Domingo, 16 de Junio 2024
Jalisco | Antes, empresarios y gobernantes empujaban grandes proyectos: Enrique Varela

La competitividad comenzó a bajar a partir de 1965: Flavio Romero

Los ex gobernadores Guillermo Cosío Vidaurri y Francisco Ramírez Acuña apuestan al Tren de Los Altos para aumentar la fuerza productiva de Jalisco

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- Flavio Romero de Velasco, gobernador de Jalisco en el periodo 1977-1983, reconoce que la competitividad del Estado decayó a partir de 1965. “En ese entonces, la industria pujante de Nuevo León comenzó a subir y nosotros nos quedamos con la industria de tipo familiar, que ciertamente es la que da más empleos, pero la que menos produce económicamente. Después que el Partido Acción Nacional tomó las riendas del Gobierno de Jalisco (1995), se desplomó más el Estado”.

Guillermo Cosío Vidaurri, ex gobernador entre 1989-1992, difiere: “Jalisco comenzó a perder competitividad a nivel nacional a finales de los años ochenta, en función de que los regiomontanos, a base de industria de mayor envergadura que la nuestra, encontraron el camino para expandirse a costa de la economía de otros estados de la República. En caso concreto, gran parte del capital que tenían los ahorradores jaliscienses de los años setenta, se fue hacia Nuevo León, y con dinero de los tapatíos, los neoloneses pudieron crear empresas fuertes. No recuerdo cuáles (capitales emigraron), pero tengo presente esa situación.

— ¿Qué o quién propició esa migración de capital?
— Fue cuestión de organización entre nuestros capitalistas. Jalisco, concretamente la zona metropolitana, siempre se distinguió por ser un centro de pequeñas y medianas industrias, era nuestra fortaleza y pudiera ser durante muchos años, si se pudieran impulsar. Nuestros capitalistas son familiares, por eso no han podido crecer, salvo honrosas excepciones: Farmacias Guadalajara. También pudo crecer a plenitud Calzado Canadá, pero desapareció.

— ¿Por qué creció más la industria del Norte del país, por la cercanía con Estados Unidos?
— Sí, por la facilidad de desplazamiento. Nosotros no hemos logrado establecer una vía férrea (proyecto denominado Tren de Los Altos) que nos conduzca de Guadalajara a Aguascalientes con facilidad, teniendo todo para lograrlo. Lo digo con toda honestidad: hice gestiones ante el Presidente (Carlos) Salinas para que se trazara esa línea férrea, que quedó orientada cerca de Encarnación de Díaz. Hay túneles, muchos avances, pero la política del Gobierno federal no veía al ferrocarril como una solución a los problemas de movilidad.

— ¿Es fundamental esa red ferroviaria para crecer en competitividad?
— Obviamente. Tenemos un gran puerto que es Manzanillo, y a ese puerto arriba mercancía de toda Asia; también sale mercancía para el Pacífico. Si el ferrocarril Manzanillo-Guadalajara estuviese a plenitud, trayendo los grandes cargamentos que puede mover, y de aquí sacarlos a Aguascalientes y de ahí a la frontera, traería muchos beneficios a la región.

Francisco Ramírez Acuña (gobernador en el periodo 2001-2005), acusa a las firmas concesionarias del ferrocarril, como Ferromex, de bloquear el Tren de Los Altos, un tramo de 195 kilómetros inconcluso desde la década de los ochenta. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes, encabezada por Juan Molinar Horcasitas, “tiene miedo a despeinarse”  para propiciar  que las empresas concesionarias faciliten las cosas y se retome el proyecto, que uniría un tramo entre Aguascalientes, Encarnación de Díaz y la Terminal de El Castillo, en El Salto, expuso Ramírez Acuña en una reunión de legisladores panistas con la Mesa Directiva del Consejo Agropecuario de Jalisco. La inversión para concluir el añejo tramo ferroviario se estima en 200 millones de dólares. El proyecto “será peleado ante la Secretaría de Comunicaciones, de parte de los diputados federales jaliscienses”, asegura Ramírez Acuña.

Antes había más comunicación


Jorge Martínez Güitrón, uno de los fundadores de la emblemática Siderúrgica de Guadalajara, resume por qué antes se tenía mayor competitividad: “Había una fuerte unión y convivencia entre el Gobierno, los empresarios y la Iglesia (en el periodo del cardenal José Garibi Ribera, arzobispo que encabezó la Diócesis entre los años 1936 y 1970). El ambiente político era ideal en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta”.

