Ecuatorianos aprueban nueva Constitución de Rafael Correa

QUITO.- La nueva Constitución de Ecuador aprobada por los votantes contempla la reelección presidencial inmediata por una vez, lo que permitiría al mandatario Rafael Correa extender su gestión hasta 2017.

El artículo 144 de la Carta Magna, cuyo texto fue sometido a referendo, cuando triunfó la opción del “Sí”, estipula que el o la presidenta en turno del país sudamericano “podrá ser reelecto por una sola vez”.

La Constitución precedente, que data de 1998, señala que el presidente y el vicepresidente tendrán el derecho de postularse para un segundo mandato, una vez transcurrido un periodo después de aquel para el cual fueron elegidos, lo que quedó rebasado.

La nueva norma de reelección contenida en la ley fundamental aprobada excluye, sin embargo, el resto de autoridades de elección popular, quienes seguirán teniendo la opción de ser reelegidos en forma indefinida.

“Tres a uno” afirmó eufórico el presidente Rafael Correa al conocer las cifras extraoficiales.

Tras la victoria en el referendo en torno a la vigésima constitución de la época republicana, el mandatario también se mostró conciliador e invitó a la oposición a unir esfuerzos por el bien del país.

“Hago un llamado a la unidad, a los que de buena fe estuvieron por el ‘no’ por cuestiones ideológicas, no por intereses protervos... a seguir construyendo juntos esta patria nueva con su oposición decente, crítica, argumental; nos harán muchísimo bien”.
“Les extendemos la mano (a los opositores), que reconozcan su derrota y avancemos juntos. Es una paliza que les hemos dado, nadie va a ser tan caretuco (sinvergüenza) para negar esa paliza”.

Por su parte, el ministro coordinador de Seguridad Interna y Externa, Gustavo Larrea, señaló: “La derecha estuvo acostumbrada a hacer lo que le da la gana en el país y en el mundo. Hoy el pueblo le dice basta, vamos a cambiar el rumbo de la historia, vamos a gobernar con honestidad y transparencia”.

La cuarta para Correa

Ésta es la cuarta elección consecutiva que el jefe de Estado gana exhibiendo contundentes resultados desde el 2006, cuando logró la presidencia de la República.
El Tribunal Electoral cuenta hasta con 10 días para dar los resultados oficiales del referendo.

Correa aguardaba su nuevo triunfo para profundizar el “socialismo del siglo XXI”, la corriente que alienta su aliado venezolano, Hugo Chávez, aunque con diferencias en lo económico.

“Estos procesos eleccionarios no son otra cosa que el reflejo de una patria, incluso en América Latina, en plena de democracia, pero también en plena ebullición”, dijo Correa antes de votar en un colegio del Norte de Quito.

La Constitución era rechazada por obispos católicos y empresarios porque a juicio de ellos concentra el poder en el gobernante, amenaza la propiedad privada, recorta las autonomías locales y deja abierta la puerta a la legalización del aborto y el matrimonio entre homosexuales.

Difícil en medias tintas

Perfil

Rafael Correa

Es un devoto católico. Es un político poco común, de estilo frontal y abierto, que dice lo que piensa.
El gobernante ecuatoriano de 45 años de edad, el más joven de América Latina, Rafael Vicente Correa Delgado triunfó en los comicios presidenciales de 2006 tras una breve y fulgurante carrera política y asumió como jefe del Estado ecuatoriano en enero de 2007.
En el caso de Correa son difíciles las medias tintas: sus adversarios lo consideran un progresista radical y un incondicional del mandatario venezolano Hugo Chávez.

Hay quienes también ubican al presidente ecuatoriano como un enemigo de los empresarios y de la propiedad privada, mientras que la oposición radical de su país lo acusa de “derechizarse” y lo cataloga como un aliado de las trasnacionales.

En abril de 2005 Correa era un joven economista independiente que saltó de la academia al Ministerio de Economía gracias a su descollante currículum profesional: hoy es presidente de Ecuador y líder del movimiento político con más respaldo popular en el país.
Como economista estudiado, leyó a Carlos Marx, a Federico Engels “y a todos los filósofos del liberalismo, por si acaso”, según aclara, pero contra lo que sus adversarios pudieran suponer está muy lejos de ser marxista.