Las noticias en materia de seguridad no dejan de arrojar motivos para la preocupación. Ejemplos se pueden hallar todos los días: el asesinato de un elemento de la Fuerza Única Regional la madrugada del domingo, cuando se trasladaba en un camión de Tomatlán a Puerto Vallarta, donde iniciaría otra jornada de trabajo. Dos vehículos bloquearon el paso del camión y se lo llevaron; unos kilómetros más adelante dejaron el cuerpo baleado, ya sin vida.Y hace unos días, una noticia que le dio la vuelta al mundo fue la mutilación de las manos a seis personas, halladas en un paraje en San Pedro Tlaquepaque.La Fuerza Única, no hay que olvidarlo, es el proyecto del gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz para combatir la delincuencia heredada por el sexenio del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa y su guerra contra el narcotráfico. La realidad, sin afán gratuito de desacreditar, es que el plan del mandatario no resultó.La Fuerza Única, esa policía de élite que por ley está destinada a combatir los delitos de alto impacto, surgió aparejada con la creación de la Fiscalía General del Estado de Jalisco. Una institución que aglutinó a las extintas Secretaría de Seguridad y Procuraduría General de Justicia, y que necesitó dos reformas constitucionales para que el cargo pudiera ser ocupado específicamente por Luis Carlos Nájera Gutiérrez de Velasco.Al paso de los años y con la vista puesta en 2018, cuando los jaliscienses elegirán al gobernador que sucederá a Aristóteles Sandoval, los frutos de la reforma, de la operación de la Fuerza Única y del enorme esfuerzo económico para generar esa infraestructura, son tan pocos que casi parecen nulos. Es más, hace pocos días apenas se inauguró la base de operaciones de la Fuerza Única en Zapotlán el Grande y otras sedes siguen en construcción.Con ese telón de fondo (la metáfora nos remite a un teatro, y es muy exacta), el grupo político que encabeza Enrique Alfaro Ramírez, es decir los presidentes municipales de Movimiento Ciudadano, empujaron a favor de un nuevo modelo de seguridad que se llama “Agencia Metropolitana de Seguridad”.Seré sintético: con excepción de algunas someras explicaciones del presidente municipal de Zapopan, Pablo Lemus Navarro, a nadie más entre los alfaristas le interesa la famosa Agencia Metropolitana. No a los comisarios, que poco o nada saben de ésta; no al alcalde de Tlajomulco, Alberto Uribe; no a los presidentes de San Pedro Tlaquepaque y Zapotlanejo, María Elena Limón y Héctor Álvarez Contreras, que apenas se han limitado a repetir los argumentos del jefe político, Enrique Alfaro Ramírez, quien habla de la “voluntad” del gobernador para hacer acuerdos.¿Y en el Gobierno del Estado? No hay tampoco referencias reales a una Agencia Metropolitana de Seguridad que, en honor a la verdad, es apenas un acuerdo político, no un modelo de seguridad.Hace unos días, el Instituto de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), dio a conocer un dato que mide la percepción de inseguridad en Jalisco: 60.7% de la población ubica a la inseguridad como el problema más importante. Más que la economía, el empleo, la corrupción o la impunidad.¿A estos seis de cada 10 jaliscienses mayores de 18 años les convencerá la Agencia Metropolitana? Si la Fuerza Única, el proyecto del gobernador Aristóteles, no cumplió sus objetivos, no basta el acuerdo político con el alfarismo para marcar la diferencia. El nuevo modelo de seguridad no existe.