— La Siderúrgica de Guadalajara es un caso paradigmático de las pocas uniones entre empresarios locales para consolidar industrias competitivas en el ámbito nacional, ¿por qué no se han repetido casos similares, mientras la fuerte industria tradicional prácticamente desapareció?
— Pues ya no. Del tamaño de la Siderúrgica no hay. ¿Por qué?, no sé. Para eso (crear grandes empresas como en Nuevo León o Distrito Federal) hay que dejar el egoísmo. Pero hay otro ejemplo importante (que excluye de esta responsabilidad a los empresarios): todos los bancos jaliscienses, con capital local, nos los acabó (Luis) Echeverría (Presidente de México en el periodo 1970-1976), y con el desastre (de la crisis económica) de 1994 se dio la estocada final para que desaparecieran. Echeverría es el origen de muchísimos males —las afectaciones continuaron con la llegada del Presidente Miguel de la Madrid, en 1982, después de la nacionalización de la banca que hizo José López Portillo. Se dio un cambio de modelo económico porque México estaba sobreendeudado. Las políticas neoliberales de corte presupuestal redujeron la inversión pública y empezó a desmantelarse el Estado benefactor, con menos inversión en todas las tareas sociales. El final de una etapa de crecimiento estable sin inflación, denominada “Desarrollo Estabilizador”, murió tras el mandato presidencial de Gustavo Díaz Ordaz (1970), cuando se desplomó el también llamado “Milagro Mexicano”, coinciden economistas—.

La Siderúrgica de Guadalajara fue fundada en 1969 por un grupo de familias locales encabezadas por Salvador López Chávez, propietario de Calzado Canadá; Enrique Aldrete Camarena, comerciante de acero; Felipe Arregui Zepeda, constructor, y otros socios como Roberto Palomera (notario) y la familia Martínez Güitrón. Sin embargo, tras años de éxito se vendió en 2001 a la siderúrgica mexicana ICH. Es uno de los ejemplos de las grandes industrias locales que se vendieron ante los embates de la globalización y las crisis financieras que condujeron a bruscas devaluaciones de la moneda en 1976, 1982 y 1994.

Tristes recuerdos. Enrique Varela, quien se autodefine como el “Fidel Velázquez” de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara (presidió el organismo entre los años 1958 y 1990), explica la relación entre el Gobierno y la iniciativa privada décadas atrás: “Antes había una amistad y respeto entre empresarios y gobernantes, que empujaban grandes comercios, industrias y proyectos. En el Consejo de Colaboración Municipal (proyecto de la Canaco) y la Junta General de Planeación se acostumbraba que los proyectos, antes de ser presentados o comenzados, se estudiaban con el sector privado. Parece que ahora salen y después se presentan a la iniciativa privada, cuando antes se pedía la opinión. Los gobernadores de antaño tenían un acercamiento muy importante y los empresarios tenían una participación similar. Antes sí había problemas, pero no salían al público. Había certeza e integridad para tratar los asuntos frente a frente. Evitábamos que se perjudicara al Estado; ahora no sé.

— ¿Qué ejemplos tiene de esa exitosa relación?
— Había tal unión que se construyó el Estadio Jalisco (24 de enero de 1959). El Gobierno del Estado, el Ayuntamiento (tapatío) y el sector privado participaron en todo, y luego nos copiaron en México con el Estadio Azteca (1962). El centro comercial de Plaza del Sol es otro ejemplo (fue el primero en su tipo en Latinoamérica, inaugurado en 1969). La grandeza de Guadalajara en el siglo XX fue su transformación social, en la que los hijos de empresarios empujaron comercios e industrias. Fue un centro muy especial en el aspecto económico que dominaba la Región del Pacífico; los agricultores y las personas con capacidad económica se convirtieron en industriales. A finales del siglo XIX y en la primera mitad del XX hubo un empuje especial muy industrial.

Secreto a voces

Aumento en la plantilla laboral, altos salarios y millonarias indemnizaciones

La opinión: Líderes jaliscienses

Mañana, tercera parte:
"Sólo la capital del país superaba a Guadalajara"
Investigación:
Mario Alejandro Muñoz de Loza

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