“Cuando las cosas pueden ir bien, no falta un burócrata que las echa a perder”Filosofía mexicana contemporáneaNingún ganador del Premio Cervantes me pudo haber causado tanto gusto como Fernando Del Paso. Hace mucho tiempo que considero que, junto a la poesía de Gutiérrez Vega, la prosa de Don Fernando, representa el mejor sombrero de saludar de la literatura hispanoamericana del final del siglo XX y principios del corriente.Hugo se nos acaba de ir y el propio Fernando manifestó, al recibir la noticia de su premio, de que echaba de menos en ese momento la presencia de su amigo. A mí me pasó lo mismo, precisamente porque me consta el enorme placer que le hubiera causado a Hugo saberlo.No es el caso decir nada a favor del premiado. Cualquier cosa resultará ociosa, por eso me concreto a manifestar mi júbilo. Pero no puedo resistir la tentación, debido a que la venganza —dicen— es placer de dioses, de recordar que, hace un año, quien se encargó de coordinar al jurado que concedió el Premio Jalisco pregonó con orgullo que la candidatura de Fernando del Paso había sido desechada porque no es nacido en Jalisco.Lo repito por si no lo quieren creer: Después de vivir más de un cuarto de siglo entre nosotros, un distinguido jurisconsulto, pésimo analista político e ignorante a más no poder de cuestiones literarias hizo todo lo conducente para que, en vez de que el premiado de 2014 fuera Fernando Del Paso, hoy Premio Cervantes, su lugar lo ocupara una tal señora Magdalena González, cuya escasa obra con dificultad ha transcendido el ámbito de su familia, de sus alumnos y de sus pocos amigos.Me atrevería ahora a preguntar al distinguido servidor público y a quienes respaldaron su decisión, ¿qué obra de la profa. González se asemeja siquiera a Noticias del Imperio o a Palinuro de México?Claro: el culpable del desaguisado es el matrimonio que engendró al hoy laureadísimo escritor: ¡cómo se les ocurrió que su vástago viera la luz primera fuera del Valle de Atemajac y lo hiciera en el Valle de Anáhuac!Podríamos hacerle una lista muy larga de laureados con dicho premio cuando fue manejado por gente de mayor calidad que no nacieron en Jalisco y, como tal vez Fernando del Paso, hayan hecho más en su favor y se hayan comprometido mayormente con el futuro de la Entidad que escritores parroquiales que, a pesar de su pequeñez, según el distinguido abogado y sus secuaces, deben ser preferidos por el solo hecho de haber enterrado el ombligo aquí.Estoy absolutamente seguro que una persona de la calidad de Fernando —a quien le reitero mi modesta felicitación— estará de acuerdo en que la estafa que le hicieron el año pasado sirva para que no vuelva a suceder una cosa así y Jalisco entero abra las alas para volar más alto: a la altura del Premio Cervantes, como lo hemos hecho ahora, gracias a él.
