Descanso, dieta y deuda

Fórmula elusiva de responsabilidad profesional. Su extensión a la sociedad está de manifiesto en la serie de festividades y suspensión obligatoria de actividades, con alegres fines de semana.

Ante la imposibilidad de dar solución a la patología, se receta descanso. Lo mismo ocurre en el ámbito político, donde la obesidad burocrática electoral evidencia cáncer social, curable sólo con la cirugía mayor del trabajo.

La dieta es insuficiente sin un régimen energético, no sólo cosmético, de declaraciones y buenas intenciones, auténticas divagantes del mal producido por la baja productividad con reflejo creciente en desempleo, debilitamiento económico y miseria en el organismo social.

La deuda es prácticamente genética, y por lo visto, incurable o impagable. De 300 años de esclavitud nos trasladamos a la independencia con servidumbre y placebos demagógicos generacionales y creciente pérdida de valores.

Las fórmulas de descanso, dieta y deuda no curan. Tampoco atraen al turista extranjero, por su propia naturaleza desinteresado en nuestra economía —el turista viene a disfrutar—, puesto que le es intrínsecamente ajena. Más cuando la imagen de nuestro país al exterior está deteriorada por el germen de la desconfianza. No hay quien quiera vacacionar en un clima de violencia.

La migración está convertida en una cultura de desahogo con efecto nutriente de dólares, aparejado a la pérdida de identidad. Como un mero remedio, robustece la economía nacional y extranjera, aunque tampoco es cura definitiva.

Sólo la inversión generadora de empleo remunerado en digna proporción al trabajo que se desempeña y en el lugar donde aplica, es la única solución.

Como siempre, recurrimos al rezago educativo sustento de incompetencia y posterior falta de competitividad. Cualquier divagación, en el urgente ataque a fondo, crea mayores malestares entre los que figura la creciente ola delincuencial que azota a la población y la mantiene en permanente temor.

Los antepasados llamaban purga a la ingestión de un elemento drástico para limpiar los intestinos. En el terreno social el término pasó a la aplicación propuesta de austeridad por parte de la autoridad, con el propósito de fincar las nuevas bases en la prosperidad. De manera enfática esos fueron los postulados de la insurgencia y la revolución, pero en la ruta hacia los objetivos se ha divagado, una y otra vez, permitiendo la ingestión de elementos nocivos al debilitado organismo social.

La violencia, cualesquiera que sean sus causas y autores, es expresión de insatisfacción. El orden está fracturado, la inseguridad prevalece y quizá el principio de la solución sea reconocer la enfermedad y su magnitud, para atacar el fondo del o los problemas.

Dios nos guarde de la discordia.