Sábado, 18 de Octubre 2025
México | LOS ANTEOJOS DE BASKERVILLE POR CARLOS ALBERTO LARA G.

El medio es el mensaje

El Guggenheim encajó muy bien en el consumo cultural de una sociedad que favorece más los escenarios que los contenidos

Por: EL INFORMADOR

Carlos Lara.  /

Carlos Lara. /

El Museo Guggenheim de Bilbao ha sido reconsiderado el edificio más importante de las últimas tres décadas. Así lo ha publicado la revista estadounidense Vanity Fair tras consultar a más de 50 arquitectos y críticos internacionales.

Y digo reconsiderado, porque en 1998, como publica el diario El País, el influyente arquitecto Philiph Johnson lo bautizó como el edificio más importante de nuestra era, por representar una revolución en la arquitectura mundial.

Sin embargo, hay que señalar que este reconocimiento vino de la mano de esa tendencia que hizo de los museos el escenario único para exhibirse a sí mismos, renunciando a su carácter de espacio para la exhibición del arte y la reflexión.

Vino acompañado también del aligeramiento efectista de los creadores. Considérese que fueron los artistas los primeros en entender a Frank Gehry, antes que los propios arquitectos.

Así lo señala la periodista Barbara Isenberg, quien ha escrito la obra titulada “Conversaciones con Frank Gehry”, en la que relata las memorias orales de un arquitecto que tuvo muchas dificultades para ser aceptado entre arquitectos.

¿Y por qué serían los artistas quienes primero lo entendieron? Quizá porque en ese momento comenzaban a caer en el aligeramiento efectista y necesitaban que se transformase la institución museística para atraer así a “los nuevos públicos”.

Considérese que al mismo tiempo que se abrió la institución museística a la exhibición de frivolidades, el arte salió nuevamente a las calles, mientras que los artistas comenzaron a codearse con el “Star system”, invitando a estrellas a sus exposiciones para comprar obra y que sirvieran de roles de influencia para “los nuevos públicos”.

El Museo Guggenheim de Bilbao, además de consolidarse como uno de los iconos más representativos de la arquitectura moderna, nos ha dejado algunas enseñanzas.

Por ejemplo, que las políticas culturales son territoriales y evitar así el fenómeno “import-export”, esa creencia de que los proyectos que han sido un éxito en sitios determinados, lo serán en nuestro territorio, pues el éxito del “Efecto Guggenheim tiene su base en la ambición política y empresarial que no quiso estar en el lado equivocado del escenario social.

Lo anterior impulsó una gestión cultural que terminó privilegiando el escenario y desfavoreciendo la creación artística.

Una gestión cultural que acabó creyendo que ya no es importante invertir en una buena colección, sino en el diseño del escenario.

El Guggenheim encajó muy bien en el consumo cultural de una sociedad que favorece más los escenarios que los contenidos; una sociedad donde la mercadotecnia de las artes ha hecho del escenario el contenido mismo; una sociedad donde, como señaló en su momento Thomas Krens, el hombre que encargó el edificio a Frank Gehry, ni siquiera las mejores fotografías le hacen justicia al Guggenheim de Bilbao.

Una sociedad donde se vive la máxima comunicativa: “El medio es el mensaje”.

Temas

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones