Hace una semana exactamente falleció a los 64 años de edad, víctima de un infarto, el que fuera futbolista ecuatoriano de varios equipos en el futbol mexicano y Ecuador, Ítalo Estupiñán, a quien Ángel Fernández, el gran narrador mexicano, bautizara como “Gato Salvaje” por la vehemencia con la que disputaba cada balón, y los roces violentos dentro del terreno de juego que llegó a tener con futbolistas como Miguel Marín, gran portero argentino del Cruz Azul a quien le rompió dos dedos de una mano disputando una pelota, y el zaguero central argentino del América, Miguel Ángel Cornero, con quien tuvo un pique tremendo, donde inclusive el recio zaguero argentino, ya fallecido, le fracturó la mandíbula de un puñetazo durante un cotejo entre América y Toluca en la campaña 1976-77, haciéndose cargo la directiva americanista de los gastos de la operación y hospitalización del delantero ecuatoriano, llevándose Cornero una suspensión de cinco partidos cuando el Toluca había solicitado suspenderlo hasta que Estupiñán volviera a la actividad.Ítalo nació el 1 de enero de 1952 en Esmeraldas, Ecuador, pero murió mexicano, pues se naturalizó hace años y vivía en Toluca, capital del Estado de México, desde que se retiró del futbol profesional con el Emelec de su país. El sitio en el que nació, zona muy futbolera donde comenzó a jugar en la calle junto a sus amigos de infancia. Su determinación, fuerza y olfato goleador lo hicieron destacar, y fue llevado a formar parte de equipo Macará de su país donde debutó en 1970, pasando en 1972 al Nacional ecuatoriano, el equipo de las Fuerzas Armadas de su nación, donde estuvo hasta 1974, posteriormente lo trajo el Toluca al futbol mexicano jugando para los Diablos Rojos de 1975 a 1978, formando una delantera temible con el mexicano Mario Medina y el uruguayo Héctor Hugo Eugui, así como Vicente Pereda, resultando campeón con los Choriceros estando al mando del uruguayo Ricardo de León en la dirección técnica. Sus goles, su fuerza y colorido con su cuerpo negro, atlético, de pelo ensortijado y espeso peinado al estilo “african look”. Hizo que el poderoso América se fijara en él, y jugó para los “millonetas” en la campaña 1979 -80 y terminó actuando con Atletas Campesinos en la 80-81 y Puebla en 1982-83, donde formó parte del Puebla campeón que venció al Guadalajara en serie de penalties.Después fue a su país para jugar con la Universidad Católica y de ahí al Emelec, donde se retiró en 1986, volviendo a México para trabajar como entrenador en fuerzas básicas con el Toluca, y donde también desempeñó un cargo como director de escuelas de futbol para el Gobierno del Estado de México.También fue campeón continental con aquél América que venció en un tercer partido al Boca Juniors con un golazo de tiro libre de Carlos Reinoso al legendario Hugo Orlando Gatti, en el Azteca.Víctima de un infarto murió de manera inesperada exactamente hace una semana, mientras visitaba un centro comercial ubicado en Lerma, Estado de México, población cercana a Toluca, donde vivía. El ahora fallecido se casó dos veces, primero con una mexicana con quien procreó dos gemelos y una ecuatoriana en segundas nupcias con quien tuvo a su hija Karla. Estupiñán fue el primer futbolista ecuatoriano en ser campeón en el futbol mexicano, y sus galopadas, sus goles y sus roces impetuosos con los defensores y porteros rivales quedarán en la historia del futbol mexicano, y en la mente de quienes lo vimos recorrer las canchas con fuerza y determinación. Inolvidable Ítalo Estupiñán, quien fue velado en Toluca y estuvo acompañado por varios de sus ex compañeros del equipo rojo campeón en el amanecer de los años setenta, Walter Gassire, Eduardo Ramos, Héctor “Pelón” Velázquez, Moisés Figueroa, Mario Medina, Vicente Pereda y el más joven ex jugador del Toluca, Marcos Ayala, Descanse en paz el “Gato Salvaje” Ítalo Estupiñán.
