Obama honra a 30 soldados muertos durante ataque en Afganistán

DELAWARE, ESTADOS UNIDOS (09/AGO/2011).-Los caídos llegan aquí con tanta dignidad que incluso cada bandera estadounidense en cada ataúd es inspeccionada en busca de retirar la más ligera mancha. Todos tratan con reverencia a los muertos, incluso el comandante en jefe de las fuerzas armadas.

Por segunda vez durante su mandato, el presidente Barack Obama visitó la Base de la Fuerza Aérea en Dover para rendir honores a soldados caídos.

Para Obama, fue una ocasión en que lidió con el día más mortífero del país en la guerra de Afganistán, que comenzó hace casi una década. Para las familias de los 30 estadounidenses muertos, fue un momento de recordar los sueños que vivieron sus seres amados, no las metas que murieron con ellos.

Solemnemente, Obama subió a los dos aviones de carga C-17 que transportaban a los caídos a casa desde Afganistán, para rendirles honores. Su helicóptero fue al parecer derribado por un lanzacohetes de los insurgentes.

Más tarde, el mandatario consoló a las familias dolientes. Montó una guardia de honor mientras los féretros, cubiertos por la bandera estadounidense, eran sacados de los aviones, frente al presidente.

Pero el país no pudo verlo.

No habrá imágenes duraderas de este momento en que Obama asumió uno de los papeles más solemnes que debe desempeñar un mandatario. Ninguna familia dio permiso para que los medios de prensa cubrieran el acto, dijeron los militares, porque no ha sido identificado cadáver alguno.

Obama llegó horas antes a la base Dover para encabezar la ceremonia, a la que asistieron altos funcionarios civiles y militares, junto con algunos familiares.

El viaje de Obama a la base se mantuvo en secreto para garantizar la seguridad de su vuelo en helicóptero a Delaware. Los periodistas que cubrieron la ceremonia accedieron a no informar de ella hasta que el mandatario aterrizara.

Los cuerpos de los soldados muertos en el incidente más mortífero de la guerra en Afganistán regresaron el martes a Estados Unidos, de la misma forma en que lo hicieron en vida: envueltos en secreto.

Los dos aviones C-17 llevaron los restos de los 30 muertos en el derribo del helicóptero el fin de semana, dijo el Pentágono. Tres días después del derribo de la aeronave por milicianos, el departamento de Defensa no ha dado a conocer los nombres de los soldados.

Funcionarios dijeron que ello está tomando tiempo por el elevado número de muertos. Otros dijeron en privado que existen titubeos porque la mayoría pertenecían a las secretas fuerzas especiales.

Los 30 soldados estadounidenses y ocho afganos que murieron en el percance en el oriente de Afganistán estaban en una misión detrás de un líder del Talibán cuando un insurgente al parecer disparó una granada propulsada con cohetes contra la nave y la derribó, informó el lunes la coalición militar en el país que encabeza Estados Unidos.

El helicóptero Chinook transportaba a los soldados hacia una batalla que se libraba la madrugada del sábado entre las fuerzas de la coalición y los insurgentes en la provincia oriental de Wardak, dijo la OTAN en un comunicado.

La OTAN dijo que la operación empezó con la búsqueda de un líder del Talibán responsable de operaciones insurgentes en el valle de Tangi, cuando un grupo de fuerzas en tierra fue atacado por varios insurgentes armados con lanzacohetes y fusiles de asalto AK-47 que mataron a algunos soldados. Entonces el contingente pidió ayuda.

El Talibán dice que derribó el helicóptero con una granada disparada por un lanzacohetes, aunque la causa oficial aún no ha sido determinada.

El percance fatal muestra los riesgos que enfrenta la coalición comandada por Estados Unidos mientras espera depender más de las fuerzas de operaciones especiales al tiempo que reduce el número de efectivos en Afganistán.