Sábado, 11 de Octubre 2025

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Las nalgadas a la “Lady”

Por: El Informador

Por Pablo latapí

—¡Papi! ¡Papito…! ¡Perdón…! ¡Perdóname, please!

Y un mar de lágrimas…

Algo similar debió ocurrir en el momento en que la joven Andrea Benítez se dirigió a su padre, Humberto Benítez, después del 26 de abril

Aunque también, y conociendo la calidad de la mujer, es probable que hubiera dicho:

—¡Carajo, papi! ¡Qué nacos tus gatos de la Profeco…! ¡No sólo no clausuraron ese cuchitril, sino que me hicieron pasar el oso de la vida…!

Andrea Benítez, en apenas un par de días, hizo de su padre, procurador federal del Consumidor, el personaje más publicitado del gabinete de Enrique Peña Nieto, y esto sin haber pronunciado discurso alguno o sin haber protagonizado él algún desaguisado. Y esa publicidad, y el señalamiento público, provocaron que ayer el Presidente cediera a la presión y destituyera a Benítez.

El motivo es harto conocido: el viernes 26 de abril la joven Paulina, en compañía de una amiga, fue a comer a un restaurante de nombre Máximo Bistrot, que se encuentra ubicado en la hoy popular colonia Roma, plagada de lugares de moda, en la Ciudad de México.

Este restaurante, en los días de más calor en la capital, cuenta con una especie de sección terraza que en realidad son mesas colocadas prácticamente sobre la banqueta que lo convierten en el lugar ideal para “ver y ser visto”.

Sin reservación previa, la joven pidió una mesa y le informaron que debía esperar. Se desocupó una mesa de la terraza y, en lugar de asignarla a la joven, sentaron a una pareja que había estado esperando en una de las mesas interiores del restaurante, esto ante los ojos incrédulas de la hija del que era titular de la Profeco.

Ahí vino el primer reclamo.

Le explicaron que esta pareja había llegado primero, y le ofrecieron a la joven una mesa en el interior.

Fue suficiente: ante los ojos de empleados del lugar y de comensales, la joven armó tremendo berrinche y con toda la prepotencia del mundo se identificó como hija del procurador federal del Consumidor y que inmediatamente “ordenaría” clausurar el lugar.

Lo grave es que, efectivamente, poco después aparecieron inspectores de la Profeco buscando pretextos y argumentos para clausurar, los encontraron por supuesto, y querían colocar sus sellos cuando los propios comensales lo impidieron entre reclamos y grabaciones con teléfonos celulares.

Rápidamente el escándalo inundó las redes sociales, llegó a diarios y noticiarios de radio y televisión, y se volvieron famosos la “Lady Profeco” y su “papi”, Humberto Treviño.

Treviño en ese momento convalecía de una operación de cadera, y según él, no estuvo al tanto del incidente y, mucho menos, ordenó la clausura. Pero al final, el desplante de la niña le costó ayer el puesto.

Treviño fue, durante la gestión de Peña Nieto en el Estado de México, su principal operador político: viejo zorro de la grilla, ocupó la Secretaría de Gobierno, y se encargó de hacer los amarres y aceitar el camino para que Peña pudiera ser el candidato del PRI a la Presidencia. Hombre clave que había recibido en este sexenio la Profeco, precisamente,  como reconocimiento a su disciplina, que incluyó el dejar de aspirar a la gubernatura del Estado de México, porque eran otros los elegidos.

Cuando dio la cara finalmente después del incidente de la “Lady”, en conferencia de prensa, emocionó con un discurso en el que señaló que no renunciaría porque es un hombre cabal, un republicano, y las instituciones están más allá de los hombres.

Muy bello.

Pero el tema es que ese “republicano” y “la hija del republicano” es lo que todos temíamos del regreso del PRI: el ejercicio de la prepotencia a ultranza. Y si bien reconoció que se le caía la cara de vergüenza cuando aceptó que como padre había fallado, la pregunta es: ¿Y ese vehemente republicano le habría dado sus buenas nalgadas a la niña malcriada? O, simplemente la apapachó diciendo:

—No se preocupe mi hija… no pasa nada.

Y al final sí pasó, porque desde ayer “Papi” dejó de ser el titular de la Profeco.

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