La tragedia interminable

“Lo reconocí por la camisa que le había comprado antes de que se fuera”. Esto dijo la madre de uno de los migrantes asesinados, al verlo boca abajo en la dantesca escena en el terreno baldío de San Fernando, Tamaulipas. Cuando vio las fotos ya no le fue tan fácil la identificación. Las autoridades mexicanas sacaron las fotos de los cadáveres cuatro días después del hallazgo. Los cuerpos ya estaban en descomposición. En algunos casos se veían los huesos, los morenos se veían blancos y la putrefacción era evidente. En lugar de imprimir las fotos de inmediato, como se debe hacer, dejaron pasar el tiempo. Quizá fue incapacidad, complicidad o corrupción; o quizá todo junto.

La reconstrucción de los hechos supone que los migrantes fueron secuestrados en Veracruz y Tabasco. Los transportaron en camionetas a casas de seguridad en donde les hicieron “las propuestas”. Aceptaban o serían asesinados. El migrante ecuatoriano sobreviviente quizá se haya salvado, al igual que el hondureño, porque aceptaron la “propuesta” pensando en huir.

Las autoridades locales no tuvieron respeto por los muertos y por los diplomáticos. Enviaron al Distrito Federal los cadáveres como si fueran reses, como los tenían en Reynosa. El chofer que llevaba los cadáveres no sabía lo que llevaba y, además, en el Distrito Federal atropelló a una mujer que perdió una pierna.
A los diplomáticos los tuvieron casi dos días sin información. El Instituto Nacional de Migración (INM) confirmó su desfasamiento con la realidad. En junta con funcionarios de los gobiernos de donde eran originarios los migrantes, su directora ofreció algo así como asilo al ciudadano ecuatoriano. Un funcionario de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) le puso freno: “Con respeto señora, si en algún lugar no hay seguridad para este hombre, es en México. Lo mejor es que regrese a Ecuador”.

Sólo se han entregado cadáveres de 16 hondureños, de los cuales cuatro han sido regresados debido a que no fueron identificados; los otros 58 estaban a temperaturas de 32 grados chocando en el Distrito Federal. Los diplomáticos siguen en el peregrinar en medio de un absurdo e insensible papeleo.

Estamos ante: 1. Ausencia de una política migratoria. 2. Incapacidad y corrupción de las autoridades locales. 3. Violencia brutal de la delincuencia organizada. 4. Muerte de 72 migrantes que pareciera no conmover a las autoridades, mientras en Honduras, en una ceremonia que encabezó el presidente Lobo, fueron recibidos con todos los honores y en medio de la solidaridad.

¡OOOUUCHCH! Así como lo vimos durante siete minutos con 12 segundos llegó a la Procuraduría General de la República (PGR), riéndose. Poco faltó para que saludara de mano.