Ideas | Piedra de Sol Por: Vicente Bello 5 de agosto de 2011 - 02:00 hs Sin mirarse siquiera, chocaron los dos Méxicos: el de las instituciones representadas por el Congreso de la Unión, y el de la gente, la sociedad civil, los de a pie; los que no se sienten representados y que han avisado que comenzará una gran movilización. Y la estupefacción de la clase política creció hasta topar con el cielo enrojecido de un poema transfigurado en filosísima espada, que la abría en canal, ahí, en el frontis de la Cámara de Diputados: “Si no son serios”, afirmó Javier Sicilia, “por lo menos dan muestra de poca seriedad y de una vieja cultura que ya nos tiene hasta la madre a todos, de la simulación”. Incontenible, allí estaba el poeta al que en febrero le mataron a un hijo, enfrente de la entrada principal de San Lázaro. Una veintena de hombres y mujeres, apenas, con él; pero suficientes, porque nadie dudó de que llevaban consigo una porción muy importante de la verdad transfigurada en México en dolorosa realidad. Desde hacía varios minutos vicecoordinadores y dos coordinadores lo esperaban; pero no cayó en la red de justificaciones que Josefina Vázquez Mota le había tendido. Y se fue. Apenas el tiempo suficiente estuvo ahí para leer un fragmento del poema de Octavio Paz Piedra de Sol, y para responder preguntas de docenas de reporteros. Una de la tarde. Prólogo de lo que fue a decir: “…El mundo nace cuando dos se besan…/ y las leyes comidas de ratones,/ las rejas de los bancos y las cárceles,/ las rejas de papel, las alambradas,/ los timbres y púas y los pinchos,/ el sermón monocorde de las armas,/ el escorpión meloso y con bonete…/ el burro pedagogo, el cocodrilo,/ metido a redentor, padre de los pueblos,…/ iniciaba su comunicado, leyendo esa obra cumbre del que fuera Nobel de Literatura, Octavio Paz. Que se recuerde, nunca antes un poema había sido tan incendiario en el Congreso de la Unión, como sucedió ayer, con su lectura, a la una de la tarde, cuando Sicilia se apersonó sólo para informar que no iría al interior del Palacio Legislativo, a esa reunión con vicecoordinadores y con Josefina Vázquez Mota, porque, sencillamente, son “traidores a su palabra y a sí mismos”. Sicilia continuó: “El hijo predilecto de la iglesia/ que se lava la negra dentadura/ con el agua bendita y toma clases/ de inglés y democracia, las paredes/ invisibles, las máscaras podridas/ que dividen al hombre de los hombres,/ al hombre de sí mismo,/ se derrumban/ por un instante inmenso y vislumbramos/ nuestra unidad perdida, el desamparo/… Pantalón de mezclilla, camisa gris a cuadros, chamarra, la de siempre, caqui beige, con las siglas atrás de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Y su sombrero y lentes delatores de esa miopía avanzada que suelen atosigar a los escritores viejos. 12:30 en punto. Docenas de cámaras y micrófonos lo rodearon y entonces subió al muro que recorta el paso subterráneo, apestoso a mierda rezagada, que separa a la Cámara de Diputados y a la Candelaria de los Patos. Subía a ese estribo rocoso buscando, claro, a la bandera ondeante del Palacio Legislativo, como fondo. Y se le preguntaba la hora en que pensaba ingresar para reunirse con los diputados que lo esperaban ya, en el salón Protocolo del Mezanine. No estaba ahí para hablar con ellos, decía, sino sólo para leer un comunicado a partir de la una de la tarde, que terminó de leer —junto con su conferencia de prensa— media hora después. Reclamó en su lectura que hayan aprobado en lo general la ley de seguridad nacional, cuando se habían comprometido, no a no dictaminarla, sino a plantearse un proceso legislativo afín a la justicia y a los derechos humanos. “Lo que en verdad hicieron, con la aprobación de la Minuta del Senado a la ley de seguridad nacional, decía Sicilia, fue continuar con el proceso de legalización anticonstitucional de la estrategia bélica de la actual administración, (que) por lo tanto continúa y cuando pidieron perdón no supieron lo que decían, porque detrás de esa palabra sagrada estaba la inconciencia y el desprecio no sólo por nuestros 50 mil muertos, o nuestros más de 10 mil desaparecidos y más de 120 mil desplazados, sino el desprecio por el amor al que se refiere el poema de Octavio Paz. El desprecio por los seres humanos de carne y hueso que viven hoy en esta nación y que mañana, con el auspicio de esa ley, pasarán a engrosar las fosas de nuestros muertos y el ejército de reserva de la delincuencia”. Hacía dos párrafos, el poeta sentenció: “No se puede dialogar con hombres y mujeres que no hablan verdad, porque el diálogo que es un decir de dos, un empeñar la palabra dicha entre dos, no ha sido borrada por una de sus partes y sólo queda una palabra herida por la traición”. Y sembró la pregunta: “¿Por qué los diputados, a escasas horas de comenzar los trabajos del diálogo con nuestro movimiento, mientras los especialistas de la UNAM, los defensores de los derechos humanos preparan un proyecto de ley de seguridad humana y ciudadana, que de verdad abonaría a favor de la paz, la tranquilidad y la seguridad pública, por qué los diputados se apuraron a aprobar una ley que legaliza una guerra impuesta desde los Estados Unidos y que será fuente de mayores desgarramiento y dolor?”. Cuando se fue él y sus acompañantes, en el salón de Protocolo aquel, una docena y media de diputados acusaban el plantón. Josefina Vázquez Mota, Javier Corral, Alberto Pérez, Porfirio Muñoz Ledo, Pedro Vázquez, Alejandro Gertz Manero, Alfonso Navarrete… Reían algunos de ellos, pero evidente era la conmoción que les acababa de provocar el poema de Octavio Paz… Y el anuncio de la nueva movilización por todo el país contra el proceso legislativo de marras. Ayer mismo, el rumor de que el PRI y el PAN han comenzado a pensar en la opción de detener la ley, se iba por el pasillerío. Por una razón: el sistema político mexicano no aguanta una movilización en vísperas del inicio del proceso electoral de 2012, ahora en octubre próximo. Y mucho menos los partidos que suponen que ganarían la Presidencia el año próximo. Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones