La palabra mito tiene un origen griego, sin embargo, la concepción helénica de que se trataba de un relato de seres sobrenaturales ha sido rebasada ya hace tiempo – evidentemente un caso excepcional fue lo del chupacabras y aún más fue cuando sacaron las playeras del chupacabras con un jersey del América matando a una chiva con jersey del Guadalajara que vendían afuera del estadio, una de las cosas más nacas que se hayan visto jamás. Sin embargo, lo prodigioso o único de algunas historias que circulan en la ciudad no ha sido superado y ha degenerado en leyendas extrañas que merecen ser analizadas, ahí les van mis favoritas: i. La aguja sidosa. Objeto de terrores adolescentes era la aparente posibilidad de estar chupando muy agusto en cualquiera de los antros de la ciudad y de repente sentir un picotazo agudo en los riñones, para voltear aterrado y ver cómo te sonreía maliciosamente un degenerado sexual de nombre Raciel con playera de tarraya quien te había pegado el sida con una aguja el muy bastardo. ii. Embarazos no planeados. Todo el mundo hemos tenido días malos, días en los que sales y descubres que la grúa se llevó tu carro o que ya no tienen chocotorros en la tiendita. Pero de ahí a que te toque la pésima suerte de darte un chapuzón en una alberca (o piscina o pileta si usted prefiere) y salir preñado en el lance hay una distancia enorme. Y es que uno debe saber que si de plano el agua se ve muy viscosa, pues mejor se queda con el calorón y se echa unos jicarazos o un 12 de chelas. Ya de plano si no se embaraza la damita pero se le pega una infección durísima habría que analizar si es niña bien o no, para en todo caso recetarle un ungüento que se llama Lomecam (no es albur). iii. Los pelos en la mano. No sé usted pero esta yo la escuché durante toda mi adolescencia con terror. Afortunadamente, con la maestría que los caracteriza el tema se abordó desde varias aristas por los muy gustados músicos del grupo El Personal arrancando con una de las mejores opening lines de la historia de la música, en la cual decía un morro con acento de Tetlán “Ira Apá otra vez el niño ahí anda agarrándose”. Como nota personal creo que, de ser cierto este rumor, los del planeta de los simios deberían de ser unos marranazos pues unas manos así de peludas no cualquiera. iv. Las calcas con ácido. Imagine usted el siguiente escenario: tiene 8 años y en el recreo un amiguito le regaló una calcomanía que usted tuvo a mal pegársela en el antebrazo y estarle rasque y rasque, en eso, a media clase de ciencias naturales, comienza a ver como las células que aparecen dibujadas en su libro de texto gratuito comienzan a bailar bajo los acordes de Strawberry Fields Forever mientras escucha la voz de Elvis que le indica que tiene que matar a su maestro. Malísima onda, por eso nunca se pegue a sí mismo rascahueles bañados en ácido que nada más destruyen el tejido social de nuestro sufrido México. En fin, hay un montón de historias que se quedan en el tintero como la de la yumbina y el Volkswagen, los pitufos que se salían de cuadros para degollar niños, las ratas en las cadenas americanas de comida rápida, el Alka Seltzer que hacía explotar gatos y demás, pero, en todo caso, si usted va a contribuir a la histeria colectiva hágalo de forma que la demás gente no se haga daño.