Se lo propusiera o no, con su triunfo a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, por rebote, ha provocado un debate mundial acerca del modelo neoliberal aplicado desde hace casi tres décadas, el debate sobre el libre comercio y sobre la política económica en México.La llegada del empresario racista, xenófobo y machista puede provocar, de hecho, el fin de una era de políticas económicas sustentadas en los acuerdos regionales y mundiales de libre comercio. Ya anunció su decisión de renegociar o cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).Además, el equipo de Trump anunció la salida de acuerdo comercial transpacífico, lo que motivó que algunos gobiernos, como el de Vietnam también anunciaran su salida. Igual de relevante es el anuncio de la canciller alemana, Ángela Merkel, de que la Unión Europea no firmaría el Tratado de Libre Comercio TTIP. No es una cosa menor todo esto. Los acuerdos de libre comercio han sido promovidos con ahínco por los gobiernos del mundo desde hace unos 30 años. Podría decirse que fue la arquitectura en la que se asentó la globalización neoliberal.Pero mientras esto ocurre en el mundo, el Gobierno mexicano sigue empecinando en aferrarse a las políticas de libre mercado que están siendo sometidas a crítica en buena parte del mundo. El secretario de Economía, Idelfonso Guajardo, dijo el jueves en Lima que México insistirá en el acuerdo transpacífico aunque Estados Unidos se haya salido de él.A contracorriente del empecinamiento del Gobierno mexicano de seguir por el camino de la política económica neoliberal, son cada vez más los sectores que someten a crítica el TLCAN y llaman a replantear el modelo económico aplicado en México desde hace 25 años. Académicos del Colegio de México y de la UNAM llamaron en esta semana a impulsar un modelo redistributivo que tenga como eje el llamado ‘‘Estado desarrollador’’.No es que antes no se hayan criticado estas políticas económicas, pero en el contexto político generado por el triunfo de Trump, las críticas al modelo neoliberal que desde hace décadas han planteado movimientos sociales y organizaciones civiles, ahora cobran otro sentido.Pero no nos hagamos ilusiones. Trump no es un aliado. El ahora presidente electo de Estados Unidos cuestiona los tratados comerciales y la actual política económica no porque esté del lado de los más pobres y desfavorecidos del mundo.Trump se vendió como un candidato presidencial enfrentado a la clase política tradicional de los partidos Republicano y Demócrata, pero no es para nada un antisistema. Por el contrario: es el representante de sectores de la clase empresarial y dominante de Estados Unidos que pretenden reafirmar el dominio imperial y para ello quieren replantear acuerdos comerciales y políticas económicas, para seguir teniendo el mando y el control de la economía mundial.La crítica a la política económica neoliberal en México y el mundo, debe hacerse desde abajo, repensar una economía política solidaria, cooperativa que al tiempo que lucha contra el neoliberalismo, también se enfrenta al capitalismo. El origen del malestar global.