No hay mejor muestra de la desfachatez de la clase política mexicana que las reseñas periodísticas del jueves pasado contando cómo el presidente Enrique Peña Nieto se divertía jugando golf en el exclusivo complejo turístico Estrella de Mar, en Mazatlán.La sociedad hierve de rabia por el anuncio del aumento en los precios de las gasolinas hasta en 20% a partir de mañana, y en lugar de dar la cara y tratar de explicar el gasolinazo o dar marcha, Peña Nieto descansaba en Estrella de Mar, ubicado en la Isla de la Piedra, con dos campos de golf, alberca a nivel del mar y 5.5 kilómetros de “exclusiva” playa para disfrute de los huéspedes.La indolencia, el desapego y el valemadrismo que muestra Peña Nieto al preferir jugar golf que atender los reclamos es más que elocuente. El mensaje no puede ser más desastroso: “sí, el gasolinazo te molestó y estás preocupado por el futuro económico de tu familia, changarro o negocio, pero a mí no me importa. Prefiero jugar golf”. Es la confirmación de que la minoría que toma las decisiones en la cúspide del Estado no tiene, ya no digamos empatía con los gobernados, sino la mínima idea de lo que es la economía popular.No ha sido mejor la respuesta de los funcionarios federales que se quedaron a dar la cara mientras Peña Nieto jugaba golf. Según el secretario de Medio Ambiente, Rafael Pacchiano, el gasolinazo, “es una medida eficiente para combatir el cambio climático”.Por su parte, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, dijo que el alza en el precio de las gasolinas es una medida con la que “ganan nuestros hijos”, al no desperdiciar la riqueza petrolera. Meade dijo que las otras alternativas eran aumentar impuestos o recortar gasto en salud y educación.Jamás se le ocurrió plantear que otra alternativa era reducir sueldos y beneficios de la alta burocracia mexicana, entre otros el uso de vehículos con gasolina incluida, que pagamos a decenas de miles de burócratas en todo el país. Y además Meade parece no saber que la riqueza petrolera no puede cuidarse, pues ya se despilfarró por un excesivo gasto corriente de la alta burocracia mexicana.La respuesta de apatía y mentiras del gobierno de Peña Nieto sobre el gasolinazo confirma que no son capaces de entender las justificadas preocupaciones de los mexicanos comunes sobre el futuro de la economía, no en las abstractas variables macro, sino en saber si el raquítico incremento salarial alcanzará para pagar renta o hipoteca, la despensa semanal, los costes de escuela y transporte para la familia. Otros más se preguntan si el empleo por honorarios se mantendrá o será cancelado, en tanto que quienes tienen negocios pequeños o grandes esperan aumento del costo del crédito y de insumos y que trasladarán a los consumidores.Todos vemos nubarrones enfrente, excepto esta minoría rapaz de la clase política que ha sacado beneficios de la política económica neoliberal que ha devastado, despojado y explotado el país para provecho de las corporaciones privadas, en tanto somete a mayores sacrificios a la población. Pero todo eso no se ve desde un carrito de golf en un complejo turístico exclusivo vigilado por decenas de militares y policías.
