Domingo, 19 de Mayo 2024
Jalisco | Al revés volteado por Norberto Álvarez Romo

Réquiem al Macrobús

A la Línea 2 del Macrobús se le han puesto las últimas velas y dado los santos óleos

Por: EL INFORMADOR

A la Línea 2 del Macrobús se le han puesto las últimas velas y dado los santos óleos. Murió el proyecto nonato, desgastado ya por varios meses entre tiroteos políticos a pesar de una sociedad harta ya del caos vial y urgida por contar con un sistema integral de transporte publico más eficiente, seguro y digno.

El Macrobús terminó dejando un mensaje errado sobre las virtudes de un modo de organizar el transporte colectivo en las grandes ciudades, mediante la estructuración de rutas jerarquizadas entre ejes troncales y circuitos alimentadores auxiliares.

La idea tras Macrobús en principio no fue mala. El modelo BRT (Bus Rapid Transit) significa básicamente darle ventajas viales a los vehículos del transporte colectivo, ante los coches privados y los congestionamientos que provoca la gran cantidad de vehículos en las vías principales. Se hace estableciendo carriles preferentes (o exclusivos cuando se puede) para los autobuses urbanos. Algunas ciudades permiten también el flujo de taxis o vehículos de servicio público o de emergencias por estos carriles.

BRT no necesariamente son grandes y veloces autobuses articulados de 30 toneladas con ciento y pico de pasajeros, ni amplias estaciones de cinco metros de ancho por 100 metros de largo, ni carriles adicionales exclusivos para poder rebasarse los mismísimos autobuses como se implantó aquí. Hacer un BRT es simplemente buscar cómo los autobuses del transporte público fluyan más eficazmente que los coches, privilegiando así el transporte masivo sobre el individual. Se trata del flujo vehicular en el espacio público. Nada más.

Aquí ya se ha reconocido el error cometido al implantar de manera rígida y autoritaria un modelo importado como se ha hecho con la Línea 1 por el corredor Calzada Independencia.

No se olvida que el primer intento de sistema de autobús rápido (en carril confinado propio) se pretendió instalar en la metrópoli hace cinco años, sobre el corredor a Tesistán. Fue ideal por su rapidez, longitud y distancias prácticas entre paradas; virtudes que resolverían mejor las necesidades de transporte público para los miles de habitantes desamparados en los nuevos fraccionamientos.

Sin embargo, la oposición partidista se empeñó en impedir el éxito de aquel proyecto porque lo veía como una ventaja política para el alcalde en turno, quien además aspiraba, legítimamente, a la gubernatura del Estado en las elecciones venideras. Así que, ya avanzadas las labores, la “grilla tumbó la obra”. Al ganar las elecciones el partido opositor, el nuevo Gobierno nombra “zar de la movilidad” al principal regidor que frenó el primer proyecto BRT.

Con un gesto triunfalista, la nueva administración estatal se adjudicó la tutela del mismo “nuevo” transporte público de su anterior adversario. Para salvar cara, no reinstala el proyecto original de Tesistán. Mejor se aboca a eliminar los trolebuses eléctricos articulados ya instalados en el corredor de la Calzada Independencia y en su lugar plantea el majestuoso sistema Macrobús que supuestamente llevaría a miles de personas más rápidamente de Miravalle a Huentitán. En verdad se solucionó un problema que no existía. Se hizo ahí porque era el lugar más a la mano para hacerlo rápidamente a tiempo para que lo inaugurara el Presidente de la República justo al empezar la contienda electoral siguiente. Siempre los beneficios electoreros por delante.

El mismo director del Sistema del Tren Eléctrico Urbano fue el primero en descalificar al tren urbano como el eje principal para estructurar el sistema de transporte público en favor del BRT.

Paradójicamente, fue al mismo a quien se le encomendó la realización del proyecto Macrobús, que por cierto fue sobre bases y procedimientos muy cuestionados por su dudosa transparencia y su ventajosa economía confusa. Juez, parte y repartidor.

Mientras tanto, el alcalde de entonces se declaró desconocedor de los planes oficiales del Gobierno del Estado, que presumía resolver los problemas sin considerar a las propias autoridades municipales, cuyas atribuciones son precisamente las de ordenar la vida pública en su espacio territorial. Ni un solo permiso o participación municipal se gestionó para implantarse sobre el espacio de la Calzada.

No hubo ejemplo más claro de la desvinculación entre el Gobierno estatal y los municipios metropolitanos que el Macrobús. Fueran del color que fueran.

En paz descanse.

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