Por César de Anda Molina Primero de diciembre del 2012, marca un parteaguas para México. Inicia un nuevo Gobierno de la República, con bríos suficientes para arengar a los mexicanos a trabajar juntos y hacer de ésta gran nación la potencia y el mejor lugar para vivir, como muchos lo hemos soñado. Dispuesto el señor Presidente Enrique Peña Nieto a marcar diferencias con los dos sexenios blanquiazules, desde el primer día de su mandato. En la misma integración del gabinete, podemos apreciar que no sólo termina la administración de Felipe Calderón, sino toda una era, donde es necesario leer entre líneas y percibir el cambio de estilo para gobernar. Las primeras lecturas nos muestran que termina la época de los técnicos especialistas al frente de la Secretaría de Agricultura, ciclo que inició con Javier Usabiaga, en el sexenio foxista, considerado el “Rey del Ajo”, experimentado exportador agrícola y exitoso empresario del campo. Esa tendencia, de poner al frente de una secretaría como la SAGARPA, a un empresario hecho a base de logros y fracasos, expuesto al sol y con las botas impregnadas de tierra, concluyó con otro exponente claro del mismo perfil, Francisco Mayorga Castañeda. Paco, transitó de un sexenio al siguiente como pocos lo habían hecho, ratificando al paso de los años el por qué, es considerado sin temor a equivocarme, uno de los mejores secretarios de Agricultura en la historia de México. Nacido en una familia de rancio abolengo agropecuario, siempre cerca de su padre don Salvador Mayorga Cameros, toda una institución. Francisco, economista egresado del ITAM, escuela de buenos políticos y funcionarios públicos que han transformado al país. De trato delicado y afable, fue ganando el aprecio de tirios y troyanos. Con su estilo diplomático y profundo discutía de cualquier tema relacionado con el campo, siempre con un profundo conocimiento de causa. Lo mismo era hablar de pollos, que de mangos o del naciente cultivo de la chía. Su visión horizontal y de largo plazo, le permitió imprimir un estilo pragmático en las decisiones en su secretaria. Prueba fehaciente de ello, fue la forma directa y realista como enfrentó la crisis de influenza aviar, que como lo he repetido en múltiples ocasiones, si no hubiera estado Paco Mayorga al frente de SAGARPA en esos momentos, sólo Dios sabe qué hubiera pasado. Primera tarea de cualquier funcionario público, dirigente empresarial o social que ha vivido los problemas del campo, es dignificar la actividad. Es también, mostrar a la sociedad la importancia de la producción agropecuaria en la vida diaria de una nación. Subir la estima por lo que de la tierra emana y engrandecer la labor de las mujeres y hombres de las zonas rurales. Saber distinguir las políticas públicas necesarias para atender al campo de subsistencia y las requeridas para proyectar al campo moderno que jala a cuestas la producción de alimentos y materias primas. Llevar a los mercados internacionales el sabor, la cultura y el color de los alimentos producidos aquí y decirles allá afuera que México está preparado para ser considerado una de las “Cocinas del Mundo”. Todo eso y más, logró Francisco Mayorga. Para muestra un botón: la semana pasada el Foro Económico Mundial, organismo privado y lleno de pragmatismo, —al cual los políticos hacen circo, maroma y teatro para asistir y ser escuchados— reconoció a Mayorga por su liderazgo al impulsar la “Nueva Visión de la Agricultura” y por el desarrollo de la agroalimentación en México. A Paco, le digo, siéntete tranquilo y satisfecho por el deber cumplido. Tus amigos, tus colegas, tus colaboradores de trabajo te apreciamos y reconocemos el esfuerzo y el talento que dejaste signado por donde pasaste.
