Contra lo que piensa la mayoría de comentaristas, el triunfo de Donald Trump a la presidencia de la república no fue tan sorpresivo. La noche de la elección algunos comentaristas se decían no sólo sorprendidos sino hasta en shock por el triunfo de un candidato que nunca tomaron en serio y que calificaban, lo menos de impresentable. Y sí, debería ser impresentable un tipo misógino, racista, xenófobo y burdo que llega a la presidencia del país más poderoso del mundo. Pero había muchos indicios de que había qué tomar en serio a Trump, desde hace tiempo. La mejor descripción-anticipación de por qué Trump triunfaría la dio el documentalista Michael Moore el 29 de julio de este año, es decir, 100 días antes de los comicios del pasado 8 de noviembre cuando el candidato republicano se impuso sobre la candidata demócrata Hillary Clinton (ver su artículo aquí: https://goo.gl/A3s3zd).Ahora tras el triunfo de Trump, hay incertidumbre en el mundo por saber cuáles de todas las promesas de campaña va a cumplir y cuáles van a generar severas repercusiones en otras naciones.No exagero al decir que México es el país que tiene más repercusiones por la llegada de Trump. En México estamos ahora en una situación de incertidumbre política, vulnerabilidad diplomática y volatilidad económica por lo que Trump, ahora en el gobierno, haga o deje de hacer sobre cuatro asuntos: 1) relación peso-dólar; 2) renegociación del TLCAN; 3) construcción del muro, 4) expulsión de los migrantes ilegales. Es probable que no cumpla de manera radical cada una de estas promesas, sino que ya en el poder, las presiones e intereses cruzados lo obliguen a proponer medidas mucho menos drásticas de que la prometió en campaña. Por ejemplo, respecto al muro ya el asesor principal de Trump, Rudolph Giuliani dijo que el muro se construirá por partes y con fondos migratorios de Estados Unidos. No habló de que México lo pagaría.Pero más allá de las bravatas de Trump conviene que reflexionemos por qué nuestro país está en esta situación de incertidumbre, vulnerabilidad y volatilidad. Sostengo que estamos en este contexto adverso no sólo porque Trump es un racista antimexicano, sino también, y de manera destacada, por responsabilidad de la clase gobernante mexicana que desde hace 25 años tomaron la decisión estratégica de encadenar nuestro futuro a Estados Unidos. Me refiero a la decisión de firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos (y Canadá, el TLCAN) que no es sólo un tratado comercial, sino también un acuerdo energético, de seguridad, político y diplomático.Y la decisión de firmar el TLCAN en 1992 (y en vigor desde 1994) pasó por un asunto político trascendental: robarse las elecciones de 1988 mediante un monumental fraude operado para imponer a Carlos Salinas de Gortari como presidente de México. Sin fraude electoral de 1988 no tendríamos la vulnerabilidad de estos días.En esa decisión se tejió el futuro que ahora se convirtió en un presente de supeditación estratégica a Estados Unidos que ahora se refleja en debilidad y volatilidad ante la llegada de Trump. Por eso valdría preguntar, ¿quién es más antimexicano? ¿Trump o la clase gobernante mexicana que decisión atarnos de manera estrategia a los intereses de Estados Unidos como potencia imperial?
