Viernes, 29 de Marzo 2024
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Lecciones del “dieselgate”

Por: Sergio Oliveira

Lecciones del “dieselgate”

Lecciones del “dieselgate”

El escándalo de los autos a diesel de Volkswagen, que fueron diseñados para identificar cuando eran sometidos a prueba de emisiones y “engañaban” a los medidores, ya tiene más de un mes y aún no hay soluciones visibles. Sin embargo ya nos deja algunos aprendizajes a los consumidores, a los gobiernos y a la industria.

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Lo primero que salta a la vista de todos es que la forma de medir la contaminación de los automóviles está mal diseñada. Esto ya está en proceso de cambio, es decir, la gente responsable de aplicar esas pruebas ya está estudiando, al menos en algunos países de primer mundo, cómo hacerlo en la vida real y no en laboratorio como hasta ahora se hizo. Pero hay un punto relacionado a esto que los gobiernos y la opinión pública no han visto o se hacen de la vista gorda y es el hecho de que las exigencias de contaminación de los vehículos, al menos los diesel (no dudo que pronto aparezca algún escándalo similar con autos que usan gasolina), es en algunos casos mayor de lo que la tecnología es capaz de entregar.

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Otro detalle es la conveniencia de apostar tanto por los autos que usan diesel, como lo ha hecho Europa en años recientes. Como un auto diesel camina más kilómetros que uno que usa gasolina, esto reduce las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, pero aumenta las de óxido nítrico. Francia, por ejemplo, ya estudia quitar los incentivos sobre el precio del diesel.

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De parte de los gobiernos la primera reacción fue sancionar a Volkswagen. Se hablaba que sólo en Estados Unidos, donde hay 450 mil vehículos involucrados —globalmente son 11 millones de unidades— la multa podría llegar a escandalosos 18 mil millones de dólares. México consideró (o aún considera) aplicar una sanción de 37,500 pesos por cada uno de los 32 mil autos que fueron vendidos en este país y están incluidos en la “lista negra”.

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El número total de la multa mexicana podría ser de más de 1.2 mil millones de pesos. En casi todo el mundo las autoridades se vieron tentadas a conseguir una rebanada de ese pastel germano, que se vislumbraba demasiado tentador para dejarlo pasar. Pero pocos se dieron cuenta que el mayor fabricante de autos del mundo en el primer semestre de 2015, genera empleos que significan votos y significa muchas inversiones. VW no es la mina de oro sin fondo y sin guardias que algunos pensaron que podría ser. La marca conoce muy bien su fuerza y la amenaza de corte de empleos y de inversiones, hizo que muchos gobiernos echaran reversa en sus intenciones de punir a quien, se dieron cuenta, no era exactamente enemigo.

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El público no parece muy escandalizado

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También aprendimos que al público el escándalo importó mucho menos que a los medios de comunicación. Tan es así, que las ventas de los vehículos de pasajeros de la marca Volkswagen crecieron 8.4% el mes pasado en Europa, de acuerdo con la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles ACEA por sus siglas en inglés. También aumentaron 7.3% en Estados Unidos, lugar donde “nació” la crisis. Sus ventas globales sólo cayeron por el comportamiento negativo de tres de los BRIC: Brasil, Rusia y China. Por supuesto que como la noticia sólo se conoció en la mitad de septiembre, los números de octubre serán más esclarecedores.

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Claro que nadie puede pasar por alto lo que hizo Volkswagen. La marca merece una sanción y esta vendrá, sin duda. Pero en Estado Unidos ya están haciendo cuentas para aplicar un multa que sea apenas fuerte lo suficiente para que le salga más caro a VW —y a cualquier otra que quiera hacer lo mismo— pagarla que desarrollar algo que engañe las pruebas de emisiones. Y no hay que olvidar que no es la primera vez que esto ocurre. La marca VW, como informó Automotive News hace algunas semanas, ya había hecho lo mismo en 1973, al igual que lo hicieron Cadillac en 1995, de la misma manera que Ford y Honda en 1998. Todas engañaron a las autoridades y a los consumidores en las emisiones, pero era una época en la que no habían redes sociales, por lo que el impacto de esas noticias era mucho menor.

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Sí, a Volkswagen le va a costar. Perderá mucho dinero y algo de prestigio. Cambiará su estrategia de impulsar los autos diesel hacia los eléctricos, probablemente. Y verá como su problema afectará a las ventas de diesel en general, principalmente en Estados Unidos. Pero saldrá adelante. Y no tardará mucho en hacerlo.

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