Un gran regalo de la vida es contar con buenas amistades, personas en quienes confiar, con quienes convivir, dialogar, intercambiar favores y apoyos. Seres a quienes se les llega a querer sinceramente, a compartir afectos, sentimientos, alegrías y tristezas. En la amistad hay aceptación, respeto, admiración mutua, sobre todo lealtad y disponibilidad para ayudarse. Son relaciones duraderas, a prueba de la distancia, las circunstancias.y las vicisitudes de la vida.Por eso se dice que a lo largo de la vida se llegan a tener pocas amistades. Y las que se tienen hay que saberlas cuidar y cultivar. Es un verdadero tesoro que se debe de agradecer y de valorar.Pues resulta que no todos los amigos son buenas amistades, porque una característica esencial es que te ayuda a crecer en el bien. Por lo que uno se puede juntar con personas gratas, simpáticas, agradables y asiduas compañías, pero que fácilmente te conducen a hacer cosas malas. Entonces parecen buenos amigos, pero en realidad no lo son, pues te apartan del crecimiento y del bien. “El que entre lobos anda, a aullar se enseña”Es más, los padres de familia saben el daño que puede causar una compañía o “amistad” inadecuada y por ello en una visión tradicional de la pedagogía paterna, que se recomienda una vigilancia estrecha de las amistades que tienen sus hijos.Un buen amigo te lleva a hacer cosas positivas y correctas, uno malo es fácil que te lleve al camino de los malos hábitos e incluso de los vicios.De aquí que es un gran problema de los adictos, que no avanzan en su triunfo para vencerlas, porque no pueden dejar a los “amigos” con los que las comparten. Se han hecho también dependientes a los que señalan como sus grandes “amistades”de la vida, que más bien son sus compañeros de parranda con los que mutuamente se fomentan los vicios.Este tema lo continuaremos.