a través del mejor posicionado en las encuestas, el tabasqueño siempre ha hablado —y lo hizo en sus declaraciones del viernes pasado— de una “consulta nacional”. Y al decir eso se refiere a una consulta directa a la militancia y simpatizantes del partido, en la que indudablemente él ganaría, pues tiene toda una estructura nacional de un millón de seguidores credencializados, según ha dicho, pertenecientes al Movimiento Nacional de Regeneración, mejor conocido como el Morena.

Si por lo menos tiene la mitad de esos afiliados con credencial, nada tendría que hacer Ebrard en una consulta interna para definir al candidato de la izquierda. Marcelo quiere específicamente encuestas porque sabe que su fuerza radica, sí en una parte de la estructura del partido que podría apoyarlo a través de Los Chuchos y algunas corrientes capitalinas, pero sobre todo su ventaja está en la buena “percepción ciudadana” que acumula el jefe de Gobierno y que puede reflejarse positivamente en un sondeo, pero no en una votación directa y de militantes.

Siempre que Andrés Manuel López Obrador ha hablado de “consultas ciudadanas” ya se sabe a qué se refiere; durante su ejercicio como gobernante de la ciudad realizó varias “consultas” y ninguna resistía el más mínimo análisis metodológico o estadístico. La última vez que propuso una “consulta” para definir a un candidato fue en el Estado de México y, sin que nadie supiera cómo se realizó ese ejercicio, designó primero a Yeidckol Polenvsky y luego a Alejandro Encinas como “candidatos que la gente eligió”.

Si López Obrador está pensando, como lo dijo, que “la gente” o “el pueblo” o “la militancia” o incluso simpatizantes no afiliados al PRD, como los de su Morena, elijan al candidato, es casi seguro que está pensando, dando por hecho que ese candidato será él. Y que Ebrard deberá apoyarlo, como él hipotéticamente lo apoyaría; una senaduría y tal vez, sólo tal vez, la posibilidad de elegir al candidato al D.F., serían una salida decorosa que el lopezobradorismo le dejaría a Marcelo.

Así que, aunque es un buen indicador para la izquierda que López Obrador hable de “unidad” y de “apoyar al mejor posicionado”, más vale que Marcelo Ebrard no se confíe ni peque de ingenuo, que la palabra de Andrés Manuel no siempre es literal y puede tener significados misteriosos e impredecibles.

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