Domingo, 19 de Mayo 2024
México | APARADOR POR SERGIO RENÉ DE DIOS CORONA

La ZMG trastornada

Ante eso, miles de jaliscienses claman por la paz. Unos han salido a las calles a exigir los derechos a la tranquilidad, a vivir sin miedo, a impedir que la delincuencia se apodere de las calles

Por: EL INFORMADOR

Sergio René de Dios Corona.  /

Sergio René de Dios Corona. /

Padres de familia que por la noche no dejan salir a sus hijos a ningún antro; departamentos o fincas ocupadas sólo durante pocos días por sujetos sospechosos que con su sigilo generan temor en esas calles; asiduos a las redes sociales, atentos para rápidamente comunicarse entre sí ante cualquier aviso de posible balacera o peligro; mamás que antes de horario normal sacan a sus pequeños de las escuelas si escuchan un rumor o hecho real de peligro...

Comerciantes que bajaron o quieren bajar cortinas por los continuos asaltos de que han sido víctimas; empresas que aplican antidoping a sus empleados para cerciorarse de no tener adictos; más radioescuchas que siguen los programas policiacos; camionetas polarizadas que circulan con hombres armados que amedrentan colonias metropolitanas; vendedores de drogas en sus casas o negocios y que son discretamente observados por otros colonos que reniegan de la impunidad de sus molestos vecinos...

Directores de escuelas que suben bardas o colocan planchas de acero donde había rejas para impedir que desde el exterior se venda droga a los alumnos o que exigen identificarse a quien desee ingresar; policías que desertan de las corporaciones ante los mayores riesgos que enfrentan; agentes de vialidad que prefieren no infraccionar a conductores de vehículos sospechosos o que viajan en caravana; profesionistas que viajan con precaución a poblaciones fuera de Guadalajara donde han ocurrido asesinatos masivos...

Vecinos que ponen candados, adquieren un arma de fuego o refuerzan puertas y ventanas de sus casas; pandillas que atemorizan y surten drogas trasladándose en bicicletas o motocicletas; viviendas que de pronto empiezan a ser remozadas a todo lujo y sus dueños adquieren vehículos del año; padres alcahuetes, solapadores, cómplices de hijos que son sicarios o están en vías de serlo…

Y así, una larga lista de lo que está ocurriendo en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), escenario de cada vez más balaceras, ejecutados, granadazos, cobardes atentados a la población civil, como niños y niñas. Se padece una combinación de temor, necesidad de información, coraje y búsqueda de medidas de autoprotección.

Ante eso, miles de jaliscienses claman por la paz. Unos han salido a las calles a exigir los derechos a la tranquilidad, a vivir sin miedo, a impedir que la delincuencia se apodere de las calles.

O, como rezaba una manta del domingo pasado, si la delincuencia está organizada, ¿por qué nosotros no? ¿Por qué nosotros, los pacíficos, los ciudadanos, los asalariados, los estudiantes, los pequeños empresarios, los hombres del campo, los que no deseamos ningún mal a nadie, no estamos organizados para actuar masivamente?

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