Viernes, 10 de Octubre 2025

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El regreso de la Biblioteca Pública de Jalisco y el Distrito Agua Azul

Por: Juan Palomar

El regreso de la Biblioteca Pública de Jalisco y el Distrito Agua Azul

El regreso de la Biblioteca Pública de Jalisco y el Distrito Agua Azul

Informaciones de prensa dan cuenta de la reactivación de la Biblioteca Pública de Jalisco. La del Agua Azul, la que tiene sus instalaciones en esa obra maestra de Julio de la Peña: la Casa de la Cultura Jalisciense que creó el gobernador Agustín Yáñez a partir de las célebres Maisons de la Culture inventadas por el legendario escritor, aventurero y ministro André Malraux en Francia.

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La Biblioteca Pública de Jalisco fue instituida en 1861, pero empezó a funcionar hasta 1874 con veinte mil libros saqueados de los diversos conventos tapatíos. Funcionó en lo que fue el Seminario de San José, después Museo de Guadalajara (y ahora Museo Regional) hasta 1958. Los cronistas recuerdan que el entonces director, el notable historiador don José Cornejo Franco, se negó por años a cambiar el acervo bibliográfico a sus nuevas instalaciones temiendo que la humedad lo dañara.

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Finalmente se realizó el cambio, y la Biblioteca Pública de Jalisco funcionó en el edificio de De la Peña hasta el año 2012. Fue entonces que la Universidad de Guadalajara —en algún momento designada custodia de la biblioteca— decidió llevarse al equipamiento completo (salvo el edificio) a sus instalaciones de los Belenes, como parte del conjunto inmobiliario llamado Centro Cultural Universitario.

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Ese conjunto tiene una limitación de raíz: es un “centro” absolutamente excéntrico respecto al área metropolitana, y aún regional, que pretende servir. Por lo mismo, sus comunicaciones  y su afluencia son muy limitadas. Cualquier visita a las instalaciones da cuenta de ello. Como se dijo en su momento, la Universidad perdió una oportunidad histórica para consolidar un polo cultural con una verdadera centralidad metropolitana al no aprovechar la existencia de la Casa de la Cultura-Biblioteca, y del Teatro Diana, así como de multitud de equipamientos, terrenos adyacentes o cercanos, y así formar un conjunto verdaderamente moderno y útil en el corazón de la ciudad.

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En vez de lo anterior, la Universidad persistió en la excentricidad y realizó un concurso arquitectónico para la nueva biblioteca en Los Belenes. Ganó un equipo de la ciudad de México. En una singular operación, alguien juzgó que la fachada del proyecto no era la apropiada. Y, asombrosamente, se le sobrepuso al edificio una muy peculiar y alarmante fachada de vigas chuecas siguiendo una moda que había pasado —afortunadamente— de moda quince años antes de su imitación local.

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Total, allá está la biblioteca pública ahora, una biblioteca que no pertenece solamente a la Universidad de Guadalajara, sino a todos, absolutamente todos, los jaliscienses. La afluencia de usuarios, como era esperado, es muy baja. Cifras oficiales reportan 260 mil visitas por año. Solamente la Biblioteca Vasconcelos, de la Ciudad de México, reporta un millón 875 mil usuarios anuales. Y en la capital existe una serie de otras grandes bibliotecas, lo que aquí no sucede. La Biblioteca Pública de Nueva York (Manhattan) recibe 1.2 millones de usuarios al año, la de Queens 806 mil, la de Brooklyn 780 mil. Sólo estas tres bibliotecas neoyorkinas reciben, juntas, dos millones 786 mil visitas. Nueva York tiene ocho millones 550 mil habitantes, Guadalajara cuatro millones 250 mil (la mitad). Siguiendo esa proporción, la Biblioteca de Jalisco debería recibir un millón 384 mil visitas. Obviamente, las condiciones culturales de las dos ciudades son distintas. Pero si aspiramos a que nuestro Estado realmente evolucione tendríamos que fijarnos metas mucho más altas y superar complejos y dificultades.

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Afortunadamente, la Universidad de Guadalajara está ya tomando medidas al respecto. El director de la Biblioteca anunció recientemente la reactivación de la ahora abandonada sede de la biblioteca en la Casa de la Cultura Jalisciense en el Agua Azul. Es un paso inteligente: se comenzará con un modesto acervo de 60 mil libros (la biblioteca completa alcanza los dos millones). Esperemos que esto constituya el principio de la resurrección de la Biblioteca Pública de Jalisco como un equipamiento accesible y adecuado para toda la población tapatía. El edificio es muy capaz de funcionar y adaptarse correctamente para recibir muchos más libros y sistemas modernos de acceso al conocimiento.

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Y, de nuevo: la reactivación de la Casa de la Cultura puede ser el detonante de una larga serie de acciones muy positivas: el funcionamiento del Teatro Diana con una programación realmente cultural; las sinergias del parque del Agua Azul, la Central Camionera vieja, los barrios de Mexicaltzingo y Analco, el Teatro Experimental, la Casa de las Artesanías, el Tianguis Cultural; la rehabilitación y densificación habitacional del actualmente lastimosamente abandonado edifico de Pensiones del Estado, el aprovechamiento de la línea 1 del Macrobús y las líneas 1 y 3 del Tren Ligero, la deseable instalación de un tren de cercanías desembarcando en la vecina Estación de Ferrocarril. Las posibilidades son extraordinarias, para sí conformar una verdadera e integral centralidad cultural y urbana.

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Lo anterior puede lograrse, a partir de la plausible medida bibliotecaria de la Universidad de Guadalajara —que comenzará sin duda la reactivación de la zona—, con el armonioso concurso de las autoridades estatales y municipales, y con la participación responsable y eficaz de la iniciativa privada. Distrito Agua Azul: una alternativa real a la decadencia tapatía, una valiosa herramienta para la mejoría comunitaria. Se ocupan, eso sí, lucidez, arrestos y voluntad política.

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