Domingo, 16 de Junio 2024
México | POR MARÍA PALOMAR

De lecturas varias

Ojalá algún acucioso bibliófilo por los rumbos de ‘‘Letras Libres’’ o ‘‘Nexos’’ esté ya haciendo el recuento de la cosecha de 2010

Por: EL INFORMADOR

Con los ojos puestos en las efemérides de 2010 ha empezado a verse desde hace un par de años en las librerías una serie de publicaciones que vienen al caso precisamente por la cuestión de la fecha, y que tienen mayor o menor relación con las conmemoraciones, pero que por lo menos dejarán un buen montón de libros publicados con ese pretexto, tanto por las editoriales académicas como por las comerciales (y ciertamente hay muchas cosas peores en qué gastar que en imprimir libros). Ojalá algún acucioso bibliófilo por los rumbos de “Letras Libres” o “Nexos” esté ya haciendo el recuento de la cosecha de 2010 y sopesando los méritos de las obras para darnos una idea del panorama general cuando hayan pasado los fastos.

Entre los libros recientes está por ejemplo el excelente “Nosotros”, de Susana Quintanilla, que es un repaso memorioso y agradable de los primeros tiempos del Ateneo de la Juventud. Saltan a primera vista dos cosas: que la autora conoce su tema como la palma de su mano (lo cual es de esperar en una académica que le ha dedicado muchos años de estudio) y que escribe sobre cosas y gente que le son simpáticas e interesantes.

Esto no es un detalle nimio: en la historiografía de los últimos años hay un exceso de escribidores que, seguramente por pertenecer a la nueva clase académica que está forzada a publicar quiéralo o no, se ocupan de mala gana, con escaso ingenio o de plano con mala fe de épocas, sucesos o personas que resulta evidente que les caen mal. Debe ser un martirio (como ciertamente lo es tenerlos que leer). Pero volviendo al libro de Susana Quintanilla, que termina justamente cuando don Porfirio celebraba muy bien celebrado el centenario de la Independencia, vale la pena seguir los pasos de un jovencísimo Alfonso Reyes, de su peculiar relación con el peculiarísimo personaje que fue Henríquez Ureña y de muchos otros jóvenes que en el nuevo siglo se disponían a cambiar el país en que vivían. Lo mejor que puede decirse del libro es que el lector se queda con ganas de leer lo que sigue.

Un personaje jalisciense que merece ser estudiado mucho más de lo que ha sido es el general Bernardo Reyes, padre de Alfonso. Otro de los libros recientes es su biografía por Artemio Benavides, titulada “Bernardo Reyes, un liberal porfirista”, obra prolija y bien documentada que da relieve a uno de los grandes protagonistas de la parte final del porfiriato y el efímero Gobierno de Madero. También se ha vuelto a publicar, aumentado, el perfil biográfico de Federico Gamboa, otro personaje que sobrevive a la época de don Porfirio pero que la encarna como pocos. Álvaro Uribe es el autor de este “Recordatorio de Federico Gamboa”, un libro breve y ágil (al que esta vez añade un ensayito un tanto prescindible en el que retozan las finas damas Santa y Naná).

Como las tres obras están publicadas en la misma editorial, verlas juntas permite advertir con toda claridad que, como la mayoría de las empresas libreras hoy en día, Tusquets prescinde de los servicios de editores profesionales. Y es una lástima, porque en los tres casos mucho habría ganado cada uno de los libros si hubiera tenido un buen editor.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones