Una película de Francisco Franco, sí, pero no aquel que dirigió el destino de España durante treinta años. El homónimo de aquel personaje histórico es el director de una comedia divertida conteniendo los avatares entre bambalinas en preparación del estreno teatral de Calígula, obra de Albert Camus. Los actores lidian con el carácter neurótico de la directora, en tanto que los técnicos han sustraído la escenografía. En el caos participa Silvia Pinal con agresivo desparpajo y el resto del elenco lo conforman Anabel Ferreira, Karina Gidi, Rebecca Jones, Cecilia Suárez y Mariana Treviño; en tanto que los varones son Fernando Luján, Jorge del Pozo, Ricardo Blume y Alfono Dosal, Lalo España y Víctor García. Esta comedia es un remedo de aquellas viejas películas, donde predomina el género divertido sin mayor complicación; basada en las complicaciones propias de toda obra que, antes de subir el telón, debe superar fuerte carga de obstáculos. Pero aquí lo sobresaliente es el tratamiento dado por cada personaje. Tercera llamada no va a ganar reconocimientos. A cambio, muestra una faceta del cine que hace tiempo se sustituyó melodramas conflictivos y crímenes con violencia y espectaculares efectos especiales. Simplemente entretiene y provoca hilaridad en los espectadores. La narración incidental deja un sabor ameno con las vicisitudes de la directora luchando contra todo, durante las seis semanas previas al estreno anunciado y esperado por millares de espectadores esperando la seria escenificación de Calígula. Tercera llamada, conduce a la reflexión de ver la vida con menor apego al pasado, disfrutando el presente a la espera de un futuro inexpugnable. Eso mismo es lo que presenta ante el público, regularmente ajeno a los sucesos entre bambalinas. El suspenso sí tiene lugar: ¿Se estrenará la obra? Es la pregunta al espectador. Dios nos guarde de la discordia.
