Hay quien afirma que para salir de una adicción es indispensable contar con la fuerza de un Dios que ayude a superar todos los problemas que se presentan. Por si solo no es fácil, y parece que es casi imposible dejar una adicción si no se cuenta con la fe en un Ser Superior. Aunque en muchos grupos de doble A, no se promueva una religión en particular, si se invita a que tengas una esperanza sustentada en una fuerza superior a la tuya que te ayude, desde fuera de ti a luchar contra tus mismas flaquezas. En mi experiencia personal, he visto siempre a esa fuerza especial actuar de una manera muy positiva y efectiva en aquellas personas que ponen su recuperación en ese Espíritu, en un Dios, en un Principio creador y en fin en algo más allá. Lo anterior siempre me ha llevado a preguntarme, si las personas con una sólida religión y practicante de ella, es menos propenso a caer en una adición. Y si por alguna razón ya la tiene, salen mucho mejor y más rápido, que aquellos que no la tienen. Sin tener la información científica en las manos que lo demuestre o contradiga, por pura experiencia clínica me atrevo a afirmar que sin una fuerza superior veo muy difícil salir bien de una adición y no volver a recaer pronto. Estoy convencido del poder de la fe, de la convicción de la humildad que lleva a reconocer que por uno mismo no es capaz de superar el vicio. Y admitir que se requiere de la ayuda de los demás y especialmente de ese Ser Superior en el que se cree y se pone la esperanza. Muchos adictos que han puesto su vida en manos de un vicio, no se dieron cuenta en qué momento lo hicieron y perdieron la fe en sí mismos y dejaron de luchar en contra del mal que se estaban haciendo. Hasta que en un momento de crisis y de oscuridad, tocan fondo y buscan un destello de luz para tratar de salir del hoyo en el que se encuentran. Los verdaderos amigos y familiares de un adicto, deben ser promotores de una fe que los lleve a encontrar una salida de luz a su trágico momento, y así lograr tener la fuerza de voluntad necesaria para librarse de su propia esclavitud.