Es una buena señal que el Gobierno de Guadalajara haya comenzado la administración con un agresivo programa de recuperación de banquetas. No se trata de seguir una moda sino partir del hecho de que las banquetas son el espacio público por excelencia y que si permitimos que ese sea privatizado negamos cualquier posibilidad de convivencia e interconexión de la ciudad. Ya puestos en el año de las banquetas son varios los temas en los que autoridades y ciudadanos tenemos que ponernos de acuerdo, y ponernos las pilas.El tema de los autos en las banquetas es el más enojoso, más urgente y que más demuestra la falta de respeto al espacio público y al peatón, el eslabón más débil de la cadena de movilidad. Bajar a los coches de las banquetas es una prioridad. Poner apercibimientos y multas es un primer paso, el que sigue es asegurar que los estacionamientos de los negocios que están vinculados a las banquetas respeten el área pública, esto es, que el estacionamiento sea dentro de los negocios, no en la parte pública, rampas incluidas. Rescatar completo el arroyo peatonal es el primer paso para una buena intervención de las banquetas. Eso implica enfrentar y convencer a los comerciantes de que una buena banqueta trae más clientes que tres lugares de estacionamiento.El segundo reto son los puestos llamados semifijos, o sea los que venden comida: tortas, tacos, mariscos, pozole, fritanga, etcétera, y los que venden periódicos. La comida callejera es uno de los grandes patrimonios gastronómicos de las ciudades. Pocas ciudades en México tienen la variedad y calidad de comida de calle y la cultura de salir a cenar a la banqueta como la nuestra. Eso no podemos perderlo ni se va a cambiar por un decreto, pero es fundamental organizarlo y reglamentarlo tanto para que no obstruyan el paso, para que no se apropien de un espacio de la banqueta, como mantener un control sanitario y sobre todo que aporten, poco, mucho o más o menos, dependiendo del tamaño del negocio, al cuidado del espacio público. Por un principio de orden todos los puestos tienen que pagar impuesto al municipio.Finalmente está el tema del mobiliario urbano, desde los postes hasta los falsos “recolectores de pilas”, que no son sino anuncios disfrazados. Las banquetas hoy son el traspatio de la calle, ahí está todo lo que nadie quiere, la infraestructura de luz, teléfono, transporte, etcétera. Lo ideal es que fueran subterráneas y que no hubiera anuncios en las calles, pero eso es un buen deseo a largo plazo. Sin dejar de dar la batalla por quitar los cables de las calles por lo pronto hay que ordenarlos.Llegó la hora de las banquetas, ojalá nunca termine.