Por Bernardo CasillasDespués de 16 años de ausencia, la Fórmula Uno regresaba a México, junto con un Mundial de futbol y una gran crisis económica, donde una torta y un refresco constaban 45 mil pesos, eran los años donde se escuchaba Timbiriche, Flans, Pandora y Soda Stereo, en la televisión teníamos a la malvada Catalina Creel y a Olga Breeskin y su violín.Cuando la Fórmula Uno anuncia su regreso a México traía a sus grandes estrellas, Alain Pros (McLaren), Ayrton Senna (Lotus), Nelson Piquet (Williams), Nigel Manssel (Williams), Gerhard Berger (Benetton) y Riccardo Patresse (Benetton), en la calificación del Gran Premio, la cual era una sola vuelta, el brasileño Ayrton Senna se lleva la Pole Position 15 lugares por delante de su coequipero el aristócrata Dumfries.Ya en carrera, el austriaco Gerhard Berger montado en su Benetton con neumáticos Pirelli mucho más duros que los Goodyear del McLaren de Prost y el Lotus de Senna, les ganó una carrera en un circuito con el asfalto fresco, con saltos y ondas en el mismo.Lo que más destacó de ese Gran Premio, fue que a mitad de la carrera la organización se dio cuenta que no tenía preparados los trofeos para los ganadores, por lo que fue necesario enviar una comitiva a un cementerio cercano a comprar tres jarrones de latón para darlos en el podio. Una vez en una entrevista Senna comentó que era uno de los trofeos más bonitos que ganó en su carrera.Les dejo la fotografía de los trofeos.No se olviden de mandar sus comentarios a alascarreras@mail.com y en twitter en @alas_carreras.