Jueves, 30 de Octubre 2025
México | LA SOPA POR IVABELLE ARROYO

Los bloqueos

El objetivo de los llamados narcobloqueos (o bloqueos) es el mismo que el de los actos terroristas: amenazar al Gobierno amedrentando a la población

Por: EL INFORMADOR

Ivabelle Arroyo.  /

Ivabelle Arroyo. /

Con pocos hombres, pocas armas y mucha cara dura, un grupo de sujetos armó distintos actos de bloqueo en por lo menos siete puntos de la Zona Metropolitana de Guadalajara y sembró el miedo la noche del martes en la ciudad. No es para menos: la imagen de un camión de pasajeros incendiado en el trayecto diario a casa pone los pelos de punta.

En un inusitado acto de respuesta inmediata del secretario general de Gobierno, Fernando Guzmán Pérez Peláez, las autoridades relacionaron los bloqueos con la detención de dos hombres del grupo conocido como La Resistencia y, como siempre, la versión oficial fue sometida a la desconfianza pública.

Sin embargo, la cuestión va más allá del origen específico de los autores de estos bloqueos. Porque al final, ¿hace alguna diferencia que vendan droga, trafiquen piratería, sean activistas antisistema o administren secuestros? Es decir, ¿hay efectos distintos si son narcotraficantes o no? No. El resultado es el mismo: un reto a la autoridad con actos que horadan la convivencia en una ciudad y acaban con lo que haya de Gobierno.

Tranquilos, no ha pasado y puede evitarse si se minimizan los efectos. El objetivo de los llamados narcobloqueos (o bloqueos) es el mismo que el de los actos terroristas: amenazar al Gobierno amedrentando a la población, al mismo tiempo que se muestra fuerza y capacidad de organización.

La verdad es que no hay evidencia de grandes capacidades organizativas en los bloqueos del martes por la noche, pues incluso en algunos de los episodios la meta no se alcanzó.

Eso es una buena noticia, pues significa que la autoridad instalada sí puede contra ese enemigo y debe someterlo a la ley de inmediato, si no quiere ver el inicio de su debacle, sea del partido que sea. Todavía, con corrupción, estulticia y todo, la institución creada es más fuerte y no necesita armar una guerra.

Lo del miedo es más complicado. Dejar las calles, cerrar la puerta, eliminar la convivencia barrial, restringir la libertad familiar, voltear la mirada cuando el vecino se acerca… eso es peligrosísimo y deja el espacio libre a los gandallas de toda calaña.

El miedo es inevitable, claro está, pero sus efectos son controlables. No deben servir esos bloqueos para lo que fueron hechos.

Esta vez no se trata de la seguridad para el día de hoy y para las horas de mañana, sino de los años por venir. Mañana podrán temer salir de casa, pero si no vencen ese impulso, después no tendrán ciudad.

Guadalupe Morfín lo ha escrito con claridad: “Nos tocará quizá ser una generación puente que deje a quienes siguen algo mejor que un territorio humeante”.

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