Sábado, 11 de Octubre 2025
México | LA SOPA POR IVABELLE ARROYO

Colegiaturas a debate

Lo que inquieta es que la medida no atiende la calidad de la educación pública y para colmo mete en el mismo saco a los que pagan escuelas insultantemente caras

Por: EL INFORMADOR

Ivabelle Arroyo.  /

Ivabelle Arroyo. /

Que se vuelven deducibles las colegiaturas, y que se arma la de San Quintín (esta frase queda mejor para la bronca con Francia, pues alude a un conflicto con franceses en el siglo XVI, pero tomemos una licencia). La clase media está de plácemes, pero amplios sectores están enfurecidos.

Según datos de la Secretaría de Economía (SE), poco más de tres millones de alumnos hoy estudian en los antes llamados colegios, cuya cifra asciende a 32 mil 850 (entre preescolar y preparatoria) en todo el país.

El caso es que cada padre o madre o abuelo o abuela que se encargue de esa educación, podrá deducir desde 12 mil hasta 24 mil 500 pesos de sus impuestos anuales, dependiendo del nivel que estudien sus hijos.

La medida fue recibida de inmediato con júbilo por la clase media, pero hubo voces de alerta, también de inmediato, que señalaron el impacto negativo de ese beneficio fiscal.

La primera pregunta fue: ¿Por qué una familia que puede pagar 70 mil pesos anuales de colegiatura en secundaria, va a tener beneficios fiscales por 20 mil pesos? No se necesitan dos dedos de frente para entender que eso favorece a los que de por sí ya nacieron parados.

Pero hay otra mirada. La mayoría de la clase media a duras penas puede con el estilo de vida de una clase media. No todos mandan a sus hijos al American School o al Instituto de Ciencias.

Según los datos (otra vez los oficiales), 60% de la Educación privada cuesta alrededor de los 24 mil pesos anuales.

Eso equivale a 10 colegiaturas de dos mil 400 pesos (por hijo) que pesan como losa de mármol en familias con ingresos de 21 mil. Sí, son afortunados, pero son también los que pagan médicos no tan caros, escuelas no tan caras, autos chiquitos y casas de interés social.

Ese sector es económicamente dinámico, de profesionistas y de negociantes incapaces de generar ahorros o de invertir porque ¿de dónde? No son artistas con exenciones, no son ricos con estímulos fiscales por donativos, no son sujetos a becas para desayuno ni pueden ir al Seguro Popular sin pagar su cuota de contribuyentes. Son el famoso decil cinco de la población mexicana, que destina cerca de 15% de su ingreso a la educación.
Ellos hoy brincan de alegría porque pagan un tercio de su salario en impuestos y no ven la salida.

Lo que inquieta es que la medida no atiende la calidad de la educación pública y para colmo mete en el mismo saco a los que pagan escuelas insultantemente caras. Por eso saca ronchas, porque a pesar de sus bondades, está mal diseñada y mal comunicada, y parece que agranda la brecha entre los que sí tienen, los que apenas pueden y los que de plano que se frieguen.

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